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Karl Schlögel , nacido en 1948, fue profesor de Historia de Europa del Este hasta su jubilación, primero en la Universidad de Constanza, y a partir de 1995 en la Universidad Europea de Viadrina. Es autor de numerosas e importantes obras en torno a la historia soviética y de Europa oriental, además de un comprometido comentarista de la actualidad. En 2016 recibió el premio del Historischen Kollegs por su libro Terror y utopía. Moscú en 1937, considerado el premio de los historiadores alemanes por excelencia. Para El siglo soviético ha recibido una beca de la fundación Carl Friedrich von Siemens, en Múnich y el Premio de la Feria del Libro de Leipzig 2018.
Karl Schlögel ha dedicado toda su vida al estudio de la Unión Soviética, desde que en 1966 la visitó por primera vez. Vivió, investigó y estudió allí. Treinta años después de la disolución de la gran potencia comunista, Schlögel nos ofrece el libro definitivo sobre un imperio desaparecido. A la vez que analiza cómo se construyó el «sistema» y destripa su funcionamiento, estudia la vida cotidiana de los ciudadanos que lo padecieron y los detalles rutinarios de la vida en tiempos extraordinarios.
De esta manera, el lector se adentra en las arterias del imperio, los campos de trabajo en Siberia, la extensa red de ferrocarriles, el papel del deporte y la ciencia en la construcción del mito soviético, la unificación de la opinión pública. Contempla las coreografías del poder en la Plaza Roja, junto a los ritos que ordenaban la vida cotidiana, la vigilancia y la denuncia perpetuas, las clásicas colas para todo, las dachas en el campo, las colonias de reposo para los obreros, o las komunalkas, los apartamentos comunales donde se curtió el ciudadano soviético.
Un mundo perdido revive en este libro fascinante, a la vez que imprescindible para entender la Rusia de hoy y su relación con el resto de las naciones, las decisiones de su presidente Vladimir Putin y algunas de sus actuaciones más polémicas, como la anexión de Crimea o la guerra no declarada que se libra contra Ucrania.
La traducción de esta obra ha recibido una subvención del Goethe Institut.
Título de la edición original: Das sowjetische Jahrhundert
Traducción del alemán: Paula Aguiriano Aizpurua
Publicado por:
Galaxia Gutenberg, S.L.
Av. Diagonal, 361, 2.º 1.ª
08037-Barcelona
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www.galaxiagutenberg.com
Edición en formato digital: septiembre de 2021
© Verlag C.H. Beck oHG, Múnich, 2018
© de la traducción: Paula Aguiriano Aizpurua, 2021
© Galaxia Gutenberg, S.L., 2021
Imagen de portada:
© Efim Semenovich Tsvik
Reservados todos los derechos
Conversión a formato digital: Maria Garcia
ISBN : 978-84-18807-51-0
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Índice
Dedicado a Sonja Margolina,
mi esposa, eterna incitadora y contrincante
Prólogo
Los historiadores también son coetáneos y a veces se les concede la oportunidad de ser testigos presenciales de aquello que en el lenguaje especializado se conoce como «punto de inflexión», «momento histórico» o «fin de una era». Así sucedió en el caso de la Unión Soviética. No era la Historia la que había llegado a su final, sino el Imperio, cuyo tiempo había acabado. A partir de ese momento cambia la perspectiva sobre casi todo: el pasado, el escenario, los protagonistas del proceso histórico. Y puede que el lugar donde esto resultara más insoportable fuera el país que había padecido toda una serie de guerras, guerras civiles y revoluciones, que poseía un territorio inabarcable, y que sufría fatalidades que sólo pueden nacer de la confusión histórica más extrema. Pero el final también era un principio: polifonía allí donde hasta entonces sólo había una opinión pública unificada; salir al mundo cuando hasta entonces las fronteras habían estado cerradas; una mirada intransigente sobre una historia con muchas preguntas aún sin responder; apertura de los archivos, e historias que por fin podrían llegar a contarse. Desde el exterior era difícil comprender la radicalidad de la ruptura: la subversión de las costumbres, planes de vida echados por la borda, fronteras allí donde antes no las había, millones de personas que tuvieron que replantearse sus vidas, el desastre para algunos, el éxito para otros. El cuarto de siglo que ha transcurrido desde entonces ha demostrado lo profundamente dolorosa que ha sido la transformación de la antigua Unión Soviética, y cómo el liderazgo político ha utilizado los dolores fantasma posimperiales, los anhelos nostálgicos y el miedo al fracaso para una huida hacia delante que, incluyendo guerras contra estados vecinos, le permita mantenerse en el poder.
Ambas experiencias, la del momento histórico, la solución de continuidad, el punto de inflexión, y la de la larga época posterior, que puso de manifiesto la vigencia de las estructuras más «profundas», caracterizan el contexto histórico en el que nace este libro.
El hecho de que su publicación haya coincidido con el centenario de la Revolución rusa no ha sido intencionado, pero también tiene su parte positiva, que siempre puede achacarse al reciclaje de aniversarios en la industria cultural. La historia no se rige por conmemoraciones, que, en el mejor de los casos, brindan la ocasión de tratar un tema que por fin ha alcanzado la madurez suficiente. La mirada se afila, desafiada a volver a tomar la medida de una era que cobró forma desde los Diez días que estremecieron el mundo y se afianzó como civilización sui generis hasta finales del siglo XX . El siglo en términos soviéticos: como evasión de la guerra mundial europea, como reconstrucción del Imperio ruso en una nueva forma, vanguardia de la revolución anticolonialista, polo opuesto del mercado capitalista mundial y territorio de pruebas de una modernización impetuosa sin precedentes, guerra en defensa propia contra la aniquilación brutal de la Alemania de Hitler, ascenso hasta convertirse en la segunda potencia mundial cuyo dominio iba desde el Elba hasta el Pacífico, último gran imperio plurinacional de la Europa de finales del siglo XX . Hay muchos motivos para hablar de un siglo soviético, además de uno americano. Unos se preguntaban cómo era posible que la Unión Soviética se mantuviera durante tanto tiempo, mientras que otros se preparaban para que siguiera existiendo ad infinitum; al final todos se vieron sorprendidos por el curso de los acontecimientos que desembocaron en la perestroika y finalmente en la disolución de la URSS .
El autor de esta obra pudo vivir todavía gran parte del mundo soviético, con su último periodo incluido. Desde su primer viaje en 1966, recorrió el país de punta a punta, investigó y estudió allí. Como muchos otros que también provenían de la angosta Europa central, tampoco pudo escapar de la fascinación que ejercían los paisajes, las corrientes, la historia y los habitantes del país. Le emocionó la generosidad de la generación que había vivido la guerra, que tanto había sufrido, para con un joven alemán cuyo padre había luchado «en el frente oriental» como soldado de la Wehrmacht; escuchó historias reales que superaban incluso la ficción de la gran literatura, pero también se encontró una y otra vez con las deprimentes experiencias de personas que eran la viva imagen de una vida robada y de la esperanza de que, tras el horror y la injusticia, aquel se convirtiera también por fin en un «país normal».