La guerra civil española supuso no sólo la restricción del movimiento obrero sino además, y de manera trágica, la victoria del brutal régimen fascista de Franco, que gobernaría España durante 36 años.
En 1936, proletarios y campesinos españoles se rebelaron contra la anquilosada y frágil clase capitalista, llevado a cabo en su mayor parte por la facción anarquista de la CNT. Aunque los enfrentamientos en las calles y en el campo fueron desplazando a la anticuada oligarquía española, las luchas que siguieron tras el nuevo gobierno del Frente Popular irán perdiendo sus objetivos y siendo debilitadas por la rebelión militar encabezada por el General Francisco Franco.
Broué y Temime ofrecen paso a paso las medidas radicales que llevo a cabo el Frente Popular para unificar la clase trabajadora y bases campesinas revolucionarias para debilitar a las fuerzas fascistas de Franco. Un estudio riguroso y amplio que presenta los eventos más relevantes y las figuras decisivas de este período de forma clara y comprensible.
Broué, Pierre y Témime, Émile
La revolución y la guerra de España
ePub r1.0
RLull 01.05.16
Título original: La Révolution et la guerre d’Espagne
Broué, Pierre y Témime, Émile, 1961
Traducción: Francisco González Aramburo
Editor digital: RLull
ePub base r1.2
SUMARIO
Notas
[1] Geographie de 4e., Curso Varon (A. Colin).
[2] Espagne, en la colección Petit Planete
[3] Albert Soboul: Les sans-culottes parisiens en l’an II (Tesis).
[4] Para colocar a cada acontecimiento en su marco cronológico se ruega al lector consultar el cuadro sinóptico inserto al final de la obra.
[1] En vísperas de la revolución la Compañía de las minas de cobre de Río Tinto obtenía utilidades anuales de un millón de libras, mientras que su capital era de 4 millones. La duquesa de Atholl (Search lighf on Spain) la acusó de haber financiado la rebelión militar proporcionando a sus jefes libras esterlinas a 40 pesetas, siendo que la tasa de cambio normal era de 80 a 100 pesetas. Observemos igualmente la presencia en España de la gran empresa británica fabricante de armamentos, la Vickers-Armstrong, estrechamente ligada a los Bancos Zubira y Urquijo.
[2] La Traction Light and Electric Power controlaba las 9 décimas partes de la producción de energía eléctrica de Cataluña.
[3] Fue en ese momento cuando, en represalia contra el establecimiento del monopolio del petróleo por el gobierno dictatorial del general Primo de Rivera, el multimillonario norteamericano Deterding retiró su apoyo a la peseta.
[4]Espagne, creuset politique, p. 60.
[5]The Spanish Labyrinth, pp. 87-131.
[6]Rabassaire: aparcero de un tipo especial (rabassa morta: raíz muerta) cuyo arrendamiento terminaba cuando las tres cuartas partes de las plantas estaban muertas. Relativamente favorables en el siglo XIX, estas condiciones se tornaron catastróficas con los estragos de la filoxera y la introducción de plantas nuevas que exigían más cuidados y duraban menos tiempo. Por influencia de Cambó y de la derecha, el tribunal de las garantías constitucionales abrogó la ley votada en favor de los rabassaires por el parlamento catalán en vísperas de la insurrección de 1934.
[7] El trabajo duraba desde la salida hasta la puesta del sol. A comienzos de 1936, la mayor parte de los salarios de los obreros agrícolas oscilaba entre 0.60 y 3 pesetas. Además, el trabajo era, a la vez, intermitente y de estación.
[8] Rabasseire estimó en dos millones el número de campesinos sin tierra. El conservador Mateo Azpeitia afirmó que, además, el 84% de los pequeños propietarios tenía necesidad de un salario para vivir (La reforma agraria en España, Madrid, 1932).
[9] La ley de congregaciones votada por los republicanos, que debía quitarle a las congregaciones el dominio de la enseñanza nunca se aplicó. De las realizaciones laicas de los primeros años de la República, quedaban, en 1936, la separación de la Iglesia y el Estado, la institución del divorcio y la prohibición de la Compañía de Jesús.
[10] Los incidentes de mayo de 1936 son, a este respecto, significativos. Como había circulado el rumor de que sacerdotes y mujeres católicas distribuían bombones envenenados a los niños de los barrios obreros se atacó, casi por todas partes, en Madrid, a las iglesias, a los sacerdotes, y a las personas conocidas por su celo religioso. Todos los partidos, claro está, atribuyeron a «provocadores» el origen de los rumores. Pero para que hubiese quienes les prestasen oídos, fue necesario que el sentimiento anticatólico tuviese singular profundidad.
[11] Ramos Oliveira: Politics, Economics and Men of Modern Spain, p. 438.
[12] El pronunciamiento fracasó ante la huelga general desencadenada por los sindicatos de Sevilla. La policía, que no había intervenido contra los militares, disparó contra los obreros que querían su castigo. Sanjurjo y otros oficiales fueron condenados a muerte. El general declaró ante el tribunal que se había pronunciado para obtener el retorno de dos jesuitas, impedir la aplicación de la reforma agraria y del estatuto de Cataluña (véase más adelante).
[13] El coronel Doval, jefe de Orden Público en Asturias, declaró que estaba «decidido a exterminar la simiente revolucionaria hasta en el vientre de las madres». Ejecuciones sumarias, torturas en gran escala señalaron esta represión de 1934 que la opinión obrera imputó, en bloque, al ejército profesional.
[14] Recuerdo de la época napoleónica en la que algunos burgueses se atrevieron a «colaborar» con el ocupante francés.
[15] Según Victor Alba (Histoire des républiques espagnoles, p. 307), 16 000 personas disponían de todas las acciones del Banco de España cuyas utilidades, en el transcurso de cualquier quinquenio amortizaban el capital. El dividendo distribuido nunca fue inferior al 16%. El año de la represión de Asturias alcanzó el 130%.
[16] Lizarza, en sus Memorias de la Conspiración en Navarra (p. 50), afirmó que el dinero italiano permitió comprar en Bélgica 6.000 fusiles, 150 ametralladores pesadas, 300 ligeras, 10 000 granadas y 5 millones de cartuchos. La primera unidad militar, el Tercio de Pamplona, fue organizada desde el 10 de enero de 1936 (p. 133).
[17] De tal manera, el que llegó a convertirse en el inspirador del partido, Gil Robles, escribió: «la democracia no es para nosotros un fin sino un medio de ir a la conquista de un estado nuevo. Cuando haya llegado el momento, o bien las Cortes se someterán, o bien nosotros las suprimiremos» (El Debate, citado por Brenan, op. cit., p. 280). Gil Robles criticó la «táctica catastrófica» de los monárquicos, que corría el riesgo, a su juicio, por reacción a la dictadura, de provocar una «revolución social, la república comunista».
[18] Jiménez Fernández, especie de «demócrata-cristiano» español fue durante algunos meses la bestia negra de los oligarcas, que lo apodaban el «bolchevique blanco». Como se había permitido citar, en apoyo de sus proyectos, una encíclica de León XIII, un diputado monárquico le respondió: «si tratáis de quitamos las tierras con encíclicas en la mano, terminaremos por volvernos cismáticos».
[19] Entre los que movían los hilos de la Falange, es interesante mencionar, según Hughes, el nombre de Lequerica, más tarde embajador en Vichy y después ministro de Asuntos Extranjeros.