© Óscar Alarcón Núñez, 2022
© Editorial Planeta Colombiana S. A., 2022
Calle 73 n.º 7-60, Bogotá
www.planetadelibros.com.co
Primera edición (Colombia): abril de 2022
ISBN 13: 978-628-00-0293-4
ISBN 10: 628-00-0292-6
Desarrollo E-pub
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INDIA
Impreso en Colombia – Printed in Colombia
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Para el doctor Diego Moreno Jaramillo,
quien me impulsó a escribir este libro.
Introducción
No me cabe ninguna duda de que no existe en Colombia otra familia que haya tenido tanto protagonismo en nuestra historia, a partir de la creación de la República, como la de los López. Me refiero a aquellos López que provienen de Jerónimo y Ambrosio, ambos sastres en Santa Fe. El primero de ellos lo fue de los virreyes, por lo que no veía con buenos ojos los movimientos independentistas, pensando que si triunfaba la insurrección esos Nariños no iban a ser clientes suyos, porque no sabían vestir y no salían de la ruana y las alpargatas.
Quince días antes de la Navidad de 1809, Jerónimo estaba alegre y orgulloso por el nacimiento de su primogénito Ambrosio y recibió felicitaciones del virrey Amar y Borbón. También por esos días se fraguaba la Independencia, que seis meses después, el 20 julio, daría el primer grito en la búsqueda de una república separada de España. Por eso, en este libro, se narra la historia de Colombia con la óptica de esta familia López, que tanta influencia ha tenido en nuestra vida económica y social.
Ambrosio, el hijo de Jerónimo y Rosa Pinzón, quien antes de conocer a su marido vendió chicha y pan en Vélez (Santander), también siguió el oficio de su padre, la sastrería, pero además se inclinó por la política, siendo amigo del general Santander, quien lo llamaba “Lopecito”.
Cuando Florentino González, como secretario de Hacienda del general Tomás Cipriano de Mosquera, logró que se aprobara una ley que establecía el librecambio, Ambrosio López impulsó la creación de las llamadas Sociedades Democráticas, que, en la defensa de los artesanos, buscaba su derogatoria. Esos grupos hicieron causa común y lucharon por la presidencia de José Hilario López en la célebre convención reunida en el Convento de Santo Domingo —donde hoy queda el edificio Murillo Toro—, el 7 de marzo de 1849. Se enfrentaba y le ganó a Rufino Cuervo.
Prácticamente a partir de esa célebre convención nacieron los partidos políticos. Ezequiel Rojas produjo un documento previo, en 1848, que llamó “La razón de mi voto”, en el que exponía las razones por las cuales iba a votar por José Hilario López, planteamientos que serían los principios del naciente Partido Liberal. El 23 de agosto de 1849, José Eusebio Caro y Mariano Ospina Rodríguez hacían lo propio con la plataforma del Partido Conservador, que reunía a quienes habían sido derrotados con la candidatura de Cuervo.
En la convención del Convento de Santo Domingo, habían estado presentes el terrateniente costeño José Domingo Pumarejo, quien como convencionista apoyaba a Cuervo, y el sastre Ambrosio López, en las barras, lanzando arengas en favor de José Hilario López, de quien no era pariente. No se conocían y el destino los iba a emparentar, porque resultaron ser abuelos del presidente Alfonso López Pumarejo y bisabuelos de Alfonso López Michelsen.
Ambrosio López fue padre de Pedro A. López, quien, de la mano de Silvestre Samper Agudelo, se inició en los negocios con otros países, convirtiéndose en uno de los primeros exportadores de café; llegó a ser el hombre más rico de Colombia y fundó el Banco López. Un bajonazo en los precios del grano en los mercados internacionales produjo la quiebra del banco y la intervención del gobierno de Pedro Nel Ospina, hasta el punto que le tocó entregar al Tesoro Nacional su emblemático edificio, que aún lleva su nombre, en la avenida Jiménez de Quesada.
Pedro A. López se había casado con Rosario Pumarejo, nieta de José Domingo Pumarejo. Uno de los hijos fue Alfonso López Pumarejo, quien a su vez se casó con María Michelsen, de origen danés, padres de Alfonso López Michelsen. Todas estas relaciones familiares y el protagonismo de los López sirven en este libro para relatar la historia de nuestro país, desde los inicios de la República. Se repasan aquí los aportes e historia de los gobiernos conservadores, la asunción de Enrique Olaya Herrera, las dos administraciones de López Pumarejo, la de Eduardo Santos, la de Ospina Pérez, el asesinato de Gaitán, los gobiernos de Laureano Gómez y Urdaneta Arbeláez, la dictadura de Rojas, el Frente Nacional, sus gobiernos, el MRL, la administración de Alfonso López Michelsen y su protagonismo en los últimos años de su vida. El libro concluye con la sexta generación, los López Caballero, hijos de López Michelsen, tres personajes muy distintos: Alfonso, un diplomático e intelectual; Juan Manuel, un intelectual contestatario, y Felipe, empresario de medios de comunicación. Y también con la sobrina, Clara López Obregón.
Un vistazo de los anteriores acontecimientos reconstruye doscientos años de vida republicana y da título al libro, Los López en la historia de Colombia.
CAPÍTULO 1
Los primeros López
JERÓNIMO Y AMBROSIO
Jerónimo López era un sastre de profesión, muy conocido en Santa Fe, con una clientela muy exclusiva entre la que se contaban los virreyes. Las clases altas seguían los usos y costumbres de España. Ostentaban lujosos vestidos de telas importadas cuyo costo era muy oneroso. El primer cliente, entre los virreyes, fue José de Ezpeleta y luego Antonio Amar y Borbón. López debía ser muy hábil con la aguja, porque les fabricaba sus casacas bordadas con hilos de oro, aunque la anatomía del representante del rey en la Nueva Granada no era propiamente la de un modelo de elegancia. Los rasgos físicos del virrey eran los de un hombre “pequeño y gordo, de carrillos mofletudos y rojos, voluminoso abdomen que parecía imposible pudiese descansar sobre sus piernas, y que él cubría, desde su corto cuello, con un enorme chaleco de grana, mientras ajustaba sus anchas espaldas con una casaca de alambres y grandes carteras; ojos estúpidos que nada revelaban y para colmo de imperfección, una sordera bastante severa para perder las dos terceras partes de lo que se le decía. Así era el primer magistrado de la colonia”.
Sin embargo, el sastre Jerónimo López se pavoneaba por las calles de Santa Fe con capa colorada, calzón corto de terciopelo negro y zapato con hebilla de oro, del brazo de su esposa Rosa Pinzón, quien en Vélez, su pueblo natal, fabricó chicha y pan antes de conocer al sastre del virrey.
Quince días antes de la Navidad —9 de diciembre— del año anterior a la Independencia, Jerónimo López recibió felicitaciones del virrey Amar y Borbón por el nacimiento de su primogénito, a quien bautizó en la Catedral con el nombre de Ambrosio. Para entonces, ya comenzaban los movimientos de Independencia, lo que ponía a pensar al sastre que, de triunfar los patriotas, su negocio se iría a la ruina, porque los virreyes se iban y los criollos no tenían con que vestirse bien, y tampoco sabían de eso. Podría decirse que su negocio se lo iban a poner de ruana.