Este l ibro está dedicado a todos los heridos, a los equipos de emergencia y profesionales médicos, y a todos los miem bros de los cuerpos de seguridad que demostraron valor, compasión y ded icación a lo largo de los trágicos eventos sucedidos en agosto de 2017, pero muy especialmente a las v íctimas que perdieron su vida en una ciudad de colores que aqu el día se tiñó de sangre.
Eran las 16:55 horas del 17 de agosto del 2017, cuando en Ia emisora de Eric sonaba una voz temblorosa que informaba a las patrullas de un atropellamiento masivo en una de las vias mas transiradas, en la ciudad de Barcelona.
La destrucci6n del orden establecido, la creaci6n del terror y la inseguridad ciudadana se habian apoderado de una de las ciudades de Europa una vez mas.
Para Eric, asi como para muchos otros polidas, esc dia marcaria un antes y un despues en su carrera profesional.
Capítulo 1
Éric
Hombre de estatura media, no mediría más de metro setenta y cinco, ni pesaría más de ochenta kilos duros como piedra. Poseía una musculatura compacta que dependía más de la rapidez y la resistencia que de la fuerza bruta. De piel clara, y con el pelo negro, salpicado por alguna cana, le recordaban que los años pasaban factura. En su piel, alguna arruga dejaba constancia de que Éric tenía más de treinta y cinco años. Como característica f ísica muy particular, su nariz, puntiaguda y larga, que junto a una barba perfilada y cuidada describía casi perfectamente a nuestro protagonista.
Éric no había trabajado siempre de policía, aunque había sido su intención, una vez finalizado el servicio militar, donde adquirió muchas de las aptitudes que hoy todavía conserva.
Perteneció a un grupo de actividades subacuáticas donde realizó varios cursos de buceo, rescate, salvamento y combate.
Aprendió cosas importantes que marcarían su personalidad, valores, como la honestidad, la integridad, el decoro, el honor y el respeto.
Se había criado en un barrio rodeado de delincuentes, pero la disciplina militar y su pasión por los deportes convirtieron a Éric en un adolescente peculiar.
Casi sin estudios cursados, pero con una educación ejemplar, Éric estuvo trabajando varios años en la Hostelería y de chófer en la ciudad de Barcelona. En el año 2010 superó con nota unas oposiciones que le permitieron ingresar en la escuela de policía, y ese fue el comienzo de uno de los mejores momentos de su vida.
Siempre se había fijado en las actuaciones de los policías en la calle, y soñaba con ponerse un uniforme algún día para poder resolver los conflictos de los ciudadanos entre otras cosas.
La escuela de policía para él fue un recordatorio del servicio militar, y donde se encontró muy cómodo, ya que le encantaba estar rodeado de personas que compartían las mismas ilusiones y objetivos.
En poco tiempo Éric empezó a destacar en las actuaciones simuladas que se hacían a título evaluativo, ya que aún sin tener conocimientos policiales, podía presumir de tener un acertado sentido común entre otras habilidades. Su período de prácticas en diferentes destinos y competencias le sirvió para adquirir conocimientos policiales y penales.
Uno de los destinos más destacados y que más marcó a Éric sin duda fue la unidad de violencia de género, en la cual los agentes se encargaban de recoger denuncia a las víctimas, o como a él le gustaba llamarlas, supervivientes, para después llevar a cabo la detención de sus maltratadores. En dicha unidad los agentes asesoraban a las mujeres afectadas e instruían las diligencias necesarias para informar a los juzgados competentes y conseguir así una orden de protección para ellas o un ingreso en prisión para ellos.
Era un trabajo muy complicado psicológicamente, y de gran carga emocional. Éric empatizaba siempre con las víctimas y tendía a llevarse parte del trabajo a casa, ya que pensaba que un policía debía serlo las veinte cuatro horas del día, los trescientos sesenta y cinco días del año.
Para Éric cualquier posibilidad de ayudar a las personas suponía una oportunidad laboral, un aprendizaje, una aventura y se implicaba al cien por cien. Muchos de sus compañeros le consideraban un motivado y argumentaban que con el tiempo la intensidad y dedicación por su empleo bajaría notoriamente, cosa que no sucedió nunca.
Éric había seguido muchos casos de violencia de género, abusos sexuales, odio y discriminación, e incluso algún homicidio, pero desde el papel. Diligencias y más diligencias tramitadas desde las cuatro paredes de su oficina con la firme intención de poder demostrar a su señoría, mediante indicios racionales o pruebas, la culpabilidad de los denunciados.
Era satisfactorio para él conseguir objetivos penales que sentenciaban actuaciones de malos tratos, de los hombres contra las mujeres, perpetrados la mayoría de ellos en el domicilio familiar en presencia de los menores.
A medida que pasaba el tiempo, Éric continuaba formándose, con cursos policiales y ampliando conocimientos penales, sin descuidar la forma f ísica, entrenaba su cuerpo con diferentes deportes, entre ellos alguno de contacto f ísico, que le servía para quemar toda esa testosterona retenida pidiendo a gritos salir a la jungla a patrullar.
Nuestros amigos y familiares no se cansan de decirnos que «todo sacrificio tiene su recompensa» y en el caso de Éric sucedió. Unas oposiciones internas para entrar en un grupo de reacción rápida, en la ciudad de Barcelona, fue la noticia más esperada por él y una inyección de motivación para seguir con su trayectoria profesional.
La motivación es el motor de la vida, ya sea profesional o sentimental. Es el impulso que todas las mañanas conseguía levantar de un salto a Éric de la cama para ponerse su nuevo uniforme, esta vez diferente al de los demás. Un uniforme con protecciones de moto en los pantalones, una chaqueta de motorista y un casco blanco con las siglas de policía en la parte trasera.
Era un uniforme acorde con las nuevas competencias, ya que el nuevo servicio de Éric consistía en patrullar con una moto de gran cilindrada por los distritos más conflictivos de la ciudad, con el fin de servir y proteger a los ciudadanos de ésta.
Un servicio de reacción y calidad que se encargaba de resolver los incidentes más relevantes y complicados de la ciudad, como podría ser un robo violento en el cual el autor se estaba dando a la fuga con una moto, o hacer una búsqueda organizada de un menor desaparecido. No sólo seguridad ciudadana, también protección de personas y acompañamientos deportivos o de vips, eran algunas de las nuevas competencias de nuestro incansable policía.
Lo que más enriquece un cuerpo de policía son los agentes que lo forman, su implicación y profesionalidad están por encima de decisiones políticas y prejuicios que tanto los ciudadanos como los medios de comunicación erróneamente se encargan de divulgar.
Éric formaba parte de un cuerpo de policía en concreto, pero él estaba dispuesto a trabajar bajo las órdenes de cualquier mando, con cualquier uniforme, sin importarle el color de éste, bandera o ideología, su mentalidad estaba por encima de todo argumento inútil, para poder justificar algunas acciones que él consideraba injustificadas como policía. Su único cometido era trabajar de la mejor manera posible por y para el ciudadano.
Capítulo 2
El seguimiento
Tarde nublada de noviembre, día 17 del año 2016, los agentes escuchaban atentos las novedades del día anterior en la sala del briefing en comisaría.
A Éric le tocaba salir a patrullar junto con el agente Alan, un veterano de esos que no había perdido las ganas de trabajar, y que siempre pensaba en superarse profesionalmente.