PRIMERA EDICIÓN DE VINTAGE ESPAÑOL, FEBRERO 1999
Traducción y prólogo copyright © 1996 de Mauro Armiño Copyright © 1996 de Editorial EDAF, S. A., Jorge Juan, 30, Madrid
Todos los derechos reservados conforme a las Convenciones de Registro Literario Internacionales y de Pan-América (International and Pan-American Copyright Conventions). Publicado en los Estados Unidos de América por Vintage Books, una división de Random House, Inc., New York.
Este libro fue publicado por primera vez en inglés, en forma encuardernada, bajo el título The Prophet, por Alfred A. Knopf, Inc., New York, en 1923.
Copyright 1323 de Kahlil Gibrán
Renovación de Copyright 1551 por Administrators C. T. A. of Kahlil Gibrán Estate y Mary G. Gibrán
Library of Congress Cataloging-in-Publication Data
Gibran, Kahlil, 1883-1931.
[Prophet. Spanish]
El profeta / Kahlil Gibrán : traducción y prólogo de Mauro Armiño.
—Ia. ed.
p. cm.—(Vintage español)
eISBN: 978-0-307-80858-5
1. Prose poems, American—Translations into Spanish.
2. Mysticism—Poetry. I. Armiño, Mauro. II. Title. III. Series.
PS3513.I25P718 1998
811’.52—dc21 97-47423
www.randomhouse.com
v3.1
Índice
El profeta
Cronología de Kahlil Gibrán
1883 Nacimiento de Kahlil Gibrán el 6 de diciembre, en Becharre, población del norte del Líbano.
1894 Emigración de la familia a Boston. Su hermanastro Pedro, sus hermanas Sultana y Mariana, su madre y Gibrán se dirigen por Trípoli y Beirut a Estados Unidos, dejando al padre en el pueblo natal.
1896–1900 Regreso de Gibrán a Beirut para estudiar en la Escuela de la Sabiduría. Se aficiona al dibujo y a la escritura. Primer borrador en árabe de El profeta.
1901–1903 Pasa por Grecia, Italia y España camino de Paris, donde residirá dos años estudiando pintura. Escribe Espíritus rebeldes, que será quemado públicamente nada más editarse. Su autor fue excomulgado por la iglesia Católica Maronita, a la que pertenecía la familia de Gibrán.
1903–1908 Regreso a Boston: han muerto su hermano, una hermana y su madre, atacados de tuberculosis. Sólo sobrevive su hermana Mariana, a cuyo lado pasará la mayor parte de su vida. Se dedica a la pintura, exponiendo sus obras con cierto éxito. Conoce a Miss Mary Haskell, que actuará en la vida de Gibrán como protectora y consejera.
1908–1910 Viaje a París para seguir sus estudios pictóricos. Exposiciones.
1910–1917 Regresa a Boston, pero al poco tiempo traslada de forma definitiva su residencia a Nueva York, donde expone en repetidas ocasiones.
1917–1922 Período de gran dedicación a la escritura: nuevo borrador, todavía en árabe, de El profeta. En esa misma lengua escribirá Alas rotas, Las tempestades, Lágrimas y sonrisas. Ninfas del Valle, Las procesiones. En 1918 aparece en inglés El loco; al año siguiente sus Veinte dibujos, y en 1920 El precursor.
1922–1929 Su vida se limita a la edición de libros y a la preparación de exposiciones. Aparece en 1923 la versión definitiva de El profeta, en inglés, seguida poco después de su traducción en árabe, con un prólogo original para esa edición. Arena y espuma (1926), y Jesús, el hijo del hombre (1928) son los libros más importantes del período.
1931 El 10 de abril, en Nueva York, muere Kahlil Gibrán. Sus restos son trasladados al Líbano, y enterrados en el convento de Mar Sarquís. Aparecen, cuidados por su biógrafa, Bárbara Young, libros póstumos como Los dioses de la tierra, El vagabundo, El jardín del profeta.
