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Carril Sara Luisa del - Poesía completa. I

Aquí puedes leer online Carril Sara Luisa del - Poesía completa. I texto completo del libro (historia completa) en español de forma gratuita. Descargue pdf y epub, obtenga significado, portada y reseñas sobre este libro electrónico. Ciudad: C.A.B.A, Año: 2017, Editor: Grupo Planeta - Argentina;Emecé : Groupo Editorial Planeta S.A, Género: Historia. Descripción de la obra, (prefacio), así como las revisiones están disponibles. La mejor biblioteca de literatura LitFox.es creado para los amantes de la buena lectura y ofrece una amplia selección de géneros:

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Poesía completa. I: resumen, descripción y anotación

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La obra poética de Silvina Ocampo es un continente poco explorado en la geografía de la literatura argentina.Consideradas a veces como ejercicios de estilo o series circunstanciales, sus poesías parecen haber madurado en el tiempo y adquieren hoy un relieve monumental.Estimulante y delicada, la forma poética combinó los temas sencillos y la riqueza expresiva en una asociación felizmente innovadora. En la descripción del paisaje argentino, en la perspicaz biografía de una santa, en el registro intachable de flores y árboles palpita una dimensión universal.Este volumen reúne los cuatro primeros libros de poesía de Ocampo, aparecidos entre 1942 y 1953, un conjunto de traducciones para la revista Sur en 1947, más un puñado de poemas no recogidos antes en libros. La publicación de su Poesía completa, en dos volúmenes, pone al alcance del lector toda la producción de esta gran escritora y le permite tener un testimonio incuestionable de su valor y belleza.

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Poesía completa I Poesía completa I Silvina Ocampo Edición a cargo de Sara Luisa Del Carril y Mercedes Rubio De Zocchi, con la colaboración de Daniel Gigena

Ocampo, Silvina Poesía completa I : colección Juan Gelman / Silvina Ocampo. - 1a ed . - Ciudad Autónoma de Buenos Aires : Emecé, 2017. Libro digital, EPUB Archivo Digital: descarga y online
ISBN 978-950-04-3857-5 1. Poesía Argentina. Título. Título.

CDD A861

© 2002, herederos de Silvina Ocampo
© 2002, Emecé Editores S.A.
Foto de tapa: Clarín Contenidos Todos los derechos reservados © 2017, Grupo Editorial Planeta S.A.I.C. Editorial Paidós SAICF Publicado bajo el sello Emecé®
Independencia 1682, (1100) C.A.B.A.
www.editorialplaneta.com.ar Primera edición en formato digital: enero de 2017 Digitalización: Proyecto451 Queda rigurosamente prohibida, sin la autorización escrita de los titulares del “Copyright”, bajo las sanciones establecidas en las leyes, la reproducción parcial o total de esta obra por cualquier medio o procedimiento, incluidos la reprografía y el tratamiento informático. Inscripción ley 11.723 en trámite ISBN edición digital (ePub): 978-950-04-3857-5 Nota del editor Considerada una de lasmejores cuentistas argentinas del siglo XX, Silvina Ocampo fue también una admirable poeta. Por esta última labor recibió varios premios y distinciones; sin embargo, su Poesía completa no se había editado hasta hoy. En este primer volumen se reúnen cuatro de sus libros aparecidos entre 1942 y 1953, traducciones de poemas realizadas para Sur y tres poesías tomadas de antologías y revistas, que intercalamos según su fecha de publicación. La edición lleva una página final de referencias bibliográficas, que figurará en el volumen dos.

Al ordenar cronológicamente los textos, excluimos Sonetos del jardín, 1948, y Pequeña antología, 1954 , cuyo contenido figura en Enumeración de la patria, 1942, Espacios métricos, 1945, y Poemas de amor desesperado, 1949 . Cuando reunimos el conjunto de la obra poética, notamos que en algunos casos hay poemas que llevan el mismo título o un título similar. Con una nota al pie remitimos a la página y al volumen correspondientes. Poesía completa , editada en dos volúmenes, constituye un justo homenaje a Silvina Ocampo, que hace sesenta años se inició como poeta con la aparición de Enumeración de la patria , 1942, y que dos décadas después mereció el Premio Nacional de Poesía, en 1962. ENUMERACIÓN DE LA PATRIA Y OTROS POEMAS - 1942 ENUMERACIÓN DE LA PATRIA Enumeración de la patria Oh, desmedido territorio nuestro, violentísimo y párvulo. Te muestro en un infiel espejo: tus paisanos esplendores, tus campos y veranos sonoros de relinchos quebradizos, tus noches y caminos despoblados y con rebaños de ojos constelados.

