Wolfgang Bauer - Historia de la filosofía china
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- Libro:Historia de la filosofía china
- Autor:
- Editor:ePubLibre
- Genre:
- Año:2006
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Historia de la filosofía china: resumen, descripción y anotación
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WOLFANG BAUER, (1930-1997) fue profesor de lenguas y culturas de Asia Oriental en la Universidad de Múnich. Su renombre mundial le llevó en innumerables ocasiones como profesor invitado a Estados Unidos, Australia y Japón. Fue el primer profesor de estudios sobre China, en 1961, en Heidelberg e impartió clases en Múnich hasta 1966. Fue miembro de la Academia de Ciencias Bávara y recibió la Orden del Mérito de Alemania.
Entre sus obras principales están China und die Hoffnung auf Glück (3.ª ed. 1989), Das Antlitz Chinas (1990), Geschichte des chinesischen Philosophie (2.ª ed. 2006), publicada póstumamente.
Rasgos fundamentales de la filosofía china
Que las primeras preguntas sean muchas veces también las últimas forma parte de las dificultades elementales de muchas disciplinas humanísticas. Esta dificultad se plantea incluso cuando sólo se pretende ofrecer una «visión general» de un dominio particular del conocimiento, en cuyo caso es posible que dicha contrariedad surja de manera aún más evidente.
En lo sucesivo, cuando intentemos proporcionar una visión general de la filosofía china, la primera pregunta —que es al mismo tiempo la última y que quizá debería plantearse de nuevo al final— será si puede hablarse siquiera de una «filosofía china». También en el mundo occidental se ha discutido, recientemente, cuál es el lugar y la razón de ser de la filosofía, pero no se trata de la misma duda. El problema consiste más bien en que el concepto de «filosofía» es, en definitiva, occidental —por diferente que pueda concebirse en cada caso— y se apoya para nosotros sobre una base firme, de modo que podría decirse que la filosofía se ha desvanecido, pero no que nunca haya existido. En el caso de la «filosofía china», sin embargo, cabe preguntarse si no estamos ante una formación de contenido híbrido, ante una contradictio in adjecto, pues, en su sentido técnico, la sabiduría y el «amor a la sabiduría» no son la misma cosa. Seguramente cualquier occidental atribuirá a ciegas (en ocasiones, si puede formularse así, demasiado a ciegas) un alto grado de «sabiduría» a la erudición china, aunque no se asocie con ella necesariamente la búsqueda sistemática de la verdad, vinculada ésta al concepto occidental de filosofía.
La expresión china utilizada hoy para designar la «filosofía» es un concepto traducido del japonés: Zhexue, que significa, literalmente, «doctrina de la sabiduría». Pero en la expresión zhe, «sabio», parece resonar también, cuando se estudia su empleo en la literatura antigua, la idea de «cálculo», de «cleverness» o «astucia», como lo demuestra, por ejemplo, una cita del Libro de las odas (Shijing, siglo VI a. C.), utilizada con gran frecuencia, en el que se emplea esta expresión: «Un hombre sabio (zhe f ū ) puede construir un Estado, una mujer sabia (zhe fù) puede arruinarlo». De todos modos, esta clase de sabiduría no formaba parte del canon de las virtudes chinas tradicionales. El concepto era, en cierta medida, susceptible de libre interpretación, y precisamente por eso se prestaba a su sustitución por la «doctrina de la sabiduría» acuñada en Occidente, en la que, de modo patente, el cálculo desempeña un papel más relevante del que es habitual en la doctrina tradicional de la sabiduría china.