Las doce ilustraciones en este volumen
fueron reproducidas de los dibujos
originales del autor
A lmustafa, el elegido, el bienamado, aurora de su propio día, había aguardado durante doce años en la ciudad de Orfalís el regreso del barco que debía devolverle a la isla que le vio nacer.
Y en el duodécimo año, el séptimo día de Ailul, mes de las cosechas, subió a la colina que se alzaba junto a los muros de la ciudad, y miró el mar: y divisó su barco surgiendo entre la bruma.
Se abrieron entonces de par en par las puertas de su corazón, y dejó volar su júbilo sobre el mar, a lo lejos. Y cerrando los ojos, meditó en el silencio de su alma.
Pero cuando bajaba de la colina una honda tristeza se apoderó de él, y pensó en su corazón: «¿Cómo podré marcharme en paz y sin pesar?… No… No podré abandonar esta ciudad sin un desgarrón en mi alma.
Muchos han sido los días de dolor que pasé entre sus muros y largas las noches de soledad infinita… ¿Quién puede separarse sin pena de su dolor y de su soledad?
Muchos fragmentos de espíritu he derramado yo en estas calles, y muchos son los hijos de mis anhelos que caminan desnudos entre estas colinas; ¿cómo alejarme de ellos sin agobio y sin aflicción?
No es una túnica lo que hoy me quito, es una piel lo que desgarro con mis propias manos.
Ni es un corazón suavizado por el hambre y por la sed.
Pero más no puedo detenerme.
El mar, que llama todo hacia su seno, me llama ahora a mí, y debo embarcarme.
Porque quedarse aquí, aunque las horas ardan en la noche, es helarse, cristalizarse, quedar preso en un molde.
Gustoso llevaría conmigo todo cuanto hay aquí, pero, ¿cómo llevármelo?
Una voz no puede llevarse consigo la lengua y los labios que le prestaron alas. Una voz debe buscar el éter.
Y sola, sin su nido, volará el águila desafiando al sol.»
Cuando hubo llegado al pie de la colina, miró de nuevo al mar, vio su barco acercándose a puerto, y en la proa marineros, hombres de su propia tierra.
• • •
Y su alma desde el fondo les gritó:
«Hijos de mi antigua madre, jinetes de las mareas: ¡cuan a menudo habéis surcado mis sueños!
Y ahora venís en mi despertar, que es mi más profundo sueño.
Dispuesto estoy a partir, y mi impaciencia, con las velas desplegadas, sólo aguarda el viento.
Una vez más, la última, aspiraré una bocanada de este aire quieto, sólo una vez más miraré hacia atrás amorosamente.
Y luego estaré entre vosotros, navegante entre los navegantes.
Y tú, ancha mar, madre sin sueño, la única que eres paz y libertad para el arroyo y el río.
Permite un meandro más a esta corriente, un murmullo más a esta cañada; y luego iré a tu encuentro, como gota infinitesimal en un océano sin límites.»
Y mientras caminaba veía a lo lejos a los hombres y mujeres dejar sus campos y sus viñas y dirigirse presurosos hacia las puertas de la ciudad.
Y oyó sus voces que le llamaban por su nombre, y que a gritos, de un campo a otro, se participaban la llegada del barco.
Y se dijo a sí mismo:
«¿Será acaso el día de la partida el del encuentro?
¿Será mi crepúsculo en realidad mi aurora?
¿Y qué ofreceré yo a quien dejó su arado en la mitad del surco, o a quien detuvo la rueda de su lagar?
¿Se convertirá mi corazón en un árbol cargado de frutos que yo pueda recoger para regalárselos?
¿Manarán mis deseos como una fuente para que yo llene sus copas?
¿Seré un arpa bajo los dedos del Poderoso, o una flauta por la que fluya su aliento?
Buscador de silencios: eso es lo que soy; mas, ¿he hallado acaso en los silencios un tesoro que pueda ofrecer sin desconfianza?