Queda rigurosamente prohibida, sin la autorización escrita de los titulares del “Copyright”, bajo las sanciones establecidas en las leyes, la reproducción parcial o total de esta obra por cualquier medio o procedimiento, incluidos la reprografía y el tratamiento informático.
PRÓLOGO
Por SABINA FREDERIC
La obra que el/la lector/a tiene en sus manos recorre una trama que escapa a los lugares comunes adonde nos lleva cierta mirada superficial sobre las cuestiones de género en instituciones estatales armadas. El libro de Sabrina Calandrón consigue etnografiar e historizar las tensiones que develan recuerdos, prácticas y juicios de mujeres militares, policías, prefecturianas y gendarmes. A través de una escritura singular nos sumerge en el conflicto como instancia donde las imposiciones jerárquicas son asumidas, negociadas y hasta rectificadas por la sagacidad, inteligencia, sensibilidad y el deseo de aquellas que lo protagonizan. Es cierto que el padecimiento, el abuso, la humillación permearon la vida de muchas de ellas. Pero no lo es menos que lucharon en silencio y en soledad, para hacer de las instituciones sitios donde los atributos femeninos socialmente construidos fueran apropiados por los varones que comandaban esas instituciones. En este sentido, el libro muestra los alcances de esa lucha silenciosa y la potencia que sus demandas y reclamos adquirieron cuando esta fue iluminada por el poderoso activismo feminista que caracteriza la politicidad en la Argentina de las últimas décadas.
Resulta original del texto el hecho de que la autora se sumerja concretamente en el mundo relacional del género al situar, entre las condiciones que permiten entender las tensiones y conflictos de su posicionamiento subjetivo, las masculinidades con las que se encuentran las mujeres. En este punto, no es posible entender la configuración de relaciones sin identificar cómo es entendida y ejercida la sexualidad en las diversas masculinidades y feminidades. La sexualidad o las sexualidades impulsan tanto como desafían las categorizaciones de género, poniendo en cuestión la dimensión tal vez más íntima de la época en que vivimos.
Las mujeres de esta obra son mujeres que se arman, material y simbólicamente, en el proceso de incorporarse y permanecer en las fuerzas y esto habrá de implicar una necesaria revisión de las masculinidades privilegiadas. La presión interna —la progresiva transformación institucional— y externa —la revitalización de los feminismos contemporáneos— pone bajo la lupa el lugar de las masculinidades que parecía permanecer incólume; las mujeres se acercan o alejan de los modelos masculinos de ejercicio de la profesión en diferentes períodos y el rol dominante de los varones parece intacto. Sin embargo, las relaciones de género que retrata esta investigación permiten instalar la pregunta por el camino que tomará el necesario reposicionamiento de los varones y el impacto en la construcción de un ejercicio de la función policial desde modelos más igualitarios.
Al igual que sus obras anteriores, este libro de Sabrina Calandrón se propone como un activador de los procesos políticos, un ejercicio etnográfico que, al materializarse en un libro, cataliza las percepciones individuales de las mujeres en miradas colectivas y en instituciones donde la agremiación está prohibida. Así, la autora pone una vez más en circulación la experiencia de un conjunto de mujeres en la que todas pueden reconocerse. Y no referimos aquí sólo a otras mujeres de las fuerzas sino a la potencia del reconocimiento de una experiencia común de subalternización y agencia de género que interpela a las mujeres en los diferentes ámbitos en los que se desempeñan laboral y personalmente.
El/la lector/a encontrará un texto versátil y afable, alejado del duro lenguaje académico. Leerá anécdotas del trabajo de campo ricas y emotivas, cuyas piezas (cartas, recortes de revistas, fotografías, entre otras) componen posicionamientos desconocidos en el mapa de las cuestiones de género. Estos ofrecerán a quienes no integran las instituciones armadas y se interesan desde la curiosidad, la investigación científica, las políticas públicas y el activismo de género, herramientas para pensar la diversidad de género en las fuerzas armadas, policiales y de seguridad, sin someterla a reglas universales.
INTRODUCCIÓN
En abril de 2016 participé en una mesa redonda titulada «Mujeres y fuerzas de seguridad» en la Universidad Nacional de San Martín, coordinada por Mariana Gutiérrez. Mi presentación tuvo como tema central los ciclos de incorporación de mujeres en las instituciones de seguridad y su contracara: las razones que promovieron esa incorporación. La charla incluyó un momento para pensar el ingreso de mujeres al delito profesionalizado y a la militancia política que se expresaba en movilizaciones callejeras, en tanto constituyeron algunos de los argumentos políticos para formar cuerpos de mujeres policías. Cuando la charla se situó en la segunda mitad del siglo XX, insistí en las experiencias de organización de las mujeres de las fuerzas que exigían igualdad de trato y en las posibilidades de ascender en la carrera, denunciaban abusos de poder y acoso sexual, cuestionaban las represalias que sufrían luego de que pedían licencias por maternidad y la obligación que pesaba sobre ellas de hacer trabajos no calificados, como tender la cama del comisario, simplemente por el hecho de ser mujeres. Repuse las nefastas dinámicas laborales que demandaban una entrega a tiempo completo que solo pueden cumplir si otra persona cuida a los hijos, hace la comida, se encarga de la casa y de la vestimenta, dinámicas que, habida cuenta de los mandatos sociales, difícilmente las mujeres pueden sostener. Cuando terminó el panel, después de las fotos y de los agradecimientos, se me acercó Ivana, que había estado en la sala atenta entre el público durante toda la charla.
—¿Te puedo decir algo? —me preguntó mientras yo atravesaba la puerta.
—Sí, claro.
—Gracias por lo que dijiste. Creemos que es tal cual —afirmó involucrando a una compañera que la secundaba—, pero no sabíamos que les pasaba a todas. Yo pensaba que era un problema mío.
Me congelé un segundo debajo del marco de la puerta y fui atónita hacia el hall del edificio de ciencias sociales. Ivana era de la Gendarmería Nacional Argentina y, me dijo, habitaba la fuerza con una serie de incomodidades que no había podido nombrar y visualizar hasta ese día. Era una reparación para ella, pero lo que quiero contar aquí es el descubrimiento que significó para mí. Después de años de estudio, archivos, entrevistas, proyectos y revisiones, tuve plena conciencia de la circulación y la libre recepción de todo ese trabajo, algo que no había dimensionado antes. Ivana encontraba en la investigación que presenté una manera de pensarse, pasando de lo personal a lo político, como reza ese hermoso lema del feminismo.