Notas: aclaración
Notas
ACLARACIÓN
A partir de finales de los años setenta comenzó a estar disponible en China una enorme cantidad de nuevos materiales sobre la vida y la época de Mao. Hasta ahora esto ha tenido un efecto doble: en primer lugar, ha invalidado muchas de las interpretaciones sobre la política china del período anterior a la muerte de Mao vigentes en los escritos publicados en Occidente; y, en segundo lugar, a causa de que pocas de las nuevas investigaciones han sido traducidas, ha obligado a que cualquier intento serio de tratar de comprender la personalidad y la política de Mao parta de las fuentes en lengua china. Esto es especialmente cierto cuando hablamos del período anterior a 1960, ya que las autoridades chinas actuales han concedido a los investigadores del partido un amplio acceso a algunos archivos cerrados hasta ese momento, al tiempo que se han mantenido mucho más cautas en lo referente a la década final, de 1966 a 1976, cuando Mao desarrolló una política en abierta contradicción con la seguida en la actualidad. En cambio, los últimos años los especialistas occidentales han centrado sus esfuerzos en el período posterior a 1960. En las notas de este libro se citan las referencias en lengua inglesa siempre que existen traducciones o fuentes secundarias fiables. Cuando una referencia aparece por vez primera, se ofrecen los detalles bibliográficos completos; después, en la primera cita que aparece en cada uno de los capítulos, se ofrece la referencia en forma abreviada. Pero en el caso de las colecciones de documentos en lengua china se repite el título completo. Se utilizan también las siguientes abreviaturas: CHOC (Cambridge History of China); JYMZW (Jianguo yilai Mao Zedong wengao [Los manuscritos de Mao Zedong después de la liberación]); NCH (North China Herald); SW (Selected Works); ZZWX (Zhongyang zhonggong wenxian xuanji [Selección de documentos del Comité Central]).
Agradecimientos
Agradecimientos
Un libro como este representa la culminación de los buenos deseos de muchas personas. A algunas se lo agradezco públicamente aquí, incluyendo a Zhang Yufeng, compañera de Mao durante sus últimos años, Li Rui, ex secretario de Mao, y Wang Ruoshui, antiguo y valiente editor del Diario del Pueblo.
Hay muchos a los que no puedo nombrar. China es actualmente un país mucho más tolerante y liberal que en la época en que construí allí mi hogar, hace veinte años, y su pueblo asume como libertades garantizadas lo que en tiempos de Mao era impensable. Pero todavía ha de llegar el día en que sus ciudadanos puedan ser citados abiertamente sobre cuestiones políticas delicadas sin temer la cólera de sus superiores o los interrogatorios de la policía.
Nadie ostenta el monopolio del conocimiento sobre Mao. Los oficiales del Partido Comunista Chino, los historiadores del partido, los académicos chinos y los antiguos miembros de la casa del presidente que compartieron conmigo sus opiniones divergieron en muchos puntos clave. En algunas ocasiones sus ideas me parecieron poco convincentes (como a ellos las mías). Pero, en conjunto, contribuyeron a iluminar áreas de la vida de Mao que, hasta ahora, se han mantenido hábilmente entre visillos, derribando de paso muchos elementos de la mitología convencional. A todos ellos les expreso mi gratitud.
El proceso de escritura de este libro se vio beneficiado por la inestimable ayuda de Karen Chappell y Judy Polumbaum, que me permitieron pasar un año lleno de bendiciones en un retiro intelectual en Iowa; de Yelena Osinsky; y de Dozpoly Ivan, de la Universidad Sophia de Tokio. Debo un especial agradecimiento a mi amiga y compañera, Mary Price, cuyo lápiz azul intentó valientemente (aunque a veces sin éxito) imponer en mis borradores un corsé de brevedad y rigor intelectual. Mis editores, Roland Philipps desde Londres y Jack Macrae desde Nueva York, merecen el reconocimiento de apoyar un proyecto del que, en ocasiones, ni ellos ni yo veíamos el final. Y Jacqueline Korn, que nunca perdió su fe, resultó un salvavidas vivificador.
