JOSÉ LUIS MARTÍNEZ n. Aloyar, Jalisco, 1918. Cronista de la Ciudad de México desde 1975. Es autor de los siguientes libros: Literatura mexicana: Siglo XX, La expresión nacional, La emancipación literaria de México, El ensayo mexicano moderno, La luna, Nezahualcóyotl. Vida y obra, Cuidad y diversidad de la literatura latinoamericana y Pasajeros de Indias. Ha sido Embajador de México en Perú (1961-62), ante la UNESCO (1963-64) y en Grecia (1971-74). Director General del Instituto Nacional de Bellas Artes (1965-1970), Director General del Fondo de Cultura Económica (1976-1982) y Director de la Academia Mexicana de la Lengua (1980).
Nuevo preliminar
Hace ya casi una década inicié la preparación de los que luego serían seis volúmenes de El mundo antiguo, que en nueva edición publica ahora, como la primera vez, la Secretaría de Educación Pública. Además de lo que refiero al principio de la «Introducción general», añado aquí otras circunstancias que merecen conservarse.
Cuando emprendí la preparación de la tarea que me confió el Secretario de Educación, aplacé cuanto tenía entre manos. Él aprobó el crecimiento del primer modesto plan, me dio una secretaria, me hizo una única sugestión, que escribiera introducciones para cada texto, y me dejó trabajar. Luego confió la edición de la obra a la doctora María del Carmen Millán, entonces Directora General de Divulgación de la SEP.
Debo pues la excelente realización de estos libros a mi amiga la doctora Millán (fallecida el 1.º de septiembre de 1982) y a su equipo técnico encabezado por Roberto Suárez Argüello y Felipe Garrido. Ellos hicieron posible la aparición de estos volúmenes llenos de ilustraciones, cuadros y mapas, con pulcritud excepcional, en un plazo muy breve.
Una vez por semana venía Felipe Garrido a casa para traerme pruebas, llevarse los libros de los que había que reproducir las ilustraciones elegidas y precisar detalles de los textos o de las imágenes: una figura femenina en la tapa, un músico en la contraportada, una madre en la cuarta de forros. Renuevo aquí mi agradecimiento a todos ellos.
Una experiencia personal. Paul Valéry defendió la utilidad de los trabajos de encargo. Ciertamente, por mi propia decisión, no hubiera emprendido una tarea como ésta sin un motivo externo y tampoco la hubiese hecho sin la libertad y disponibilidad completas que entonces pude disfrutar. Contaba con muchos años de lecturas y curioseos en variados dominios; pero también había zonas que conocía mal o ignoraba; y tenía felizmente conmigo la mayor parte de los libros que requería. Durante año y medio leí, seleccioné, redacté, traduje y corregí sin descanso. Las 2500 páginas de los seis tomos tienen 496 cuartillas de mis estudios, cerca de 250 de traducciones —con la ayuda de mi familia y amigos—, 53 de la «Guía bibliográfica» que va en el sexto tomo, y centenares de ilustraciones con sus respectivos pies. Pese a las fallas e insuficiencias de los resultados, celebro a fin de cuentas el beneficio del encargo.
En el proyecto consideraba un tomo más, que se dedicaría a la Edad Media europea, con el cual debería cerrarse el ciclo precedente a la Edad Moderna. El crecimiento de la obra y el fin del periodo presidencial lo impidieron. Aunque guardo algunos materiales, temo que no lo emprenderé. Aun sin este complemento, creo que El mundo antiguo como está tiene unidad.
A raíz de la aparición de la primera edición, algunos de los comentarios publicados contenían sugestiones plausibles que ahora aprovecho. Gabriel Zaid me envió una notable traducción de Luis Astey V., de El poema de la creación, Enuma elish (Monterrey, 1961), sumerio-babilónico, pasajes del cual se incorporan en apéndice a este primer tomo. Y José Emilio Pacheco echaba de menos, en el tomo III, el Odi et amo de Catulo que, por su brevedad punzante, aquí copio en traducción de Rubén Bonifaz Nuño:
Odio y amo. Por qué lo haga, preguntas acaso.
No sé. Pero siento que es hecho y me torturo.
LXXXV
En el mismo tomo añado pasajes del profeta bíblico Isaías, amplío los textos de Cicerón e incorporo a Tibulo, que faltaba.
Con el propósito de utilizar los negativos de la primera edición, sólo se corrigen las erratas mayores, se pone una lista de las demás advertidas y se añaden en apéndices, a los volúmenes correspondientes, los nuevos textos mencionados.
JOSÉ LUIS MARTÍNEZ
Introducción general
El proyecto inicial y sus modificaciones
A fines de 1974, el secretario de Educación Pública, Víctor Bravo Ahuja, me comunicó su deseo de encargarme la preparación de una obra que fuera, en cierta manera, una versión moderna y más amplia, en contenido y propósitos, de las Lecturas clásicas para niños promovidas por José Vasconcelos en 1925. La intención principal de la nueva obra sería la de contribuir a la formación espiritual y cultural del hombre de nuestro tiempo.
El proyecto inicial que preparé para responder a aquella sugestión contenía algunas directrices que se han mantenido y otras que ha sido necesario modificar. La idea de seleccionar y presentar, en las grandes culturas de la humanidad y en sus fuentes originales, los textos representativos de las creaciones intelectuales en cuatro sectores: mitos, creencias, ideas e imaginación, se ha mantenido. En cambio, el propósito de realizar un gran volumen, o acaso un par de ellos, pronto vino a ser imposible por la amplitud que iba adquiriendo la obra. Finalmente, fue indispensable separarla en dos grandes partes, el mundo antiguo y el mundo moderno, concentrarse por el momento en la primera de ellas, y aceptar además que era conveniente dividir aun esta primera parte en varios volúmenes. En aquel primer esbozo de la obra, en fin, quería que la ilustraran pintores y dibujantes mexicanos, pero la brevedad de los plazos nos hizo renunciar a aquella idea y optar por las ilustraciones documentales. Sin embargo, la ausencia de interpretaciones plásticas originales puede compensarse con imágenes de las propias culturas que completan el sentido de los textos.
Así pues, la obra cuyo primer volumen el lector tiene en sus manos es un intento de reunir los momentos sobresalientes de las creaciones humanas en los campos del saber y la imaginación, y aquello que ha sido más importante para la propia formación del hombre. Éste es, en suma, un primer repertorio para acercarnos al conocimiento del patrimonio de los pueblos que llamamos cultura escrita.
Propósito
El propósito principal que orienta esta obra es, más que pretender una imagen histórica de la cultura, el de ofrecer las fuentes de donde surgieron las ideas, los mitos y las ficciones acerca de lo sagrado y acerca de la naturaleza y la historia del hombre. En nuestro tiempo abundan los estudios acerca de cuestiones cada vez más especializadas, mientras que van quedando olvidados los orígenes o los planteamientos iniciales de los que surgieron aquellas cuestiones. Por ello, la presente obra quisiera ser un repertorio para satisfacer curiosidades del maestro, del estudiante o del aficionado que se interese por saber por qué somos lo que somos y por qué pensamos lo que pensamos, qué han pensado otros pueblos remotos y qué nociones e imágenes compartimos aún con ellos. Poder precisar, por ejemplo, cuál fue la expresión inicial de ciertos mitos que subsisten en nuestro lenguaje cotidiano, cuáles fueron las formulaciones y las enseñanzas de las principales creencias religiosas, cuáles son las postulaciones originales de las ideas en que se apoya nuestro pensamiento y qué hicieron y qué pensaron los hombres que han sido los motores de la historia.