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Kathryn S. Blair - Breve relato de la historia de México

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Kathryn S. Blair Breve relato de la historia de México
  • Libro:
    Breve relato de la historia de México
  • Autor:
  • Editor:
    Planeta México
  • Genre:
  • Año:
    2019
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Breve relato de la historia de México: resumen, descripción y anotación

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DE LOS OLMECAS AL SIGLO XXI Kathryn S. Blair, autora de A la sombra del ángel y quien trabajaba en Estados Unidos para la oficina de Asuntos Latinoamericanos durante la Segunda Guerra Mundial, hace un recorrido breve y claro sobre la historia de México, desde la cultura olmeca hasta la época contemporánea. Aborda la época prehispánica, la Nueva España, la guerra de Independencia, la guerra de Reforma, el Porfiriato, la Revolución, los gobiernos de Lázaro Cárdenas, Miguel Alemán, hasta llegar al sexenio de Carlos Salinas de Gortari. Con una pluma ligera, una investigación documentada y 99 años, Blair traza la guía histórica para entender la diversidad y riqueza que definen a nuestra cultura y, también, las adversidades que han hecho de esta una nación forjada a fuego.

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D esde la creación de la Tierra, fuerzas misteriosas se han agitado en su núcleo y fenómenos cósmicos la han afectado periódicamente. Desde que el hombre caminara erecto miró hacia el cielo con asombro y fascinación, y desde entonces continúa maravillándose ante esa bóveda celestial.

Los pueblos indígenas de México miraban siempre hacia arriba, hacia el cielo. Era la morada de los dioses que regían los elementos de los que dependía su existencia. El español del siglo XVI , por el contrario, enfocaba su atención hacia abajo, hacia la tierra buscando respuestas materiales. Su dios había caminado en la tierra.

El entorno

Desde la punta austral de Sudamérica, la imponente cadena de los Andes bordea la costa de Pacífico y corre hacia el norte desde las cumbres nevadas hasta el ecuador. En el istmo de Panamá desciende hacia el mar separando el continente, levantándose de nuevo formando volcanes y altas montañas a través de Centroamérica. Ahí comienza a ensancharse América del Norte y esta impresionante cadena montañosa se divide en dos ramales: la sierra Madre oriental y la sierra Madre occidental, creando entre ellas una vasta meseta.

Al cortar sus escarpadas y abruptas rutas a través de México, estas imponentes cadenas dividen al país en regiones aisladas, separadas y distintas. A consecuencia de ello se formaron más de ciento sesenta lenguas y culturas diferentes. El mismo paralelo y la misma montaña albergan alturas de nubes perpetuas y junglas tropicales. Campos de maíz crecen en las laderas verticalmente, desafiando la ley de la gravedad.

Norte árido, sur verdeante, montañas precipitándose hacia amplias playas tropicales. Tormentas violentas azotan el golfo de México mientras cálidas brisas acarician las costas del Pacífico. Valles escondidos están protegidos por montañas, entre cañones y profundas barrancas. Pocos lagos, pequeños, y aún menos ríos, navegables sólo en cortos tramos. Suelo desnudo y estéril en las áreas planas y polvorientas, barrido por tormentas de arena e inundaciones intempestivas, tierras áridas restos de erupciones volcánicas, donde abundan los cactus y los matorrales espinosos. Al cruzar un barranco, un arroyo alimenta un valle exuberante. El agua es escasa. Densos bosques de pinos cubren parte de la ladera de una montaña, y erosionados declives la otra. Un mosaico de altitudes, vegetación diversa y climas contrastantes constituyen esta parcela del planeta llamada México.

Los primeros pobladores

Hace unos siete mil años nómadas cazadores-recolectores circulaban por todo México. Hacia el año 3000 a. C. empezaron a asentarse como pueblos. El primer pueblo en dejar alguna evidencia importante de su existencia en Mesoamérica fue uno desconocido: los olmecas. En el 1200 a. C. se asentaron en los bosques de las tierras bajas a lo largo de la costa del golfo de México, donde el continente norte se achica en forma de embudo. Su religión se basaba en el mundo natural y cósmico, y el poderoso jaguar era su dios. Los olmecas crearon grandes centros ceremoniales, idearon un calendario y construyeron canales de irrigación, expandiendo su cultura hacia el norte hasta el valle de Anáhuac, donde se asienta la Ciudad de México hoy en día.

En el estado de Tabasco, al sur, dejaron cabezas de piedra gigantescas, para asombro y perplejidad de futuros arqueólogos. Esculpidas en basalto y de cerca de tres metros de altura, estas cabezas presentan características extraordinarias: cascos, gruesos labios, narices anchas y ojos oblicuos. Todavía hoy se debate el origen de este extraordinario pueblo olmeca.

