ANTECEDENTES, EL GOBIERNO FRANKESTEIN
E l domingo 10 de noviembre de 2019 se celebran elecciones generales en España. El Partido Socialista Obrero Español, de la mano de su líder, Pedro Sánchez, antes de los comicios manifestaba que nunca pactaría con Unidas Podemos y transmitía públicamente a la sociedad española del peligro que para España suponía dicha formación. De hecho, el cambio de denominación del partido morado, otrora Podemos, es clave para entender la tragedia humana y económica que asolará España tras el paso de la Covid-19.
Los analistas de carácter económico se escandalizaban con la previsión de futuro al que España se enfrentaría, con una coalición que iba a disparar el gasto público en una situación de la caja de la Seguridad Social más que preocupante. Pero antes de la pandemia económica llegaría la sanitaria.
El «nuevo» partido, socio de Sánchez, ahora llamado Unidas Podemos, declaraba abiertamente con este cambio en su denominación su intención de apoyar a esa vertiente feminista donde hay un buen caladero de votos. Esta significación política sería clave en la gestión de la crisis sanitaria, pues la celebración de la manifestación del 8 de marzo expandió de manera incontrolada el virus por toda la geografía nacional e incluso en el extranjero. Pero volvamos a la campaña electoral de las Elecciones 2019.
Era la antesala de unas nuevas elecciones, puesto que eran los cuartos comicios celebrados en tan solo cuatro años, debido al reparto de escaños de una manera tan proporcional que los pactos entre partidos hacían difícil la formación de un nuevo gobierno. El bloque derecha e izquierda prácticamente empataban en cuanto a escaños. La fragmentación de la derecha, con la incursión de Vox, provocaba que, aunque habían sacado un buen número de votos, los escaños no reflejaban el poder real de los tres partidos, Partido Popular, Ciudadanos y Vox.
El PSOE llegó a ofrecer a Podemos una vicepresidencia para Irene Montero y tres ministerios. «Yo tenía serias dudas, pero al final acepté que tuvieran una vicepresidencia y tres ministerios. Pero lo rechazaron… Dijeron que eran jarrones chinos» —manifestaba Sánchez claramente defraudado y tras verse de nuevo sin poder sentarse en la Moncloa «por culpa de Podemos».
Tras frustrar los comunistas de Pablo Iglesias la investidura como presidente del líder socialista en julio, pese a que entonces sí aceptó la coalición con Podemos con la condición de que su líder no ocupase un asiento en el Consejo de Ministros, y no poder conformar gobierno, se elegía el 10-N para dar paso a unas nuevas elecciones. En la campaña electoral, Pedro Sánchez, presidente del Gobierno en funciones y líder del PSOE, admitió que «no dormiría tranquilo» si hubiese aceptado la coalición de Unidas Podemos y hubiera incluido a ministros «sin experiencia de gestión pública» en su gabinete al frente de Ministerios como el de Hacienda o el de Transición Ecológica.
En una entrevista en La Sexta (la televisión afín al PSOE), Sánchez arremetió contra la propuesta que en julio hizo Iglesias para repartirse ministerios porque ello le llevaría a «dos gobiernos en uno» y, de haberlo aceptado, hoy estaría en la primera crisis”, por las declaraciones de Ada Colau, la líder de En Comú, sobre lo que «ellos llaman presos políticos».
Recuerden sus palabras: «Si hubiera aceptado las exigencias de Pablo Iglesias hoy sería presidente del Gobierno. Pero sería un presidente que no dormiría, como el 95% de los españoles, incluidos votantes de Unidas Podemos. Tendría que haber aceptado que el ministro de Hacienda, de la política energética o el encargado de las pensiones fuera una persona del círculo cercano de Iglesias con poca experiencia de gestión».
