HAZTE UN CRISTAL
A Ti, que naciste para ser una voz.
T U misión es hacerte un cristal.
No un Sol —porque los soles vienen de muy alto—, sino un cristal que concentre los rayos del Sol; les abra camino a través de su transparencia, y ya juntos en haz resplandeciente, lleve su luz aun a los ojos más nublados; aun a las mentes más oscuras; aun a los corazones más dolientes.
Otros, pensaron; otros, descubrieron; otros, penetraron en el corazón del Arcano. Tú, gozoso y humilde, hallarás tu gloria en decir.
Tú no eres la luz; tampoco la luciérnaga es la luz, pero en su cabecita lleva una antorcha. Que tu palabra sea la llama que enciende la antorcha.
Conténtate y gloríate de ser un cristal. Un cristal que a la vez ha de ser un prisma de tres faces, una lente de gran concentración, y una simple lámina, diáfana como el agua en que se desvanece el ventisquero. Prisma de tres faces: para Bondad, para Verdad, para Belleza. Lente que recoja y concentre para dar tono, penetración y fuerza a los mil imperceptibles gemidos de las criaturas tristes, que padecen porque no tienen voz. Lámina igual y diáfana, para no deformar las palabras hondas que ya fueron escritas, y que vienen a ti para que las hagas entender a los sencillos y a los ignorantes.
Hazte un cristal: sé medianero de luz; sirve de puente a la Aurora, que ansia descender hasta el alma tenebrosa del hombre, y al enfermo corazón del hombre, que anhela subir a purificarse y a diafanizarse en la Aurora.
Tu misión es hacerte un cristal. Mas al cristal sólo se llega por la senda de la Humildad, de la Pureza, de la Sencillez, de la Alegría y del Silencio. De la perfecta humildad; de la perfecta pureza; del perfecto silencio; de la perfecta sencillez; de la perfecta alegría.
¿Puedes tú devenir un cristal?…
Perfecta es la pureza de aquel que destierra de sí, todo anhelo que no sea el anhelo de recibir y esparcir la luz.
Perfecta es la humildad de aquel que nunca olvida que la luz viene de lo Alto y no de él, y que no viene sólo para él, sino para toda sombra y toda pena.
Perfecto es el silencio de aquel que no disemina sus pensamientos ni sus ansias en comprender y realizar otros aspectos de la vida, sino que los concentra y totaliza en la perenne y única ansiedad de atraer y difundir la luz.
Perfecta sencillez es la de aquel que se mantiene simple, sin engastes ni adornos, confiado en la sola belleza de la diafanidad, en la virtud suprema de ser verdadero y transparente.
Perfecta es la alegría de aquel que no se deja empañar por nieblas ni tinieblas; que sabe irisar sus propias lágrimas; que olvida su propio dolor, porque sabe que la luz es serenidad y alborozo, y el dolor ajeno transforma en oración —en demanda de la luz—, porque sabe que toda oscuridad y toda pena se curan con la luz.
Tu misión es hacerte un cristal…
¿Quieres tú devenir un cristal?…
EL SENDERO
.º— Nuestro saber, es como la sombra de una nube que el viento arrebata:
Que si alzamos los ojos, ya no hay nube.
Y si los bajamos, ya no hay sombra.
2.º— Ojos limpios requiere la Verdad.
Y puesto que la mente anda enlazada con el alma y el cuerpo en unión íntima y perenne, si el alma y el cuerpo van recargados de impurezas, la visión mental resultará escasa, turbia y vacilante.
Según la pureza de tus ojos, así verás.
3.º—¿Enalteció tu entendimiento y purificó tu corazón?
Entonces, ERA VERDAD.
LAS SIETE CUERDAS DE LA LIRA
.º— NADA, es aquella Substancia única y total, que llenaba el abismo antes de que fueran los mundos.
En el principio, la Nada estaba inmóvil, oscura, silenciosa e informe…, semejante a una densa niebla en que todas las cosas se desvanecen.
