LOM PALABRA DE LA LENGUA YÁMANA QUE SIGNIFICA SOL
© LOM Ediciones
Primera edición, 2012
ISBN: 978-956-00-0325-6
Diseño, Composición y Diagramación
LOM Ediciones. Concha y Toro 23, Santiago
Fono: (56-2) 688 52 73 • Fax: (56-2) 696 63 88
www.lom.cl
lom@lom.cl
MANUEL ROJAS
Compilación y estudio de Jorge Guerra C
Un joven en La Batalla
Textos publicados en el periódico
anarquista La Batalla
1912-1915
A Marcela y su paciente compañía
Presentación
La presente recopilación del total de textos de Manuel Rojas publicados por el periódico anarquista La Batalla, entre los años 1912 y 1915, no solo posee un valor documental por constituir los primeros escritos de nuestro autor, sino que testimonia su inicio y búsqueda ideológica. Como él mismo señalara: “No sabía gran cosa de anarquismo y mi credo revolucionario se reducía a algunas consignas o slogans… pero la idea de pertenecer a una redacción –en donde no sabía qué iba a hacer– me fascinó…”. Tal vez de calidad literaria dispar para las miradas rigurosas del crítico y académico, estos textos en prosa y verso son tempranos intentos por dar a conocer sus inquietudes sociales como atento observador de su mundo proletario de infancia y juventud.
Vivimos hoy en un ambiente de desconfianza y rechazo a las gastadas, y a veces enmascaradas, formas institucionales imperantes. Grupos de “indignados”, que se sienten al margen de los supuestos beneficios de la modernidad, protagonizan acciones concertadas y movilizaciones masivas de protesta y, en estas nuevas actitudes antisistémicas, se renuevan ciertas posturas libertarias. Hoy las pancartas demandan igualdad de género y sexo, respeto medioambiental, reconocimiento y valorización de los pueblos originarios y niegan, muchas veces, la institucionalidad política y religiosa.
Hace ya cien años un joven Manuel Rojas llegaba a Santiago tras una travesía cordillerana desde Mendoza. A la Fundación que lleva su nombre le ha parecido oportuno recordar ese momento, contribuyendo a la comprensión no solo del origen del oficio literario del escritor, de sus primeros brotes en aquel “árbol siempre verde”, sino además aportar al análisis del actual escenario social y político que vivimos (o padecemos) no solo en Chile, sino en gran parte del planeta.
Fundación Escritor Manuel Rojas
Introducción
El periódico quincenal La Batalla fue un órgano muy eficiente en la difusión del pensamiento anarquista entre los años 1912 y 1916. Administrado por el panadero catalán Moisés Pascual Prat, se destacó por permanecer en circulación un tiempo prolongado, algo poco común para ese tipo de periódicos, a pesar de la persecución policial ejercida hacia sus colaboradores, la que incluso se extendió a quienes lo distribuían en la vía pública. En 1916, cuando se deja de publicar, se retoma su edición en Valparaíso con otra administración, sobreviviendo hasta 1926. El vacío que provocó su interrupción en Santiago fue llenado por la aparición de Jerminar, un fugaz periódico que habría promovido el surgimiento de la Agrupación La Batalla, entidad santiaguina de apoyo a la publicación libertaria, ahora porteña. Manuel Rojas conoció a Pascual recién llegado de la Argentina.
En aquellos años –señala– Moisés Pascual era un anarquista activo, componente de un grupo más bien revolucionario, opuesto a otro, de tendencias reformistas. Llegó un momento en que la institución u organismo –informal–, que los dos grupos constituían, desapareció, mejor dicho se dividió. Pascual, cabeza visible del primero, decidió sacar un periódico que se llamaría “La Batalla”… Me invitó a formar parte de la redacción y yo acepté encantado. No sabía gran cosa de anarquismo y mi credo revolucionario se reducía a algunas consignas o slogans… pero la idea de pertenecer a una redacción –en donde no sabía qué iba a hacer– me fascinó… Pascual estuvo un tiempo en Santiago, luego se fue a Valparaíso; anduvo embarcado, tuvo buenos trabajos, procuró siempre conservar su independencia y dignidad… Ya con algunos años, se instaló en Santiago, en donde se ha defendido con los trabajos que hace en su propio taller, un taller en el que es el único obrero.
