Barbara Holland-Cunz es doctora en filología, accedió a la docencia universitaria como profesora de ciencias políticas y en la actualidad imparte clases en el Departamento de Ciencias Políticas de la Freie Universitat Berlín. De 1988 a 1993 trabajó como ayudante en la Universidad de Francfort del Main, centrando en este periodo sus investigaciones en el ámbito de la mujer. Sus campos de trabajo son la teoría política y la historia de las ideas, las investigaciones en torno a la mujer desde una perspectiva sociológica y la filosofía de la naturaleza.
Feminismos
Consejo asesor:
Giulia Colaizzi: Universidad de Minnesota / Universitat de Valencia
María Teresa Gallego: Universidad Autónoma de Madrid
Isabel Martínez Benlloch: Universitat de Valencia
Mercedes Roig: Instituto de la Mujer
Mary Nash: Universidad Central de Barcelona
Verena Stolcke: Universidad Autónoma de Barcelona
Amelia Valcárcel: Universidad de Oviedo
Olga Quiñones: Instituto de la Mujer
Dirección y coordinación: Isabel Morant Deusa: Universitat de Valencia
Prefacio
En el campo de las ciencias, una de las obligaciones más agradables consiste en dar, al término de un largo proceso de trabajo, por fin las gracias a todos aquellos que, por medio de consejos, crítica, conversaciones y ánimo, han procurado que el ejercicio de pensar y redactar no se haya convertido en una empresa excesivamente solitaria.
Doy las gracias a los estudiantes que participaron en mis seminarios de la Universidad de Francfort del Main en el semestre de invierno de 1990/91 y los semestres de verano de 1991 y 1992 por los estimulantes debates que pudimos mantener, deseando que hayan aprendido en estos seminarios tanto como yo.
Importantes indicaciones y referencias bibliográficas debo a Michela Betta, John Ely, Ursula Homung, Thomas Jahn, Isabell Lorey, Sigrid Müller, Katharina Pühl, Anja Ruf, Irmgard Schultz, Birgit Seemann, Sandra Singer y Peter Staudenmaier.
Brigitte Aulenbacher, Ursula Beer, Thomas Jahn, Valerie Kuletz, Karla Schmidt, Sandra Singer e Irmgard Schultz tuvieron la amabilidad de discutir conmigo algunas primeras reflexiones sobre diferentes partes del trabajo. Sus comentarios resultaron muy provechosos y útiles; especialmente las controversias mantenidas con Thomas Jahn y Ursula Beer contribuyeron en gran medida a definir mi propia postura. Muchas gracias a todos ellos. Michael Scharping sometió el manuscrito final a una crítica exhaustiva, por lo cual le doy igualmente las gracias. También Katharina Pühl aportó su crítica al concepto final. Las observaciones de ambos seguramente no han encontrado la justa consideración en la versión final.
A mi grupo de trabajo dedicado durante muchos años a analizar el estado de la teoría y de la práctica feminista le doy las gracias por unos debates siempre emocionantes y fructíferos: a Michela Betta, Regina Dackweiler, Ursula Homung, Christine Kruse, Isabell Lorey, Marion Schacht-Sprenger y Britta Schmitt. ¡A cualquiera cabe desearle un ambiente de trabajo como el que yo he podido disfrutar! Asimismo, he tenido ocasión de debatir de forma regular la evolución de fenómenos teóricos y prácticos con Dörthe Jung, Ute Annecke y Uta Ruppert, por lo cual les doy las gracias.
Mi agradecimiento también a Marion Schacht-Sprenger por la ayuda prestada a la hora de elaborar para el manuscrito de imprenta las traducciones definitivas de las citas en inglés.
Erich Weiss soportó conmigo toda la lectura de corrección: gracias, y gracias en especial por los ánimos que me ha dado a lo largo de todo el largo proceso de redacción.