Pero en su seno dormían todas las virtudes y todos los anhelos; tal como en la semilla duerme el árbol, con todo su ramaje y su voluntad de florecer.
En la Nada, al influjo de un Pensamiento Divino, surgieron dos tendencias contrarias: una, a permanecer en la Unidad, en un Todo sin manifestaciones; otra, a diversificarse, a manifestarse en múltiples y distintas formas. La primera es Adán, cuyo nombre, escrito inversamente, dice Nada. La segunda es Eva, que significa Vida: anhelo de multiplicarse y diferenciarse en la materia, en la masa, en el ritmo, en la figura, en el color, en la voz, en todos los atributos de la Forma. Eva, escrito inversamente, dice Ave: un símbolo del vuelo, del cambio, de la transformación.
Aquellas dos tendencias contrarias e inseparables, son el origen de esa lucha que se desarrolla en todo lo que vive, y por siempre subsisten: ya sea neutralizándose, como en las electricidades en reposo; ya subsiguiéndose en vaivén incesante, como en el flujo y reflujo del Mar.
La acción y la reacción de esas dos tendencias, determinaron un movimiento en el seno de la Substancia: confuso, arrebatado e irregular al principio, como si fuera un torbellino. Las cosmogonías antiguas les llamaron Caos o Confusión.
Luego el Caos fue lentamente regularizándose y armonizándose, hasta llegar a una vibración rotatoria, intensamente rítmica, y por ella, a configurarse en una Esfera, que es la forma perfecta. Y esta segunda evolución de la Substancia, se llamó La Luz, que ahora decimos El Ether.
Así se formó en el seno de la Substancia, de la Nada, una inmensa Esfera Lumínica, la cual vibra en medio de aquélla, así como esplende un fanal en medio de la noche.
El Ether, ya sujeto al impulso de aquel movimiento de rotación y de las dos tendencias: Adánica y Vital, es este Océano inmenso del Ser y de la Forma, que decimos El Cosmos.
Aquellos tres movimientos primordiales, surgidos de la Nada, palpitante en el Caos, trasmitidos al Ether, se hallan latentes en las entrañas mismas del ser, y manifiestos en todas formas y fenómenos en que la Vida se despliega, y son:
Primera, una tendencia a separarse, a diferenciarse y personificarse, como hacen los astros en la faz inicial de su génesis y de su movimiento de traslación. Segunda, una tendencia a unificarse, a volver a su prístino centro, a confundirse con el Todo, como se ve en los mismos astros, en la fase de retorno del expresado movimiento. Tercera, una tendencia a persistir, a permanecer y perdurar en el estado y forma alcanzados, que son una síntesis cristalizada y mantenida por el movimiento de rotación.
Y esas tres fuerzas primordiales: lo Uno, que tiende a ser vario; lo Vario, que tiende a ser uno; lo que Es, que tiende a persistir, son las tres Virtudes Supremas, que modelan, impulsan y rigen toda la existencia.
2.º— Como la luz del Sol florece en los siete colores del Arco Iris, así aquella otra luz más alta y divina del Ether floreció en siete Ritmos o Vibraciones, que se manifiestan como Fluidos, y determinan toda la escala de la Vida. De su combinación y concordancia nacen los mundos, que todos juntos son El Cosmos.
Cada uno de esos mundos se compone, así, de siete Fluidos, envolventes y penetrantes, más y más sutiles y poderosos, según esta serie ascendente:
Tierra, | lo que es sólido; |
Agua, | lo que es líquido: |
Aire, | lo que es gaseoso; |
Fuego, | lo que dilata y transforma; |
Energía, | lo que da vida y movimiento; |
Atracción, | lo que hace amar y unificar; |
Luz, | lo que hace ver y comprender. |
Los Fluidos, no se hallan combinados en la misma proporción en todos los mundos, sino diversamente en cada uno. Por lo cual, así como de las siete notas musicales y de los siete colores del Iris resulta, combinándose, una diversidad infinita de tonos y matices; así de los siete Fluidos, combinados, surge una diversidad infinita de mundos, y, por consiguiente,