Tras la celebración de las elecciones de 2019, los resultados electorales fueron los siguientes:
| Esc. | | Votos | | Porcentaje |
---|
PSOE | 120 | 6.752.983 | 28% |
PP | 88 | 5.019.869 | 20,82% |
VOX | 52 | 3.640.063 | 15,09% |
PODEMOS-IU | 35 | 3.097.185 | 12,84% |
Los disturbios previos en Catalunya por la sentencia del «procés» proyectaron unos resultados peores que en las anteriores elecciones para las formaciones socialistas y comunistas. 155 escaños sumaba la futura coalición socialcomunista. Sí, coalición con comunistas que provocarían insomnio al 95% de los españoles. Dicho pacto se llevó a cabo sin ninguna vergüenza.
Finalmente el Gobierno de España quedó compuesto por una coalición entre PSOE, comunistas, independentistas y proetarras, lo que no se dudó en llamar «Gobierno Frankenstein».
Sánchez regaló a Iglesias una de las vicepresidencias, restándole protagonismo al hijo del terrorista del FRAP, aumentando el número de vicepresidencias y ministerios.
A pesar de la «tontuna» impuesta hace un tiempo con el llamado lenguaje inclusivo, Sánchez forma un Gobierno con contrapesos a Podemos y más ministros del PSOE que independientes. El nuevo Gobierno pierde el sello feminista que adquirió el primer gabinete de Sánchez, formado por 11 mujeres de un total de 17. El nuevo Gobierno, aunque respeta la paridad, está formado por 12 hombres frente a 11 mujeres, si bien la idea inicial del líder socialista era seguir contando con más mujeres que varones. También Unidas Podemos quedó representado por más hombres que mujeres, tres frente a dos: el vicepresidente de Derechos Sociales y Agenda 2030, Pablo Iglesias, el ministro de Universidades, Manuel Castells, y el de Consumo, Alberto Garzón, a quienes se unieron las ministras de Trabajo, Yolanda Díaz, y de Igualdad, Irene Montero.
Y es que el feminismo, la paridad y en definitiva, la búsqueda de votos en ese sector, como se indica al principio de este prólogo, fue clave en el desarrollo masivo de la enfermedad que transmite el coronavirus. Y Unidas Podemos, cuya influencia ideológica sobre la acción de gobierno era cada vez más evidente, a pesar de algunas ministras que intentaron frenarlos.
Y otro nombre clave es el Ministro de Sanidad, «regalo» de Sánchez para el secretario de Organización del PSC, Salvador Illa, un guiño a sus socios independentistas catalanes. Illa, licenciado en filosofía, no cumplía los requisitos que antaño le daban miedo a Pedro Sánchez cuando se refería a la inexperiencia que miembros de Podemos podrían tener al frente de un ministerio.
De hecho, tras su nombramiento, médicos y enfermeros criticaron que le dejaran al frente del Ministerio de Sanidad. «No encaja bien» y «no tiene experiencia», declaraba el presidente de la Organización Médica Colegial (OMC), Serafín Romero. «El Ministerio de Sanidad no debe entrar en el juego de reparto político por lo que supone este departamento para el Estado del Bienestar», criticaba la Organización Médica Colegial. En declaraciones a Europa Press, Romero reconoció que «no encaja bien» que se nombre a una persona de un entorno «no sanitario» para llevar la senda de la sanidad, en un momento en el que el sistema necesita de profundos cambios.
El presidente del Consejo General de Enfermería, Florentino Pérez Raya, también reconoció que le hubiera gustado que el nuevo Ministro de Sanidad, Salvador Illa, tuviese «experiencia, conocimiento y formación sanitaria», como era el caso de María Luis Carcedo, su antecesora en el cargo.
Un PSOE, «experto» en crisis económicas, se ponía al frente de España con récord de ministerios desde el gobierno Suárez, con un Consejo de Ministros del Gobierno de España formado por 23 miembros. Las exigencias de los que apoyaron a Sánchez obligaba a realizar concesiones a modo de prebendas ministeriales.
El Consejo de Ministros quedaba así:
- Presidente del Gobierno: Pedro Sánchez.
- Vicepresidenta ministra de Presidencia y Relaciones con las Cortes: