AGRADECIMIENTOS
Para volver a relatar la historia de ficción de «Karl Hoffmann» y extraer la historia real que hay detrás he recibido una gran ayuda de amigos, parientes y otras personas vinculadas a la autora y su tema, el reverendo Leopold Bernhard.
No habría podido presentar la ingente cantidad de información nueva, ni verificar la autenticidad de la antigua, sin la generosa ayuda de
Christopher Brown
Auxiliar de consulta e investigación
Instituto Histórico de Concordia
Joel Thoreson
Archivero adjunto
Iglesia Evangélica Luterana de América
Helen Kressmann Taylor Crisp
hija de Kathrine Kressmann Taylor
Thelma Bernhard Nesbitt
hija de Thelma Kaufman Bernhard
hijastra de Leopold Bernhard
Dr. Arnold Keller
Milton Kotler
Profesor Robert Jenson
Investigador Jefe
Centro de Investigación Teológica
Reverendo William Kirsch-Carr
Archivero, Sínodo Metropolitano de Nueva York
CHARLES DOUGLAS TAYLOR
hijo de Kathrine Kressmann Taylor
EL AUTÉNTICO «KARL HOFFMANN»
(epílogo de Charles Douglas Taylor,
hijo de Kressmann Taylor)
De la autobiografía inacabada
De la AUTOBIOGRAFÍA INACABADA
de Leopold Bernhard (1984)
guardada, mecanografiada y ofrecida por Thelma («Thelma Junior») Bernhard Nesbitt, hijastra de Leopold Bernhard
PRÓLOGO
Por qué se escribe este libro: como recordatorio personal de la increíble gracia de Dios.
Cuando llegué a Estados Unidos el 12 de enero de 1938 tenía 23 años, 20 dólares en el bolsillo y había completado mis estudios académicos obligatorios en teología, y eso es todo. Hoy, 26 años después, recuerdo que conocí y trabé amistad con diversos gigantes intelectuales y espirituales del siglo. Me he relacionado con gente pobre y despreciada y con personas ricas y famosas, y con algunas de las personas más importantes de nuestra época. He servido en 14 parroquias de Estados Unidos, algunas pequeñas e insignificantes, algunas muy influyentes y conocidas, no sólo dentro sino también más allá de mi propia confesión. Formé parte de la Iglesia Luterana Unida de América durante exactamente la mitad de su existencia, y de la Iglesia Luterana de América que le sucedió desde sus inicios en 1962.
Mi vida estuvo llena de sorpresas asombrosas, pero sobre todo me embarga un sentimiento de profunda gratitud por mis experiencias.
CAPÍTULO I
ORIGEN: Mis padres, abuelos y antepasados
Mi padre había sido oficial militar de la Alemania imperial. Tras la derrota de la Primera Guerra Mundial y la Revolución de 1918 se convirtió en ProKunst del cártel de empresas de Hugenberg, que incluía algunos de los periódicos y editoriales más influyentes del país, la industria cinematográfica, la industria siderúrgica y del carbón, y algunas de las principales industrias de electrodomésticos y armas, el principal servicio de noticias alemán, Deutsches Nachricten Bureau (DNB), etc.
Mi abuelo, Leopold Bernhard, de quién recibí el nombre, fue el inventor del hierro ondulado y del telón de acero, la cortina capaz de contener el fuego declarado en un teatro de escenario a escenario, y era el único fabricante de estos telones y todos los hangares para zepelines del mundo y de barracones militares para el Ejército Imperial Alemán. Se convirtió en un hombre muy rico. Se casó con Clara Damke, que procedía de una familia berlinesa de abolengo. Ella era muy inteligente y muy obstinada: escribió y publicó diversos libros de cuentos infantiles.