Frente a esta última, la expresión sixiang, «pensamiento», elegida con posterioridad, es conscientemente neutral y moderna (reconocible en la forma compuesta del término a partir de dos palabras). Ésta ha de entenderse, por una parte, como algo más indefinido y, por otra, como algo más amplio, en el sentido de una cosmovisión. Pero, salvo contadas excepciones (la más célebre fue el «pensamiento» de Mao Zedong), sólo se utilizó en expresiones compuestas, como, por ejemplo, sixianshi, «historia del pensamiento». El término sixiang siguió empleándose rara vez para referirse al concepto de «filosofía» (aunque no tanto como ocurre en su idioma con la palabra «intelecto»). En el intento de encontrar en nuestra propia historia un equivalente de «filosofía» de raigambre antigua, los filósofos chinos modernos han hallado también toda una serie de expresiones tradicionales, como, por ejemplo, Daoshu, «arte del camino», Xuanxue, «doctrina de la oscuridad», o Lixue, «doctrina del principio». Pero todas estas expresiones sólo han designado determinadas orientaciones dentro de la tradición del pensamiento chino y ninguna de ellas puede aplicarse a dicha tradición en su conjunto.
Lo contrario es aplicable a una expresión que, si bien puede en principio considerarse el equivalente chino del concepto de «filósofo», en una acepción secundaria (a saber, en bibliografías aparecidas desde el nacimiento de Cristo), sirvió también como terminustechnicus para designar la «filosofía», aunque en un sentido muy amplio: se trata de la expresión zi, oculta y latinizada en la desinencia –cius de Confucius y Mencius y que, por regla general, se traduce como «maestro» (por ejemplo, «maestro Meng», Mencius en el caso del chino Mengzi). La palabra significó originariamente (como todavía hoy) «hijo», aunque se empleó también como un título de nobleza inferior, traducido a menudo como «barón», o con el significado precisamente de «maestro», en el sentido de una distinción espiritual. También se utilizó como tratamiento de cortesía con o sin apellido antepuesto y, sin duda, no sólo para filósofos sino también para otras personas. Es válido, asimismo, para la categoría bibliográfica comúnmente aceptada en la tradición zi, «maestro», que ocupa el tercer lugar dentro de la clasificación en cuatro partes de las bibliografías y que, además, refleja las categorías tradicionales de la cultura: el primer lugar lo ocupan los «clásicos» (jing), establecidos o escogidos por el confucianismo y comparables a la teología en Occidente; en segundo lugar está la ciencia de la historia en su sentido más amplio (shi; en la que se integra por ejemplo la geografía); y en el último lugar, las «colecciones» (ji), en las que hemos de incluir el inmenso ámbito de la literatura. De hecho, dentro del grupo de los «maestros», se encuentran sobre todo filósofos de diversas corrientes, siempre que no hayan tenido cabida entre los clásicos, como gran parte de los confucianos, y hayan experimentado una especie de elevación. Pero entre los «maestros» se ha incluido también a astrónomos, astrólogos y adivinos, pintores y músicos, así como a artistas de una clase totalmente distinta, como por ejemplo, narradores de historias, estrategas militares o cocineros.
A pesar de la confusa amplitud (aunque también característica de nuestro concepto de «maestro») de este campo semántico, del que no puede deducirse ningún concepto abstracto como ciencia, este campo alberga en sí mismo cierto valor informativo: la filosofía se concebía precisamente como un «magisterio» que, si bien se destacaba frente a otros «magisterios» por su ámbito de trabajo puramente intelectual (lo que quedó reflejado en el primer lugar que ocuparon en las bibliografías), en principio no se diferenciaba de la actividad del artista o del técnico. En esta dirección apunta también el hecho de que los primeros filósofos se hallasen dentro del grupo variopinto de hombres que poblaron las distintas cortes principescas, grandes y pequeñas, desde mediados del primer milenio antes de Cristo, y que, asimismo, se componían no sólo de filósofos, sino también de artistas, prestidigitadores, malabaristas, espadachines y gentes de la peor estofa. Los filósofos no tuvieron pretensiones de sublimidad hasta una época relativamente tardía, y esto ocurrió sólo cuando se aproximaron al ámbito «clásico» de corte confuciano.
Otro indicio de que ya desde una época temprana los filósofos de las más diversas tonalidades se consideraron en China como una unidad, lo proporciona el hecho de que en la primera obra histórica fundamental de China, las
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