Profecías mayas
Mito y realidad
Profecías mayas
Mito y realidad
C ARLOS M ESA
Colección: Investigación abierta
www.nowtilus.com
Título: Profecías mayas. Mito y realidad
Autor: Carlos Mesa
© 2011 Ediciones Nowtilus S. L.
Doña Juana I de Castilla 44, 3o C, 28027 Madrid
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ISBN 13: 978-84-9967-042-3
Fecha de publicación: Septiembre 2011
Impreso en España
Í NDICE
En el mundo del misterio, de aquellos que se adentran a investigar los cauces de lo desconocido, hay dos tipos de investigadores: los que lo hacen de forma más rigurosa y los que son menos ortodoxos. Por desgracia para muchos, de estos últimos hay bastantes; quizás por eso, a los que indagan en lo inexplorado no se les toma en serio.
Hace poco me recomendaron la lectura de un libro, de un conocido escritor inglés que se hizo popular por su trabajo de investigación sobre la muerte de Diana de Gales. Después de tragarme casi cuatrocientas páginas, sólo por ver si había algún párrafo decente, me di cuenta de que toda la obra era una bazofia. El secreto mejor guardado del que hablaba era que la humanidad estaba regida por una raza de humanoides reptilianos, que nos dirigen en todas nuestras acciones desde la Antigüedad. Pero que nadie se crea que estos seres se ocultan, todo lo contrario. Según este autor, por ponerle algún calificativo, la reina de Inglaterra y su descendencia son reptilianos que pueden transformarse en reptiles ante nuestros ojos. Y, por supuesto, ellos provocaron el accidente de la princesa Diana. Por si a alguno le sabe a poco, los templarios fueron reptilianos, así como todos los masones, los judíos, quienes gobernaron Egipto y algunos dioses milenarios. Los reptilianos existen, forman parte del Nuevo Orden Mundial, florecen unos iIluminati que nos gobiernan en la sombra; y los del Club Bilderberg son lagartos satanistas, que además realizan ritos sangrientos con pobres víctimas inocentes y cuya afición, en su tiempo libre, es sodomizar a menores.
Digno del mejor guión de una serie televisiva como V, acabé por descubrir que la fiebre de los lagartos es contagiosa. Hay grupúsculos en internet que se creen a pie juntillas toda esta retahíla de sandeces, a pesar de que autores como el anterior sean incapaces de presentar una sola prueba que pueda pasar por una matriz de laboratorio. Sí, es verdad, se lo tragan todo. Y estos mismos grupos crean páginas web, con el mismo estilo oscuro de un fanzine de los años ochenta, y se atreven a divulgar sus teorías sin despeinarse. De estos he leído de todo, que si la tierra es hueca y estos reptilianos habitan en su interior, que si hay bases secretas en Marte, que si es posible desplazarse a otros planetas atravesando puertas estelares diseñadas en secreto por los Estados Unidos, que si Hitler murió en Argentina, que si los nazis siguen estando ocultos en sus bases ultrasecretas en la luna… Cualquier patraña es válida provenga de donde provenga. Lo único que vale es ver quién dice la barbaridad más grande, como si de un concurso se tratara.
Estos grupos de friquis, por ponerles un apelativo cariñoso, siempre son los mismos y cuentan con sus propios cabecillas, algunos de los cuales son capaces de lanzar algún que otro libro, cada cual más desconcertante. Los hay que poseen páginas web xenófobas, racistas y de claro carácter homófobo, que se autodenominan «la voz visible del pueblo» y son los primeros en liarla en cualquier ciclo de conferencias orientadas a lo esotérico.
De esta misma gente vi partir la idea de un 2012 apocalíptico, donde la pelota se fue haciendo cada vez más grande, alimentada por grandes películas de Hollywood. Fue por eso que, interesándome por el pueblo maya, llegué a discernir que muchas de las cosas que se les achacaban eran bulos cibernéticos creados en esta última década. No había que ser muy listo para acabar descubriendo que no existen las profecías mayas en ninguno de los códices conocidos, que no hay alineamientos planetarios ni pruebas científicas que avalen la posibilidad de una hecatombe final. Incluso los mismos que se apoyaban en el calendario maya, no sabían ni interpretarlo, pues la realidad de sus cifras daba fechas diferentes a las comentadas. Gracias a ello escribí algún que otro artículo para mi blog personal, y lejos de abrir las mentes de muchos, todavía hay quienes me seguían escribiendo preguntándome cuándo sería el final del mundo o comentándome que les provocaba angustia pensar en ese final horripilante en el 2012 por sus hijos. Pero a ver, ¿no había dejado claro ya que el apocalipsis del 2012 no iba nunca a suceder pues es todo una gran mentira? ¿Es que algunos no saben leer?
Ciertamente hay ocasiones en las que la ignorancia me aburre. El hecho de que te escriban rezando por ti o que pidan que la Virgen María abra mis ojos, sólo porque no comparto que un manto sea de naturaleza divina, me resulta soporífero. ¿Tan necesitados estamos de ángeles y vírgenes que nos encanta la idea de un apocalipsis final? ¿Será porque muchos creen que serán salvados de no sé qué, durante el juicio final?
Cuando te atreves siquiera a desvelar los hechos que aseguran que no ocurrirá nada en el 2012, puede ocurrirte, como a este servidor, que le lancen un «ah, ahora tú sabrás más que José Argüelles de estas cosas». Como si este hombre fuera una eminencia, cuando ningún experto en la comunidad maya se ha atrevido a avalar alguna de sus teorías, siendo ampliamente criticado.
Pero no se preocupe nadie, que los friquis de la conspiración ya insistirán en acreditar cualquier hipótesis de Argüelles como la única fuente fidedigna, a base de insistir e insistir en sus pseudoescritos que pululan por internet, sin ninguna prueba aportada. Pero qué más da, siempre habrá gente que se crea a pie juntillas todo lo que se lee en el ciberespacio.
¿Que se ha de distorsionar el conocimiento científico? Pues se hace, aunque creo yo que, entre tanta maraña de libros apocalípticos, iba siendo hora de algo distinto que arrojara alguna luz sobre lo que hay tras las supuestas profecías mayas.
Y de eso versa esta pequeña obra, de poner cada cosa en su sitio y de ser capaces de desgranar la paja para obtener la verdad que se oculta tras todo ello. Y que el que lo lea sepa la verdad y pueda argumentarla con seriedad.
Porque, lo siento, no soy un escéptico, creo que hay muchos misterios sin resolver en el planeta y, de hecho, suelo viajar muchísimo en busca de estos. Pero tampoco me trago todo lo que llega a mis manos, y menos sin pasar por la criba de aquello que pueda resultar más ortodoxo o que, de alguna manera, pueda ser analizado con un mínimo de decencia.
Como decía un amigo mío, para ser periodista hay que exponer los hechos, pero siempre basados en pruebas tangibles, y, luego, que sea el lector el que extraiga sus propias conclusiones. Quizás, por pertenecer a esa escuela, el que esto escribe ha pretendido, al menos, poner algo de luz sobre las supuestas profecías mayas con las que nos bombardean, a medida que se acerca la popular fecha fatídica.
Te espero el 1 de enero del 2013 tomando una cerveza, querido lector.
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