Primera edición, 2013
Primera edición electrónica, 2013
D.R. © El Colegio de México, A.C.
Camino al Ajusco 20
Pedregal de Santa Teresa
10740 México, D.F.
www.colmex.mx
ISBN (versión impresa) 978-607-462-414-4
ISBN (versión electrónica) 978-607-462-579-0
Libro electrónico realizado por Pixelee
ÍNDICE
INTRODUCCIÓN
Según el criterio tradicional, pensar en la historia equivale a imaginar grandes batallas y personajes prominentes, que parecen ser los portavoces del pasado. Pero bien sabemos que junto a ellos podemos encontrar a la gente común, la que con sus necesidades, logros, frustraciones, sentimientos y costumbres forma parte y parte esencial, imprescindible, de la sociedad en que vive. Quienes de verdad creemos que el hombre es el protagonista de su historia, nos referimos a todos los hombres y mujeres de cualquier condición, que con su acción o su pasividad contribuyeron a la conservación o al quebrantamiento del orden y que celebraron o padecieron las consecuencias de decisiones afortunadas o de circunstancias desastrosas.
La historia cultural se ocupa precisamente de quienes parece que no tuvieron voz, y de las rutinas que, por serlo, podrían pasar inadvertidas; de la expresión de los sentimientos y de las creencias colectivas, de la evolución de lo cotidiano y de los procesos de integración de los individuos a la sociedad; de cómo de forma casi imperceptible ha ido cambiando nuestro mundo porque cambiaron nuestras necesidades y nuestra sensibilidad. Ésas son las cuestiones que me han interesado a lo largo de los años y a las que he dedicado mis investigaciones relativas a la sociedad novohispana, las que me han sugerido una multitud de preguntas, algunas de las cuales he podido responder, mientras que otras muchas quedan pendientes. Son las que dan coherencia a mis textos, siempre en busca de un pasado en el que las condiciones materiales de vida, las relaciones familiares y las formas de aprendizaje pueden explicar actitudes y conflictos que determinaron, paso a paso, la formación de nuestra identidad. Y algo peculiar de esta historia de la gente común es que nos obliga a poner en entredicho muchas afirmaciones que resultan inaplicables a una realidad concreta. Cada vez que me he interesado por un nuevo sujeto o me he planteado un nuevo problema me he preguntado acerca de su verdadera naturaleza y de la validez de las definiciones o de los juicios preexistentes, por lo cual las pausas y las desviaciones han sido constantes e inevitables; de ahí que en artículos de revista y capítulos de libros haya expuesto ideas, investigaciones y propuestas que sólo marginalmente pueden haber aparecido en mis libros. La intención de este volumen es, precisamente, recopilar algunos de los textos breves publicados desde hace al menos treinta años, cuyos temas se relacionan con los intereses centrales a lo largo de mi carrera. He seleccionado los que me ha parecido que constituyen un conjunto coherente en relación con los aspectos de la vida cotidiana a los que he dedicado mi atención y que siguen ocupándome. Decidí incluir en el disco compacto artículos y capítulos de libro publicados hasta fechas recientes, pero en particular los más antiguos o menos accesibles. Quedan fuera, por tanto, los libros completos, aunque bien sé que hay algunos agotados desde hace muchos años, así como trabajos dedicados a otros temas, los destinados a difusión y docencia y las ponencias y conferencias inéditas.
La distribución temática es necesariamente ambigua, puesto que siempre existe relación entre educación, familia, sociedad y vida cotidiana. El orden cronológico puede servir de referencia sobre la forma en que evolucionaron mis investigaciones, con un inicio en temas sobre educación, de los cuales pasé a preocuparme por la familia, para completar el panorama de la vida cotidiana que, en definitiva, engloba a los anteriores.
No sé si la historia de la educación puede mostrar el mejor camino para conocer la vida cotidiana y tampoco podría asegurar que la familia sea la institución que, con preferencia, proporciona las claves para comprender sentimientos, actitudes y costumbres. Sin duda existen otros cauces de acercamiento, pero familia y educación fueron los temas que me llevaron a interesarme por lo cotidiano y a identificar un mundo en el que se mezclaban lo privado y lo público, la piedad exigía manifestaciones sobrenaturales, la educación se entendía como aprendizaje para la vida terrenal y la eterna, el parentesco trascendía el ámbito de lo familiar para influir en el espacio político, y el orden y el desorden se fundían para generar formas peculiares de convivencia. Sin duda esa estrecha convivencia entre lo individual y lo colectivo, lo rutinario y lo insólito, hace difícil deslindar los temas, que en mis investigaciones se entrelazaron una y otra vez. En el mundo de lo cotidiano las preguntas son inagotables y cada respuesta aporta nuevos problemas, lo que seguramente se aprecia en la diversidad de cuestiones a las que he dedicado mis investigaciones que, sin embargo, no abandonan el eje común de la vida privada. La ruta que siguieron mis inquietudes puede apreciarse en la secuencia cronológica de la serie de textos impresos que se incluyen a continuación, y en los que he seleccionado para el disco compacto que acompaña a este libro.
Debo comenzar con el tema de la educación porque ése fue el punto de partida para mis investigaciones, y también porque me parece oportuno expresar mi convicción de que la educación es más, mucho más que las lecciones impartidas en las aulas y los contenidos de los libros de texto. Siempre ha existido alguna forma de educación, aun en las sociedades menos desarrolladas, porque educar es proporcionar los recursos para integrarse a la sociedad, y esos recursos se refieren a las técnicas y a su trascendencia, a los conocimientos y a la conducta, a las creencias y a los prejuicios, al tiempo presente y a las expectativas del futuro. No hay límites de edad ni espacios acotados para el proceso educativo en el que, además, el protagonista activo es el educando antes que el educador: nadie aprende lo que no quiere aprender y sólo al practicar lo aprendido se manifiesta el resultado de la educación. Tampoco podría afirmarse que alguien llegó al límite de su capacidad de aprendizaje o de posibilidades de educación, porque constantemente los individuos impulsan cambios en la sociedad, que a su vez demandan esfuerzos de adaptación. Todo esto significa que estudiar la educación implica dirigir la mirada a un universo de valores, prejuicios, hábitos, formas de relación y percepciones colectivas que constituyen el ámbito vital en que nos desenvolvemos. Por ello, sin desechar los estudios de carácter institucional que nos hablan de proyectos y sistemas educativos, se imponen preguntas que van más allá de las escuelas y sus métodos pedagógicos. Son inevitables las primeras preguntas: ¿Hubo en la Nueva España algún proyecto educativo? ¿Quién lo habría patrocinado y a quién se habría dirigido? ¿Qué relación existió entre la intención educadora (con proyecto o sin él) y la práctica de la enseñanza?
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