GARCILASO DE LA VEGA
Poesía
Edición de
JOSÉ RICO VERDÚ
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INTRODUCCIÓN
1. PERFILES DE LA ÉPOCA
En historia los fenómenos sociales siempre surgen tras un período de gestación más o menos largo. El Renacimiento se puede decir que, gracias a ciertas corrientes humanistas, venía preparándose desde el siglo XI y que alcanza su plenitud en la Italia del XV.
Humanismo y Renacimiento
El Renacimiento es un conjunto de circunstancias históricas (religiosas, políticas, artísticas y culturales) y el Humanismo un movimiento estrictamente literario: el estudio e imitación de los autores clásicos.
El Renacimiento es un movimiento cultural nacido en la Italia del XV, hizo prevalecer las fuerzas políticas sobre la espontaneidad social, trayendo el individualismo, el naturalismo y el estatismo, características del Imperio Romano. Mientras el estatismo perdura a lo largo de toda la Edad Moderna, hasta la Revolución Francesa, el individualismo está en la base del Humanismo y del Protestantismo; pero aquél exaltaba las fuerzas del individuo, mientras éste las deprimía; uno creía en su bondad, el otro anulaba su libertad.
Podemos establecer las siguientes características del Renacimiento:
a) Un retorno, mediante la imitación, a la antigüedad grecorromana, procurando volver a las fuentes, con las que, por otra parte, no se había perdido el contacto.
Se sintieron vinculados a la Antigüedad que, si no condujo a un paganismo religioso, sí a un relativismo histórico y a una forma pagana de sentir. Este retorno a la Antigüedad, basado en las doctrinas platónicas, causó la tendencia renacentista de considerar la belleza como un ideal absoluto que se manifiesta literariamente en el adorno del discurso: corrección en la lengua primero, fuerza y hermosura de la oración, después.
b) Nace como movimiento nacional italiano que tiende a resurgir el antiguo Imperio Romano; más concretamente la edad de Augusto con la paz universal. Posteriormente, las demás naciones intentarán hacer realidad ese ideal de unidad y de paz.
El estado se considera libre de toda sujeción política ajena y el comercio carece de escrúpulos. En España, favorece la política, comenzada por los Reyes Católicos y seguida por Felipe II, de ennoblecer a los cultos de la clase media: “Un noble sin cultura es una noble bestia.”
c) Nacimiento de las individualidades, favorecido por la confusión política, la carencia de fuertes poderes superiores, y el ascenso de personajes humildes a las grandes cimas de la cultura y del arte y, a través de ellos, a la política.
d) Un apartamiento de la cultura religioso-medieval. Triunfa el aventurero y su moral.
Se difunden las reuniones en las que se habla de temas culturales, especialmente de filología. Se estudia metódicamente y con fines puramente filológicos y estéticos, no teológicos o pedagógicos.
e) En economía se pasa del plano local al nacional: ya no basta el municipio para asegurarse mercados y ligas.
Si considerásemos al Renacimiento como un movimiento estrictamente estético, el Humanismo poseería un sentido cultural más general, del cual el Renacimiento sería su aplicación al campo de las artes; pero si lo vemos como ese conjunto de circunstancias políticas, estéticas y sociales, el Humanismo sería una parte del Renacimiento que, dentro de un círculo cerrado e intelectual, pretende la imitación de los autores latinos y la romanización de los griegos.
Paganismo y cristianismo
El estudio de la Antigüedad fue motivo de controversia para los cristianos, ya en sus primeros siglos: mientras unos la despreciaban, otros vieron en ella la posibilidad de utilizar sus armas en una apologética de la fe cristiana. La cultura de la Antigüedad estuvo, primero, subordinada al espíritu cristiano; sin embargo, al final de la Edad Media, reforzada por el “descubrimiento” de manuscritos y mientras la influencia de la Iglesia se debilitaba, dicha cultura produjo un movimiento que secó la fecundidad del genio medieval. La Iglesia no pudo –no quiso o no supo– asimilar el movimiento, situándolo en su justo sitio, sino que se dejó llevar por las nuevas corrientes con dos tipos de consecuencias, ambos negativos: el acceso a altos cargos de muchos hombres ajenos a su espíritu y el alejamiento de otros que buscaban más los textos evangélicos que los ciceronianos.
