Agradecimientos
Al doctor Roberto Marcallé Abreu.
Especial dedicatoria
A mi adorable madre:
Julia Núñez, por quien luché toda la vida
A doña Carmen Contreras. ¡Madre incondicional y mía!
A mi progenitor. Marcelo Contreras (Madrid)
A Julio y Francia (Inglaterra)
A David Cabral Tavarez, a su esposa:
Yasmín Guzmán (N.Y.)
A Don Fabio Padilla Paredes, al Corl. Fabio A, Padilla R.
Al oficial José Andrés Pineda.
En póstumo: a mi querido hermano Frank (Quico)
Daniel F. Contreras
Prólogo
Don Quijote de la Mancha, dialogando con Sancho, su fiel escudero, se lamenta de no haberse llevado de su consejo en una determinada aunque inusual situación. Y le confiesa, atribulado: «Siempre, Sancho, lo he oído decir: que hacer bien a villanos es echar agua a la mar. Si yo hubiera creído lo que me dijiste, yo hubiera excusado esta pesadumbre; pero ya está hecho: paciencia y escarmentar para desde aquí en adelante».
Sancho, positivamente conmovido, responde: «Así escarmentará vuestra merced», aunque no faltan las advertencias: «Créame ahora y se excusará otro mayor». Este libro de Daniel Contreras, «Una borrasca sobre el mar» es, en similar sentido, una aleccionadora amonestación que nos llega antecedida por una profunda y pormenorizada reflexión sobre nuestros destinos probables como seres humanos de carne y hueso y como humanidad en su totalidad. Se valida y recuerda el precepto bíblico de quien tenga oídos para escuchar…
Seguir a Daniel Contreras en el extenso periplo de esta novela, puede transformarse en una tarea en verdad compleja. El autor reniega de la facilidad, lo espontáneo, lo fortuito. Cada frase es evidencia de que posee una visión de las complejas realidades que agobian esa humanidad y de los peligrosos destinos hacia los cuales, al parecer, consciente o inconscientemente, muchas veces nos encauzamos.
El mensaje que se deriva de esta lectura, e insistimos en ese aspecto, ha sido objeto de una minuciosa reflexión de su autor. La imaginación, rica, heterogénea, desbordante, es la argamasa con la que el escritor conforma la estructura, la rambla en la que vierte las graves preocupaciones de gente lúcida o de simples sobrevivientes o de quien sea que piense en lo que calificamos como el devenir, el futuro, su pesada carga de expectativas, de probables realizaciones, o de amargos padecimientos.
Pese a la formalidad de este trasfondo, Contreras posee la disciplina de quien está habituado al trabajo de largo aliento, como un texto anterior suyo, definitivamente ejemplar, en el que nos narra las peripecias de un migrante en estos tiempos impredecibles y de escenarios cambiantes y poco auspiciosos.
Sus propias vivencias, múltiples e incansables lecturas, su presencia en circunstancias conflictivas, han resultado invaluables para conformar esta fábula tan maravillosa como instructiva. La trama se inicia con el hundimiento del buque bautizado con el nombre «Marttian» (un nombre definitivamente simbólico y el misterioso deceso que insinúa, sus circunstancias inexplicables) y en el cual pierden la vida todos sus integrantes.
Esta calamidad se inscribe en lo enigmático, lo profético. Daniel apunta sus variables en circunstancias casi mágicas, como lo abrupto e insólito de la tormenta, los miedos y presagios que suscita en los testigos de la costa estadounidense y mexicana que califican a una sola voz dicha catástrofe como «infernal», o sea, un vaticinio de un mal tiempo universal tan devastador que afectará gravemente la vida sobre la tierra.
En un hotel de las cercanías confluye el presidente norteamericano, que se apresta a evaluar los daños provocados por el fenómeno, y dos espectadores comprometidos: el doctor James Stward, catedrático universitario de relevancia mayor y el periodista Steak Warner, de quien se afirma «es descendiente de italianos» y «quien en una ocasión estuvo a punto de morir a manos de un grupo terrorista».
Con la presencia omnisciente del narrador de por medio y los diálogos de estos personajes, caracterizados al extremo de que, desde siempre nos resultan familiares, se discuten las eventualidades de un mundo cada vez más airado, complejo y estremecido por una inestabilidad creciente. ¿Se gesta, acaso, una gran tragedia?