Pascual aparece también mencionado en la novela de Rojas Punta de Rieles (1960) como un individualista y esquivo carpintero anarquista de gran oficio, contrario a compartir su trabajo con ayudantes y aprendices. Rojas también colaboró vendiendo ejemplares del periódico, como consta en varias de las rigurosas cuentas y balances que se incluían en la última página de cada publicación. Precisamente esta función le provocó un altercado con un compañero anarquista, Teodoro Brown, quien le reclamó por la cuenta de una de las ventas que Rojas no pudo entregarle. Esto determinó que Brown le pidiera dejar la pieza del conventillo que compartían. El periódico se caracterizó por mantener posiciones radicales, sólidas e intransables. En el amplio y variado horizonte del pensamiento anarquista que distingue a esta corriente en Chile, legitimaron el uso de la violencia, no solo como recurso para el boicot y el sabotaje, sino también como forma de protesta y represalia hacia acciones del Estado que consideraban injustas. En sus páginas se encuentran escritos del poeta Gómez Rojas, del ya citado González Vera, de Manuel Rojas y de una serie de autores que militaron activamente en las filas anarquistas. Algunos, como los mencionados, fueron reconocidos ampliamente a través del tiempo, pero muchos han sido rescatados del olvido gracias a recientes estudios historiográficos.
Los textos seleccionados, cronológicamente agrupados de acuerdo a la fecha de publicación, corresponden a la totalidad de los que Manuel Rojas escribió para el periódico. Con el seudónimo de “Tremalk Naik” aparece el primer escrito que se le conoce, publicado en el ejemplar del 1 de noviembre de 1912, cuando Rojas tenía solo 16 años y había llegado a Chile desde Mendoza en abril de ese mismo año, luego de cruzar a pie la Cordillera de los Andes. El texto se titula “Efraín Plaza Olmedo” y constituye una encendida y apasionada defensa del acto perpetrado, en pleno centro de Santiago, por un individuo de ese nombre ¿Por qué ese personaje, protagonista de una acción considerada delictual –hoy se diría “terrorista”– , alentó en el joven Manuel un deseo reivindicativo? Acaso la historia de Efraín, quien había optado por automarginarse socialmente, despertó en el incipiente escritor un profundo y auténtico sentimiento de solidaridad por los perseguidos e indefensos, actitud que Rojas mantendría a lo largo de su vida y que, “sacándole el cuerpo” a la obviedad panfletaria, recreará magistralmente en prácticamente toda su obra.
El anonimato de la novelesca vida de Plaza Olmedo se rompe la tarde del sábado 13 de julio de 1912, en la calle Huérfanos, pleno centro de Santiago, cuando un individuo dispara a los transeúntes hiriendo de muerte a dos jóvenes. La policía lo captura con la ayuda de los horrorizados paseantes y es conducido a una comisaría. Al ser interrogado, se identifica como Efraín Plaza Olmedo, carpintero de 26 años, y explica su acción por el odio que siente hacia la burguesía ante el abuso de ésta con la clase obrera. Su indignación habría crecido al ver la indiferencia de la clase gobernante frente a una reciente tragedia ocurrida en el mineral de El Teniente, donde murieron más de cuarenta obreros. La explosión de un polvorín, cercano a cocinerías y lugares de reunión de los mineros, tuvo, por parte de las autoridades, un reconocimiento tardío de la gravedad de lo acontecido y una tardía y negligente reacción. En los interrogatorios siguientes a su detención declara que el revólver usado lo habría adquirido con el propósito de matar al presidente Pedro Montt y a algunos jefes militares involucrados en la matanza ocurrida en la Escuela Santa María de Iquique en 1907. Ninguno de esos objetivos los cumplió; Montt moriría en Europa en 1910.