Entre bandadas de árboles mestizos, entre múltiples sombras y basuras, te muestro con nostalgias asombradas, con niñas de trece años y maduras, en las puestas de sol inmoderadas. Trémulas nervaduras de una hoja, los ríos te atraviesan de agua roja sobre el primer cuaderno con paisajes pintados por la mano de algún niño. Tienes plantas y pájaros salvajes, somnolientas mujeres en corpiño trenzándose los dedos, quietas balsas para vadear los ríos, cangrejales devoradores de hombres y animales, montones de hijas negras y descalzas cruzando tus desiertos y estaciones. Tienes provincias y gobernaciones, poblaciones vacías y distancias con nombres melancólicos de estancias, indomables cansancios y mortales, pavorosos pantanos estivales, médanos, viento norte y osamentas, fragancias de altamisas y de mentas, almacenes en todas las esquinas, grandes patios con muchas ventolinas. Tienes plantas perversas y sumisas, con todos los venenos predilectos de muertes repentinas y precisas, como en las grandes cajas con insectos colecciones de arañas venenosas, palúdicos mosquitos, mariposas. ¡Patria, he nacido tantas veces muda! Inmóvil como un árbol he dejado tu cielo iluminarme de rosado.

He visto la llanura tan desnuda quedándose sin pastos, y sin riegos tus plantaciones, tus huertas escasas. He visto disparar caballos ciegos. En distintas ventanas de tus casas, deslumbrada y atenta, he conocido inclementes tormentas. He oído el grito del chajá y del terutero, el grito de la garza y de la iguana, y llevando la tropa cotidiana, alto y nocturno, el grito del resero. He respirado todos tus olores: frescura de jazmín en los calores de febrero, magnolias, malvarrosas, perfumes de tumbergias pegajosas y el fervoroso olor de los zorrinos. En quintas con glorietas, y en las noches vuelo de pájaros azulmarinos, tu canto de piedritas y de coches me ha regalado infancias prolongadas, dulce de leche y siestas desveladas, verdes y embalsamados picaflores, la fuente sostenida por amores, bombas de carnaval anaranjadas y hamacas paraguayas olvidadas.

Patria, en una plaza, de memoria he sabido pasajes de tu historia. Debajo de la mano indicadora de San Martín, he sido la impostora de indios en los límpidos ponientes. He transformado próceres dolientes con cuidadoso lápiz colorado, invasiones inglesas he soñado en azoteas llenas de imprevisto aceite hirviendo y pelo suelto. He visto a la Santa de Lima desatando los temporales turbios y adorando, sobre un papel de encaje, corazones y tocayas con muchas perfecciones. Patria vacía y grande, indefinida como un país lejano, interrumpida por la llegada lenta de los trenes, con jubilosa espera en los andenes. Es en la madrugada incierta, cuando tus gauchos invisibles van cruzando potreros alambrados y cañadas, jagüeles y tranqueras atrofiadas, que tu alma lenta y de madre se queda con silencios de urraca en la arboleda.

Tu ancho río tiene mimetismos secretos con tus dulces, con tus cielos y tus grajeas lilas de bautismos. Ecuatorial calor y azules hielos en tus montañas, derramadas piedras como bandadas de tortugas, hiedras. Eres esplendorosa y desvalida: con un frío y ardor que no descansa, desde el Seno de la Última Esperanza al Pilcomayo de agua bienvenida, la indolente violencia de tus tierras se repite con lunas o entre sierras. Buenos Aires Anterior a tus casas, Dios te amaba. Solo, imitando al sol, te contemplaba. Hombres, después te amaron: desde un barco el navegante, el indio con el arco, el señor que está incómodo en su arcano retrato con el lente en una mano, el que murió sin un retrato y triste de no dejar un rostro que subsiste.

Mucho antes de Solís y de Mendoza, como una delirante nebulosa, muchos te imaginaron desde lejos, caminando en la arena o en cortejos. Sin saber que existías te inventaron entre ambiguas llanuras, te anhelaron sin fiebres, sin tirano, sin serpientes, con tus soles de ahora, tus relentes. Triste el Duque de Wu te imaginaba cuando la peste negra se acercaba. En múltiples espejos con lombrices vio tu río pintado con barnices. Y entre los Libros de Elefantis, quieto como el agua, Tiberius en secreto te vio en la isla de Sicilia. Verde, semejante al oasis que se pierde, te vio María la Egipcíaca envuelta en su cabello, extática y resuelta.

Y los vidrieros árabes en China, que llevaban incierta en la retina una insistente luz del meridiano, te vieron de un azul mahometano. Mahmud de Gasni en ochocientos meses, atravesando diez y siete veces con sus huestes las índicas llanuras, te imaginó en las grutas muy oscuras con magnolias, sin viento sudoeste y rameras vestidas de celeste. Con quioscos y tridentes, con la rosa, el árbol y la historia procelosa, te pobló de un millón de personajes Murasaki Shikibu en los encajes. Cuatro falsos Delfines condenados y los enfermos de Ilmenau cansados, te vieron en la mancha de humedad, durante años, con larga brevedad. Y De Quincey, en los sueños más horribles, entre hombres de cabezas reversibles, te imaginó en el mueble, en la palmera, en las hojas y flores de madera. Y yo, Silvina Ocampo, en tu presencia abstracta he visto tu posible ausencia, he visto perdurar sólo tus puertas con la insistencia de las manos muertas.

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