La dirección del proyecto, en el marco de una habilitación docente universitaria, tengo que agradecérsela a Josef Esser, quien acompañó todo el desarrollo del trabajo en calidad de principal representante de la disciplina y con el talante tranquilo, escrupuloso y solidario que le es propio. A Iring Fetscher y Ursula Beer les agradezco sus importantes indicaciones referentes a modificaciones del manuscrito con vistas a su publicación.
En último lugar, aunque no en cuanto a su importancia, hay que hacer referencia al aspecto material de la producción del texto: Lotte Rahbauer se encargó tanto de la versión final del manuscrito como de su composición, demostrando así mantener en todo momento la perspectiva sobre el texto global, lo cual me permitió sentirme totalmente tranquila y desinhibida a la hora de escribir y retocar. Mi especial agradecimiento a ella por el excelente trabajo realizado.
Francfort del Main/Berlín, octubre de 1993
Barbara Holland-Cunz
1. Minorías sin voz dentro de la historia de las teorías
«… los elementos eróticos, presentes ya en la tradición científica, son muy importantes, aunque menos evidentes» (Keller, 1989: 293).
«Pero en la historia existen únicamente con sordina, como minoría sin voz a la que en el uso lingüístico dominante no se le presta oído» (Keller, 1986: 132).
1.1 Esbozo de los temas de estudio
Desde hace tiempo se conocen los motivos y las dimensiones de la destrucción de la naturaleza. Ya en el siglo pasado, la emisión de elementos nocivos por parte humana ocasionó la destrucción en ámbitos regionales de áreas boscosas, destrucción que se pretendió evitar con el fácil remedio de elevar la altura de las chimeneas de las fábricas. También el problema ecológico más reciente, y de mayores efectos globales que se haya conocido, el peligro al que se ve expuesta la atmósfera terrestre debido a la reducción de ozono en la estratosfera y a cambios climáticos de alcances difíciles de predecir, cuenta desde hace años con mediciones y clasificaciones de lo más exactas. Al «descubrimiento» en 1986 del agujero de ozono en la Antártida precedieron advertencias precisas ya desde 1971 (Bundestag alemán, 1989: 102); el efecto invernadero provocado por las emisiones constituyó ya en la década de 1980 en numerosas ocasiones tema de conferencias y comunicados internacionales. La breve atención que la política y los medios de comunicación lograron atraer hacia la Conferencia sobre la Tierra de Río de Janeiro lleva a olvidar que ya en 1972 Naciones Unidas había deliberado en Estocolmo en torno al tema de «El medio del ser humano», resaltando en su documento final, aparte de una perspectiva instrumental y antropocéntrica, la comunidad del ser humano con la naturaleza (véase la Declaración de las Naciones Unidas, 1980).
De forma más bien esporádica, las ciencias sociales se han venido ocupando desde la revolución industrial de los efectos de la acción humana sobre la naturaleza extrahumana. Incluso la corriente de crítica al capitalismo compartía, por lo menos dentro de su principal cauce discursivo, la creencia en el progreso necesario y continuo, y en el desarrollo ilimitado de origen humano. En lo tocante a este punto, la teoría crítica puede ser aislada como uno de los pocos ámbitos en donde se practicó el escepticismo teórico-social; hasta la década de 1970 son contadas las ocasiones en que se formula una frase tan comprensiva como la siguiente: «La esperanza… se basa en que la creación animal sobreviva no solo a la injusticia que le sobrevino de mano del hombre, si no incluso al hombre mismo, y engendre una especie mejor que finalmente lo consiga» (Adorno, 1976: 148). En el circo y en el matadero, se afirma en la Dialéctica de la Ilustración, «… los seres faltos de razón han podido experimentar siempre la razón» (Horkheimer/Adorno, 1968:295). Actualmente desaparece un promedio de una especie animal o vegetal por día (Dankelman/Davidson, 1990: 12).
En la reflexión teórico-social, la razón compasiva, una forma de pensar que se caracteriza por un sentido de comunidad hacia la naturaleza no humana, se encuentra hasta hoy marginada. Resulta sintomático que el libro de Ulrich Beck