En España, con la invasión de la corte borgoñona que acompañó a Carlos, el problema se acentuó, pues los principales obispados se dieron a extranjeros con pocas letras y mucha ambición.
El Humanismo trató de renovar la lengua y la cultura clásica; ahora bien, ésta chocaba con las doctrinas de los cristianos, por lo que no siempre fue bien recibida la síntesis entre ambos sistemas; en cualquier caso cierto paganismo no se ha apartado nunca de la Iglesia católica. Si al principio los paganos y los neoplatónicos, atacaron al cristianismo, hasta la síntesis agustiniana; después serían los escritores cristianos, como Eiximenis o Lutero, quienes rechazaran la asimilación de la filosofía pagana.
Los intentos de resucitar los estudios clásicos se suceden durante todo el Medioevo. La Iglesia no rechazó la yuxtaposición de cristianismo y neoplatonismo: Sannazaro erige, para su sepultura, una capilla a Santa María con las únicas figuras de Minerva y de Apolo, representantes de la sabiduría; algo parecido realizó Pontano. La Reforma, por el contrario, rehusó esta síntesis, así como su medio de expresión literaria: el latín.
Durante la infancia de Garcilaso acontecieron unos hechos importantes para la historia de Europa: muerte de la reina católica; reinado en Castilla de Felipe el Hermoso, tras declarar incapaz a la reina Juana, mientras Fernando, casado con Germana de Foix (matrimonio que casi hace fracasar la unidad de España, fundamentada en los acuerdos de la ciudad leridana de Cervera), gobernaba los estados asociados a la corona de Aragón; las regencias de Cisneros.
Carlos I llegó cuando Garcilaso tenía quince años. El nuevo monarca uniría en su persona los estados centroeuropeos y los españoles con las posesiones castellanas en África y las aragonesas en Italia. Esto hizo que los españoles se viesen involucrados en una serie de guerras que podemos agrupar en tres frentes: Italia; Alemania y Flandes; el Mediterráneo.
Como Francia quedaba aislada, Francisco I intentó, por todos los medios, conseguir el Milanesado, enclave estratégico para facilitar la comunicación por tierra de los estados de Carlos. Esta es la base de la continuación de las guerras en Italia entre Francia y España.
Por otra parte, Lutero fue un hombre muy preocupado por conocer qué sería de él después de la muerte. Conociendo sus limitaciones, llegó a afirmar que, como nadie podía salvarse por sus propias obras, tendría que serlo únicamente por los méritos de Cristo aplicados, gracias a la fe. Llegó a enfrentarse ideológicamente con la iglesia de Roma. Sus doctrinas hallaron un ambiente favorable en el pueblo, especialmente entre los campesinos, que reivindicaba reformas sociales y entre los humanistas, como Melanchton, llevados por la apariencia liberal de la “libre” interpretación de la Biblia; y fueron aprovechadas por el duque de Sajonia y otros nobles alemanes. Cada cual leía las Sagradas Escrituras de acuerdo con sus conveniencias; así Sickingen se levanta con la caballería reclamando las propiedades del arzobispado de Tréveris. La muerte de Maximiliano y los dos años que, gracias a las manipulaciones de Francisco I para evitar que se eligiera a Carlos, tardaron en la elección del nuevo emperador (así como la unión contra éste del papa, algunos estados del norte de Italia y el rey de Francia: liga de Cognac) facilitaron que los protestantes adquiriesen un fuerte poder, de tal modo que en la dieta de Espira llegaron a crear las iglesias territoriales evangélicas. El pueblo y clero de cada estado debía profesar la religión de su señor, lo que conllevó la persecución y muerte de cuantos no la compartían.