Ciertamente: La idea del autor, presumimos, es la de aquella profecía de que la humanidad se dirige hacia una tremenda debacle en que las situaciones desbordan los marcos nacionales de los diversos países y se entroncan en una compleja tormenta (el hundimiento del Marttian) que, por el vigor de las circunstancias, provocarán una violenta metamorfosis del mundo tal y como lo conocemos hasta ahora y como se adelantaba en el apocalipsis.
Señalemos, en boca del autor, cuanto se deriva de estas aseveraciones: «El doctor Stward está convencido que habrá una masiva emigración por hambruna hacia Estados Unidos» que «llenará de cadáveres el Continente», provocando el colapso de esa nación, y «una crisis jamás vista».
Como medida precautoria, en el marco de la previsión civilizada, se sugiere implementar acciones y medidas encaminadas a ponerle un freno al desastre: nuevas leyes «que castiguen a los políticos», conformar «un auténtico régimen de consecuencias para quienes estimulan, participan o son beneficiarios o responsables directos e indirectos de estas crisis».
En su desesperado y apretado periplo, el renombrado y visionario profesor viaja a Bruselas donde interviene con varias propuestas que se discuten en los organismos multinacionales para incorporar aspectos esenciales de control en los desembolsos, cooperación, supervisión y ejecución de proyectos que se ejecutan en países en desarrollo. Hay que centrarse, abandonar la dejadez, la apatía. Ningún esfuerzo, por minúsculo que aparente, deja de ser relevante. Todo es trascendente en tales circunstancias.
Como parte de su viaje incluye a la República Dominicana y Brasil y consigna, entre numerosos aspectos, lo acontecido con las prácticas truculentas e insidiosas de la empresa constructora Odebrecht. Es en Dominicana donde tiene lugar parte del entramado del libro cuando, en el ámbito de la crisis, se produce una petición de asilo «de un primer mandatario» en tanto que «altos ministros son procesados» por lo que al autor denomina como «un tribunal popular».
Este extenso libro de Daniel Contreras posee una trama compleja, diversa, minuciosa. Su visión de las eventualidades futuras que nos miran con ojos enrojecidos obliga a una necesaria meditación sobre los peligros presentes y futuros que asoman en el horizonte.
En el trasfondo de la acción incesante, los diálogos, las magnificas descripciones y una visión abarcadora no solo de las eventualidades futuras sino del escabroso proceso que conduce a éstas, Daniel nos concede un texto documentado, interesante, de escenas acabadas que no solo nos obligan a pensar, sino que poseen una estructura literaria seductora y persuasiva.
Gabriel Jackson, autor renombrado de «Civilización y barbarie en la Europa del siglo XX» se muestra incrédulo frente al hecho de que «ninguna cultura intelectual ni artística de verdadera categoría puede sobrevivir si esta clase de oportunismo y amoralidad se va a convertir en norma general de conducta».
Añade que «el problema fundamental es, pues, encontrar nuevas bases para preservar el concepto de que la vida humana es sagrada». Creo que esa es la pretensión definitiva de Daniel Contreras y de esta obra. En un ámbito de abismales situaciones, este libro es un canto a la esperanza, al sueño y al milagro.
Roberto Marcallé Abreu
Premio Nacional de Literatura, 2015
Premio Nacional de Novela, 1978,1979
R.D.
Introducción
Hasta finales del siglo pasado, los fenómenos atmosféricos continuaron siendo un gran misterio en el pensamiento de la raza humana, que se mantuvo viviendo arrabalizada por muchos años en la creencia de que algo divino observaba en la inmensidad a través de ellos, muchas veces al margen de la agitada vida de las metrópolis y de la propia ciencia, que dentro de su recorrido obró por cotejarlos, enmarcándolos con el propósito de darles un lugar en el plano científico a través de un contexto de prolongados estudios que, con el paso de los años, se han ido eslabonando como teorías aceptables que produjeron los grandes experimentos del mundo actual. Vitales acontecimientos, a veces accidentalmente inesperados, para alcanzar el gran desarrollo de toda la humanidad. En la actualidad, existen otros fenómenos, fuera de esos contextos, por enmarcar, donde todavía los tentáculos de la ciencia no alcanzan lo suficiente para develar el gran paradigma de los misterios que aún quedan ocultos, lo que conlleva la inquietud del mundo científico. En la madrugada de un día del mes de agosto del año 2017, el descanso vacacional de un gran sociólogo de la Universidad de Harvaland, parecía troncharse por uno de esos fenómenos, mientras este descansaba en la suite de un hotel, en la costa del Pacífico, en California.
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