Mi mujer, Renquan, no sólo ha vivido con este libro durante siete años —lo que de por sí es bastante duro—, sino que ha pasado buena parte de ese tiempo enfrascada con los textos chinos de los discursos de Mao y los documentos del Comité Central, ayudándome a descifrar sus ambigüedades. Para ella, más que nadie, y para nuestro hijo de seis años, Benedict, que se privó de días en la playa y cuentos al pie de la cama para permitirme luchar con «las hojas de papel en blanco», mi más profunda estimación.
Pekín-La Garde-Freinet, junio de 1999
Biografía
Biografía
Philip Short comenzó su carrera como periodista en 1967 en Drum Magazine en Johannesburgo y Harare. Poco después pasó a colaborar con agencias como Associated Press y con periódicos como Time Magazine o The Financial Times desde Malawi. En 1973 ingresó en la BBC como reportero enviado a Moscú, Beijing, París, Tokio o Washington D. C. Short ha sido también corresponsal de The London Times y de The Economist, y profesor invitado en numerosas universidades. Además de Mao, entre sus publicaciones cabe destacar Banda (1974), biografía del presidente de Malawi, The Dragon and the Bear (1982), donde compara la Unión Soviética postestalinista con la China postmaoísta, Pol Pot (2005), una biografía sobre el principal líder de los Jemeres Rojos, la guerrilla camboyana, y François Mitterrand: A Taste for Intrigue (2014).
1. Una infancia confuciana
Una infancia confuciana
En invierno, el viento aúlla gélido barriendo los campos desnudos de tierra amarilla y seca de Hunan, levantando un polvo que penetra en los ojos de los caballos y obliga a los hombres a protegerse mientras desafían la glacial ventisca. Sus rostros parecen máscaras de cuero. Es la estación muerta del año. Los campesinos, en sus frías chozas de ladrillo y adobe, se envuelven en capas de algodón acolchado y sucio, escondiendo sus manos bajo las mangas; sólo sus cabezas, como tortugas, asoman con cautela entre los pliegues de ropa azul, aguardando tiempos mejores.
Mao nació en una familia campesina de Hunan, en la aldea de Shaoshan, pocos días después del solsticio de invierno; aquel día, en la lejana Pekín, se llevaba a cabo una gran celebración invernal en la que el emperador Guangxu era conducido en solemne procesión hasta el Templo del Cielo para realizar los rituales sacrificiales y dar gracias por otro año transcurrido bajo su protección.
La tradición, estrictamente observada en el caso del hijo primogénito, obligaba a que el niño no fuese bañado hasta pasados tres días desde su nacimiento. Con ello se daba inicio a un año de ritos populares budistas y taoístas, con que los campesinos de todas las épocas se han consolado ante la dureza de su existencia, añadiendo una nota de color y emoción a las severas enseñanzas confucianas que modelaban sus vidas y sobre las que gravitaba la sociedad. Después de cuatro semanas, se procedía a afeitar la cabeza del bebé, dejando solamente un pequeño penacho en la coronilla con que «agarrarlo a la vida». Unas monedas de cobre o, en ocasiones, un pequeño candado de plata, atado a un cordón rojo, se colgaban alrededor de su cuello con el mismo propósito. Algunas familias mezclaban los cabellos que acababan de cortar con pelos de perro y los cosían en la ropa del niño para que los espíritus malignos le confundiesen con un animal y le dejasen solo. Otras ponían un pendiente al niño varón para que los mismos espíritus creyeran que era una niña que no merecía su atención.
Teniendo en cuenta los parámetros de aquella época, la familia de Mao gozaba de una situación holgada. Su padre, un hombre ahorrador que controlaba hasta la última moneda de cobre, añadió posteriormente a sus bienes algo menos de media hectárea y contrató dos trabajadores. Les entregaba una ración diaria de grano y, como gratificación mensual especial, un plato de arroz cocido con huevos, pero nunca carne.