INTRODUCCIÓN
Es fácil calcular el interés que tendría el libro en que se recopilasen sus cartas impresas y tantos documentos que le tocan y todavía permanecen ignorados.
JOSÉ TORIBIO MEDINA
El cúmulo de documentos
La personalidad de Hernán Cortés se distingue entre las de sus contemporáneos por contar con un cúmulo de documentos, escritos o encargados por él o dirigidos a él. Además de sus Cartas de relación, escribió, dictó o promovió instrucciones, ordenanzas, memoriales, demandas, defensas, acusaciones, probanzas, interrogatorios, recibos, contratos, documentos sucesorios, cartas personales y testamento; y recibió cédulas, provisiones, instrucciones, nombramientos y cartas reales o de los órganos de gobierno, e informes, denuncias, reclamaciones, demandas, acusaciones, cuentas, procesos y cartas privadas. Esta abundancia documental se debe, en primer lugar, a sus numerosas actividades públicas, aunque también a sus negocios y pleitos. Estos últimos, promovidos por él o enderezados contra él, comenzaron con su salida de Cuba y su llegada a tierras mexicanas, lo siguieron hasta su muerte y prosiguieron con sus sucesores. Por lo regular, sus pleitos y gestiones estaban encomendados a sus procuradores, en España y en Nueva España, pero siempre con su designio y su mano tras ellos. Creo que en un solo caso —ciertas negociaciones de Juan de Ribera con el Consejo de Indias— puede suponerse que sus agentes se propasaron de sus instrucciones.
Además de sus acciones militares, en los años de la conquista; de las políticas y administrativas, y de las expediciones y empresas económicas, en los años posteriores, Cortés pasó buena parte de su tiempo escribiendo, dictando, revisando y apurando a sus agentes el seguimiento de sus negocios, gestiones y pleitos. Durante su última década en México, 1530-1540, los pleitos más importantes que empujaba al mismo tiempo pueden ser alrededor de cincuenta. Unos cuantos se fallaban en su favor o en su contra, y la mayoría continuaba arrastrándose sin solución, suspendidos y sordamente amenazantes, como el juicio de residencia y las acusaciones criminales.
Fue una personalidad conflictiva, a causa de lo mucho que hizo y que tuvo, y porque desde el principio de su actuación quiso violentar el curso de las cosas según su propio designio, que no coincidía siempre con la justicia o con la política de la Corona.
Sin embargo, en esta abundancia de documentos cortesianos hay un vacío notorio: los escritos íntimos y propiamente personales. ¿Nunca escribiría un recado amoroso para sus mujeres o sus amantes, o de cariño para sus hijos, parientes o amigos? Aquí y allá quedan breves rastros de sus afectos, pero nada de sus pasiones, como si el pudor del hidalgo español se las prohibiera.
Otras lagunas importantes son las de sus años juveniles, en Santo Domingo y en Cuba, de las que podrían quedar al menos nombramientos y contratos, no encontrados hasta ahora. Faltan también los documentos emitidos durante la conquista de México: actas de posesión, requerimientos y sometimientos de vasallaje, incluido el del señor Motecuhzoma, a los que Cortés suele referirse, y que debieron perderse en la Noche Triste. Hay noticias, además, de otros documentos de cierta importancia, nunca hasta ahora encontrados, si es que existieron, como la supuesta primera Carta de relación, así como otras relaciones menores que pudieron desaparecer en naufragios, robos o secuestros.
Mas a pesar de aquella ausencia de papeles íntimos y de estas lagunas, lo que nos queda es enorme y permite un conocimiento muy amplio de la personalidad y las acciones de Cortés y de la historia de la época.
Criterios para la selección
Con exclusión de las Cartas de relación, en los presentes Documentos cortesianos se incluyen, en primer lugar, los firmados por Cortés y los escritos en su nombre o por encargo suyo. En segundo lugar, aquellos dirigidos a él y que le incumbían o le afectaban de manera directa, como cédulas, provisiones, instrucciones y asientos o contratos reales; y otras instrucciones —las que recibió de Diego Velázquez, por ejemplo—, juicios, probanzas, denuncias, reclamaciones y documentos enderezados contra él. Y en tercer lugar, informes acerca de hechos que interesaban a Cortés —como los que refieren lo ocurrido en México durante su ausencia por el viaje a las Hibueras—, listas de aprovisionamientos de sus naves para expediciones o para su viaje de regreso a Nueva España, o de remisiones al rey y a otros del quinto real y de joyas y objetos indígenas.
En los casos de documentos muy extensos y repetitivos, como las declaraciones de los testigos en el juicio de residencia y en otros juicios y probanzas, se han seleccionado los más interesantes o sus pasajes relevantes.
Con todo y la amplitud de estos tres grupos de documentos —directos, indirectos y circunstanciales, como los complementos gramaticales— hay muchos que se han omitido por su menor importancia o su relación más lejana con el tema. De ellos se dan dos listas especiales, con indicación de sus fuentes. La inclusión de la totalidad conocida o ahora encontrada de los documentos sólo añadiría fárrago y casi duplicaría esta recopilación ya demasiado extensa.
Procedencia de los documentos y recopilaciones
De dos grandes repositorios, el Archivo General de Indias, de Sevilla, y el Archivo General de la Nación, de México, que guarda este último la más importante colección cortesiana llamada Archivo del Hospital de Jesús, procede la mayor parte de los documentos aquí reunidos. Algunos se encuentran en otros archivos españoles, como el de Simancas; estadunidenses, como los de la Colección Harkness, en la Biblioteca del Congreso de Washington; o mexicanos, como algunas cartas y cédulas que se recogen en las Actas de cabildo de la ciudad de México, en cedularios del antiguo ayuntamiento, en el Cedulario de Puga o contratos que guarda el Archivo de Notarías; o bien en la antigua Biblioteca Imperial de Viena, como algunos documentos que figuran en el