En el siglo XIX y hasta 1930, Argentina y Australia recorrieron una trayectoria que aparentaba ser común, a tal punto que en 1901 un político australiano publicó un libro en el que presentaba a nuestro país como su gran rival. Un siglo después, cuando la brecha de riqueza entre las dos naciones es abismal, nadie las consideraría adversarios económicos de la misma talla. ¿Cuáles son los factores que explican el desarrollo en un caso y el deterioro en el otro? ¿Es posible encontrar un momento anterior australiano semejante al presente argentino? Y si esto fuera así, ¿será una enseñanza para los argentinos? ¿Por qué Argentina no fue Australia? Cuenta, con lucidez e inteligencia, ciento cincuenta años de historia económica y política. Si ambos países compartieron un conflicto social —en tanto productores de materias primas que se exportan y a la vez integran la canasta de consumo de las clases populares— y una desventura nacional —esas materias primas fueron perdiendo participación y precio en los mercados mundiales—, cabe preguntarse por la magnitud y el modo en que cada uno tramitó esos procesos, para entender las divergencias y las oportunidades del presente. A lo largo de un relato que se detiene en los momentos clave, los autores sostienen un interrogante crucial: ¿cómo rearmar el rompecabezas de la modernización con equidad? ¿Podrá servir Australia como referencia inspiradora para nuestro propio «tratado de paz» social? Atentos a las distintas maneras en que Argentina y Australia procesaron el conflicto que las atraviesa, Pablo Gerchunoff y Pablo Fajgelbaum van más allá del ejercicio de futurología: proponen repensar, a partir de las lecciones de la historia comparada, cómo construir una noción colectivamente compartida de normalidad distributiva.
Pablo Gerchunoff & Pablo Fajgelbaum
¿Por qué Argentina no fue Australia?
Historia de una obsesión por lo que no fuimos, ni somos, pero… seremos?
Título original: ¿Por qué Argentina no fue Australia?
Pablo Gerchunoff & Pablo Fajgelbaum, Noviembre de 2019
Diseño de cubierta: Peter Tjebbes
Revisión: 1.0
14/07/2021
Prólogo
Este trabajo transita por la resbaladiza ruta de la historia comparada. ¿Que se compara? La evolución económica de la Argentina y Australia durante aproximadamente ciento cincuenta años. Excesiva ambición, quizás, que se disimula detrás del recurso de «la estilizacion de los hechos». Lo que alentó a los autores a llevar hasta el final la fatigosa empresa es haberse encontrado con ambiciones todavía mayores. Decenas de economistas (y algunos historiadores) están intentando cada día encontrar regularidades estadísticas que permitan explicar por que algunas naciones han recibido la bendición del desarrollo y muchas otras no. Ayudados por los avances informáticos ingresan en sus cross sección la información de un torrente de países para encontrar la variable explicativa del progreso económico. ¿Son en verdad comparables esos países? No es una pregunta que se hagan, pues el homo oeconomicus, con su apretada racionalidad a cuestas, lo es en todo tiempo y lugar; lo que hay que encontrar, entonces, es ese factor que convierte su conducta privada en virtud publica. ¿Es acaso la casualidad de la geografía?, ¿la distancia del ecuador, la baja exposición a las enfermedades tropicales, el fácil acceso a los mares y océanos? ¿Cual de estos factores? En Los seis libros de la Republica (1576), Jean Bodin —precediendo largamente a Montesquieu— escribió que «los hombres de suelos ricos y fértiles resultan, muy comunmente, cobardes y afeminados; mientras que, en sentido opuesto, un territorio pobre hace hombres templados por necesidad y, en consecuencia, los vuelve cuidadosos, vigilantes e industriosos». Nadie se atrevería hoy a suscribir una afirmación como la de Bodin, pero sorprendería al lector el prestigio académico de la «explicación geográfica», aun con la rebeldía que provoca su determinismo de hierro. No se trata, en cambio, de las instituciones y la política? Un extenso y heterogéneo catalogo se abre ante nuestros ojos: progresan los países en que se ha afincado la democracia, o aquellos que respetan los derechos de propiedad, o los que no han debido soportar un legado colonial anti capitalista, o los que han distribuido de manera igualitaria la tierra, o los que universalizaron y mejoraron su educación, o los que se han integrado comercialmente al mundo. Aunque tal vez no sea ninguno de estos factores, sino otros determinantes todavía mas profundos; tal vez, como sugiere Douglas North en su obra Understanding the Process of Economic Change, el verdadero elemento diferencial sea el «sistema de creencias» de aquellos en posición de establecer las reglas del juego…
Hay, naturalmente, una regresión econométrica para cada hipótesis. Hemos preferido en nuestro texto rescatar a la Argentina y a Australia de la marea del cross sección y establecer la comparación sobre uno de los postulados de John Stuart Mill en El utilitarismo: un sistema de la lógica. Partimos de la convicción de que no hay una teoría universal, monocausal y ahistórica del crecimiento económico. Tratamos, pues, de encontrar las diferencias de dos casos que se parecen —o por lo menos que se han parecido en el pasado— para explorar si esas diferencias explican las divergentes trayectorias económicas. Ser sensibles a las diferencias implica, por lo tanto, una sensibilidad previa a las similitudes. La Argentina y Australia compartieron a lo largo de la historia un conflicto social y una desventura nacional. El conflicto social residid en que ambos países, por su dotación de factores, produjeron y exportaron materias primas que —en distinta medida— formaron parte de la canasta de consumo de las clases populares, a la vez que dieron empleo a las clases populares en actividades que no exportaban. La desventura nacional residió en que esas materias primas fueron perdiendo —en distinta medida— participación y precio en los mercados mundiales. La clave para comprender la diferencia esta en «las distintas medidas». En parte porque las medidas fueron diferentes es que el conflicto social se proceso de manera también diferente en cada país. Y porque la magnitud de la desventura nacional fue diferente resulto que su costo se atempero en un caso y se agravo en el otro. No hay que ser adivino para anticipar que la Argentina vivió el conflicto social y la desventura nacional con mayores complicaciones y mayor infortunio que Australia, y que eso se lleva la parte del león a la hora de explicar la decadencia relativa de la Argentina desde principios de los años treinta.
La breve historia que vamos a narrar combina variables. Geografía económica, geografía política, instituciones, desfasajes temporales y hasta eventos fortuitos poseen un lugar en ella. Incluso tiene un lugar el crepúsculo del argumento central. Durante el ultimo cuarto del siglo XX y el primer quinquenio del siglo XXI, en medio de una dinámica económica caótica y una extrema polarización social, quizá la Argentina haya dejado atrás la modalidad mas exaltada de su conflicto social. Y los cambios en el patrón del comercio mundial quizás estén atenuando su desventura nacional. Así como las similitudes iniciales entre los dos países se fueron borroneando con el tiempo hasta convertir a Australia en el