APÉNDICE
Yahvé en el diván
Muchos teólogos se han planteado una lacerante pregunta: si Yahvé, o sea Dios, es omnipotente e infinitamente bueno, ¿cómo es posible que exista el mal en el mundo? Un Dios bueno y omnipotente lo eliminaría, ¿no?
Solo cabe pensar que quiere eliminarlo, pero no puede, en cuyo caso no es omnipotente; o puede eliminarlo, pero no quiere, en cuyo caso no es infinitamente bueno, sino solo regularejo; o, para agotar las posibilidades, ni puede eliminar el mal ni querría si pudiera, lo que confirmaría que no es ni bueno ni omnipotente. No quiero pensar en la única posibilidad restante: puede y quiere, pero no se decide. En este caso es lícito preguntarle: ¿a qué estás esperando Dios, alma de cántaro, o es que te has tumbado a la bartola, has prolongado indefinidamente el descanso del séptimo día y, mientras tanto, nos tienes aquí jodidos en el valle de lágrimas?
La única fuente de la que disponemos para acceder al conocimiento de Yahvé y de su compleja personalidad es la Biblia. A lo largo de las páginas precedentes lo hemos visto evolucionar desde el Dios severísimo y un tanto atrabiliario de sus primeros tiempos hasta el más tratable e incluso afable a ratos de su madurez. En puridad no es ni uno ni otro, sino los dos a un tiempo. Por eso antes de juzgarlo negativamente quizá sea conveniente considerar las delicadas circunstancias en las que se desarrolló su vida.
La primera etapa de su existencia debió ser muy triste: sin padres, solo en medio de la nada, cuando el mundo no existía todavía, todo el día mano sobre mano en medio de aquel atronador silencio, de aquel insondable vacío… ¿No es para volverse loco o por lo menos paranoico?
Sus circunstancias mejoraron cuando se le ocurrió la feliz idea de crear el mundo, lo que hizo, quizá un tanto atropelladamente, en solo seis días.
Como el resto de sus colegas, Yahvé es henoteísta, o se resigna a serlo, y acepta la existencia de otros dioses que le hacen la competencia, pero su última aspiración es monopolista: exige a su pueblo elegido, el judío, que lo adore solo a él bajo pena de terribles castigos: No vayáis detrás de dioses ajenos, de los dioses de los pueblos que están en vuestros contornos, porque Yahvé, tu Dios, que está en medio de ti, es un Dios celoso; su furor se inflamaría contra ti y te haría desaparecer de sobre la tierra (Dt. 6, 14-15). Un par de veces ha exterminado a la Humanidad, pero siempre deja a alguien para simiente, porque como todo autócrata necesita una claque que admire su poder: Podría haberte golpeado a ti y a tu pueblo con una plaga que os borrara de la faz de la tierra, pero os he dejado con vida para que admiréis mi poder y para que podáis proclamarlo por toda la tierra (Éx. 9, 14-16).
Yahvé, aunque es Todopoderoso, se cansa, pero la verdad es que ignoramos mucho más de lo que sabemos.
¿Es carca Dios? Evidentemente lo es, como todas las personas de cierta edad, además de algo machista, y los derechos humanos le traen al fresco, hay que reconocerlo, pero luego tiene su lado bueno, el de su Hijo, el que predicó «amaos los unos a los otros», el que perdonó a la pecadora porque has amado mucho y, ya en el colmo de la bondad, amad a vuestros enemigos (Mt. 5, 44). Vaya lo uno por lo otro.
De vez en cuando notaremos en Dios ciertas flaquezas morales, como cuando recomienda a los judíos que roben.
En general hay que reconocer que Dios resulta bastante intolerante y quisquilloso en lo concerniente a sus mandatos, los cuales el creyente debe obedecer ciegamente.
Admitámoslo: de la observación de la naturaleza, su criatura, se deduce que Dios es un ser despiadado, sin sentimientos, gratuitamente cruel, incluso sádico. Desde la perspectiva cristiana podemos conocer esos hechos, regidos por leyes inflexibles que emanan de Dios, pero no debemos intentar comprenderlos.
Como nos enseña la santa madre Iglesia, todo debe confiarse a la fe: hay que creer sin ver, o, mejor dicho, creer aunque se vea lo que uno no quisiera ver. El percibido horror de la obra divina solo refleja la limitación de nuestra inteligencia. Si no lo comprendemos, no lo juzguemos.