Mi padre era el menor de cuatro hijos. Su hermano mayor, Ernst, fue un ermitaño. Dedicó su vida a la filosofía, sobre la cual publicó al menos un libro voluminoso. El siguiente hermano era Ludwig, que a los 22 años ya tenía dos doctorados, uno en derecho de la Universidad de Berlín y otro en economía nacional de la Universidad de Viena. Se convirtió en profesor adjunto extraordinario de economía nacional en la Universidad de Posen, en la Prusia del este. Mientras estuvo allí ayudó a Alfred Hugenberg en la financiación del DNB y el consorcio de empresas que llevaban su nombre. Fue vicepresidente primero de esa organización durante toda su vida. A los 27 años, en 1911, Ludwig fue nombrado profesor extraordinario a tiempo completo en la cátedra de economía nacional de la Universidad de Berlín, a instancias del último káiser. Su presencia allí despertó la protesta pública de algunos de los miembros mayores de la universidad, entre ellos los otros profesores de economía, que se oponían enérgicamente a que nombraran a un profesor tan joven en una de las universidades más famosas de Europa. El asunto terminó en un duelo entre Ludwig y un representante de la universidad. Ludwig permaneció en la Universidad de Berlín hasta su muerte en 1936. Durante la Primera Guerra Mundial, Ludwig sirvió como ayudante y concejal del general Ludendorf. Durante ese periodo preparó la legislación de la reforma agraria para la Prusia del este y del oeste, que en gran medida puso fin al dominio de los Junkers. En 1932, el general Schleicher invitó a Ludwig a convertirse en Ministro de Educación y Cultura, pero Ludwig declinó la propuesta.
El abuelo Bernhard murió en 1907, antes de que mi padre conociera a mi madre. Había construido una casa enorme en Berlín en la década de 1880. En aquella época, su amigo, el teólogo Arnold Von Harnack, edificó su casa a la derecha de Villa Bernhard. El Deb–? hizo la suya a la izquierda. (Sé que al menos Villa Bernhard sigue estando donde se construyó). Es una casa descomunal con unas 35 habitaciones y un amplio jardín, en un extremo del cual mi abuelo construyó una bolera.
Hasta noviembre de 1913, mi abuela viuda y sus tres hijos vivieron juntos en sus propios apartamentos de la casa. Se había ordenado a los tres hijos que no se casaran y que se quedaran con su madre hasta que muriera. Mi padre fue el único que desobedeció aquella ORDEN. Mi madre y él se casaron el 13 de noviembre de 1913. La abuela nunca les perdonó. Pero su rabia no iba dirigida contra mi padre o sus hijos, sino contra mi madre, que sufrió el maltrato psicológico y la frialdad de su suegra hasta que la abuela falleció en 1938, y para entonces yo ya estaba en Estados Unidos.
Ernst y Ludwig continuaron viviendo con su madre hasta que ambos murieron: Ernst murió en 1935, y Ludwig en 1936. La abuela tuvo que enterrar a sus dos hijos mayores.
Por razones desconocidas para mí, el negocio de manufacturas no superó la derrota de Alemania en la Primera Guerra Mundial y sus consecuencias, la Revolución de 1918 y la inflación de los primeros años veinte. La casa de Berlín y los edificios de la fábrica eran lo que quedó de lo que en el pasado había sido una enorme fortuna. La casa era propiedad de la abuela junto con el dinero restante. El abuelo había legado la fábrica y sus edificios e instalaciones a sus cuatro hijos, pero las ganancias de la fábrica fueron a parar a mi abuela hasta que murió. Se obtenían beneficios prestando el complejo de la fábrica a otros fabricantes, lo cual contribuía a generar unos ingresos más que generosos para el estilo de vida de mi abuela.
Mis recuerdos más vívidos de la abuela son los siguientes:
- Nochebuena.
- El 27 de diciembre, cumpleaños de la abuela, que se celebraba en una reunión anual de lo que en el siglo pasado era conocido como «el Salón», donde se concentraban muchas de las figuras europeas más importantes de la política, el mundo académico y las artes.
- Tardes en casa de la abuela con chocolate caliente y cuentos que explicaba ella misma. Yo tenía entre 5 y 10 años.
- Jugar en el jardín de casa de la abuela con amigos del colegio como los Weiszcieckers. Richard(?), que ahora es el alcalde de Berlín, Friederich, que ahora es un renombrado físico y filósofo.
- El tío Ludwig: tres ejemplos de conversación personal conmigo.