Al sur de Tabasco, en la parte más meridional de México, surge una península: Yucatán. Las aguas tranquilas y claras del mar Caribe bañan sus costas. Olas color turquesa acarician sus blancas playas, y la selva tropical techa la jungla contigua que cubre cualquier vestigio humano. Aquí floreció y desapareció la gran civilización maya.

En algunos valles fértiles existen rastros que datan del año 2000 a. C., pero fue en el periodo Clásico de la historia precolombina, entre 250 y 900 d. C., cuando se desarrolló y floreció esta gran civilización hasta alcanzar su cenit. Abarcando una amplia área, una geografía diversa, y vegetación y recursos minerales varios, la necesidad de comerciar se hizo imprescindible para los pueblos mayas. Se creó una red compleja de ciudades-Estado ( ), con sus templos de piedra que surgían por encima de la bóveda de la jungla. Carreteras de blanca arena, trazadas a través de Mesoamérica, conectaban ciudades que abarcaban Yucatán, Quintana Roo y Chiapas en México, toda Guatemala, y partes de El Salvador, Honduras y Belice en Centroamérica.

Los señores de estas ciudades-Estado reivindicaban su linaje heredado de los dioses. Su gran destreza como arquitectos y astrónomos los llevó a desarrollar un calendario tan exacto como el gregoriano. Su uso del cero y sus cálculos matemáticos preceden a los conocimientos indostanos. El cero es la nada de la cual todo empieza. La religión, el arte, la política y la guerra tejían el patrón vital de los mayas. Leían el futuro observando los ciclos cósmicos: las cosechas se sembraban, crecían y se recolectaban al repetirse las estaciones, cada una nutriendo a la otra, como el nacimiento y la muerte. El hombre nace de la tierra, pero aspira al cielo. Creían que su tránsito aquí es para aportar luz al misterio de la existencia. Tal como los antiguos egipcios, los mayas desarrollaron un complejo sistema de escritura pictográfica. La historia debía ser preservada para predecir el futuro. Y para comprender su destino creían que el hombre debía estudiar el cosmos. Ahí estaba escrito el futuro.

Mientras tribus migratorias se asentaban y prosperaban en las mesetas de México, la jungla se apoderó de la civilización maya; su disipación no ha sido todavía explicada satisfactoriamente.

Hacia el principio del primer milenio d. C. en la alta planicie central surgieron nuevos centros agrícolas, sociales y religiosos que empezaron a dominar la región. La gran metrópoli de Teotihuacán floreció y decayó en este periodo Clásico. Maestros de la construcción, dos grandes pirámides dedicadas al sol y a la luna, respectivamente, dominaban el centro ceremonial, de varios kilómetros cuadrados.

En Oaxaca, los agricultores mixtecos y los zapotecos utilizaban sistemas de irrigación y trazaban los movimientos celestiales. Para fines del milenio la civilización decayó y se esparció.

Durante unos tres mil años diversas culturas dejaron magníficas estructuras desde los valles del altiplano hasta la región tropical de México; la Venta en el estado de Tabasco; Tajín en Veracruz; Teotihuacán y Tula cerca de la Ciudad de México; Monte Albán y Mitla en Oaxaca; Palenque, Uxmal, Chichén Itzá y Tulum en el sur de México son sólo algunas de las principales. Pero lo más importante es que dejaron hondas huellas en la psique del pueblo mexicano.

¿Quiénes eran estos pueblos? ¿Cómo llegaron? Muchos estudiosos han especulado si serían tribus asiáticas que atravesaron la parte norte del mundo por el estrecho de Bering y que emigraron durante miles de años hacia climas más benignos. Thor Heyerdahl sugiere que los pueblos que se asentaron en el Golfo llegaron en balsas desde África del Norte. ¿Podrían ser los mayas la tribu perdida de Israel? ¿Cruzaron algunos el Pacífico desde la India o China? Una cosa es cierta: estos clanes, tribus e imperios crearon su propio mundo, ellos mismos y por sí mismos. Hasta antes de que llegaran los españoles no conocían otra realidad.

El valle de Anáhuac

En México, un país de geografía áspera y dura en general, la altitud cuenta más que la latitud: región fría en la cima de la montaña, caliente en la base. En la vasta extensión de la República, un lugar es privilegiado sobre todos los otros: el altiplano central, una meseta surgida del rigor volcánico hace miles de años cuando la sierra Madre se dividió en dos ramales. Como una herradura gigantesca, el valle de Anáhuac corona la llanura central. Dos volcanes de cimas nevadas adornan el panorama proyectando su silueta abrupta contra el cielo anteriormente azul intenso, cristalino y transparente. Cinco lagos poco profundos reflejaban las montañas que se alzan desde el valle. La luz del día palidece rápidamente, cuando el sol irrumpe en el cielo en una explosión de gloria y desaparece.

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