La Iglesia, madre e intermediaria, juzga por nosotros y nos señala el camino. Esto es como las corridas de toros: no veamos la crueldad, el ensañamiento, la tortura de un bello animal, la incomodidad del asiento, las contumaces moscas, las rodillas huesudas que nos clava en el omóplato el de atrás, el humazo acre y pestoso del habano que fuma el tío de al lado, que nos lo estamos tragando todo; veamos, más bien, el arte de Cúchares, el colorido, la fiesta, el fervor de los aficionados del tendido siete, el embrujo de las damas de mantilla, el vestido brillante de los toreros, las posturitas que componen, el pasodoble voluntarioso de la banda de música, los alegres cascabeles de las mulillas, que arrastran el cadáver ensangrentado y apuntillado de la res dejando un reguero de sangre sobre el dorado albero…
Todo se puede ver de dos maneras.
Dios también. Y Él (que es Ella) lo agradecerá.
Bibliografía
ALBAIGÈS I OLIVART, Josep M., Los misterios del templo de Salomón. Historias, personajes e interpretaciones, DeVecchi Ediciones, Barcelona, 2009.
ALBRIGHT, William Foxwell, Arqueología de Palestina, Garriga, Barcelona, 1962.
—, De la edad de piedra al cristianismo. El marco histórico y cultural de la Biblia, Sal Terrae, Santander, 1959.
AMBELAIN, Robert, Los secretos de Israel, Martínez Roca, Barcelona, 1996.
ARCE, Agustín, Itinerario de la Virgen Egeria (381-384), Biblioteca Autores Cristianos, Madrid, 1980.
ARDÈVOL PIERA, Elisenda (coordinadora), Antropología de la religión. Una aproximación interdisciplinar a las religiones antiguas y contemporáneas, Ed. UOC, Barcelona, 2003.
ARMSTRONG, Karen, Historia de la Biblia, Debate, Barcelona, 2007.
ARNOLD, Bettina, «Pseudoarchaeology and nationalism», en Garrett G. Fagan (ed.), Archaeological Fantasies: How Pseudoarchaeology Misrepresents the Past and Misleads the Public, Routledge, Londres, 2006. pp. 154-179.
BERLITZ, Charles, En busca del arca perdida de Noé, Círculo de Lectores, Barcelona, 1989.
Biblia de Jerusalén, Desclée De Brouwer, Bilbao, 1975.
CABALLERO LÓPEZ, José Ángel, «Mito e historia en la Crónica General de España de Florián de Ocampo», AISO. Actas VI (2002), pp. 397-405.
CAMPBELL, Joseph, Transformations of Myth Through Time, Harper and Row, Nueva York, 1990.
COLLINS, Lorence, y David Fasold, «Bogus “Noah’s Ark” from Turkey Exposed as a Common Geologic Structure», Journal of Geoscience Education, núm. 44, 1996.
DAWKINS, Richard, The God delusion, Bantam Books, Londres, 2006.
DE HARO IZQUIERDO, Fernando, El islam en el siglo XXI . Entrevista a Samir Khalil Samir de Fernando de Haro Izquierdo, Ed. Encuentro, Madrid, 2017.
DE VAUX, ROLAND, Studies in Old Testament Sacrifice, University of Wales, Cardiff, 1964.
DELITZSCH, Friedrich, Wo lag das Paradies?: Eine biblisch-assyriologische Studie, Hinrichs, Leipzig, 1881.
DEVER, William G., «Archaelogical Views: The Western Cultural Tradition is at Risk», Biblical Archaeology Review, marzo-abril de 2006, vol. 32, núm. 2, pp. 26-76.
DÍAZ -PLAJA, Fernando, La Biblia contada a los mayores, Plaza y Janés, Barcelona, 1976.
DIODORO SÍCULO, Biblioteca Histórica. XVIII-XX, Gredos, Madrid, 2014.
DOS SANTOS VAZ, Armindo, A visão das origens em Génesis 2,4b-3,24: coerência temática e unidade literaria, Ediçoes Didaskalia, Ediçoes Carmelo, Lisboa, 1996.
DU CLOT DE LA VORZE, Joseph-François, Vindicias de la Sagrada Biblia contra los tiros de la incredulidad y su defensa y justificación de toda nota de contrariedad con la humana razón, los monumentos de la historia, ciencias y artes, la física, la geología, la cronología, la geografía, la astronomía, etc