P RÓLOGO
C ARLOS J OSÉ R EYES P OSADA
E l lector tiene en sus manos un compendio de ensayos elaborado a partir de una significativa cronología sobre el desarrollo histórico de Colombia desde tiempos inmemoriales hasta el presente. Un trabajo serio que recoge bibliografía actualizada en cada capítulo, como también referencias utilizadas por cada uno de los autores, y que permite construir una imagen de la nación a partir del estudio de los arduos y muchas veces dramáticos procesos de desarrollo y participación democrática de sus habitantes.
Se trata de un proyecto que tiene interesantes antecedentes en otros intentos antológicos, entre cuyas tempranas manifestaciones puede mencionarse el objetivo final que perseguía la Comisión Corográfica de mediados del siglo XIX —dirigida por Agustín Codazzi—, que no era tan sólo levantar la carta geográfica del país en cada una de sus regiones, sino también investigar sobre su historia y su cultura, sus recursos económicos y sus posibilidades de desarrollo, tal como lo inició uno de sus principales colaboradores, Manuel Ancízar, en La peregrinación de Alpha , un escrito que se anticipó a las investigaciones sociológicas de la segunda mitad del siglo XX . El proyecto de Codazzi era el de aportar una completa imagen del país, de tal modo que fuera un instrumento de obligada referencia para otros estudios y, sobre todo, para diseñar los programas de gobierno a escala nacional y regional.
En el siglo XX aparecieron diversas publicaciones y proyectos editoriales que también buscaban presentar un panorama del país. La llamada Biblioteca Aldeana, iniciada durante los gobiernos de Olaya Herrera y la primera administración de Alfonso López Puma rejo, no sólo incluyó los cien volúmenes de la Selección Samper Ortega de literatura en sus diferentes campos, sino otras obras de interés nacional, entre las cuales se encontraba un estudio del mismo Daniel Samper Ortega titulado Nuestro lindo país colombiano . Allí el autor presentaba un detallado panorama de las distintas regiones del país y sus municipios más representativos, en un intento por comunicar una idea general de nación, dentro de un programa de dotación de material bibliográfico para las bibliotecas públicas del país, un primer gran esfuerzo para estimular la lectura en amplios sectores de la geografía nacional.
Otra importante colección antológica, cuya intención era presentar un panorama nacional en los diferentes campos del saber, la historia, la geografía, la literatura y sus autores más destacados, fue la Biblioteca Básica de Colcultura, editada durante la administración de Gloria Zea entre 1975 y 1982, una obra que aún es de útil consulta, como lo demuestra la antología de La nueva historia de Colombia, realizada por Darío Jaramillo Agudelo, que incluye monografías de Germán Colmenares, Jaime Jaramillo Uribe, Margarita González, Salomón Kalmanovitz, Álvaro Tirado Mejía, Miguel Urrutia y Jesús Antonio Bejarano.
En 1982 apareció el Manual de historia de Colombia , un compendio de ensayos publicado por el Instituto Colombiano de Cultura y Procultura, que tuvo como director científico a Jaime Jaramillo Uribe, y reunió a autores especializados en los temas esenciales de los distintos períodos, desde la Colonia hasta el último tercio del siglo XX . Desde ese entonces hasta el presente han aparecido numerosos trabajos de historiadores colombianos de formación universitaria, investigadores y profesores en diversos centros docentes, así como estudios de extranjeros de diversas nacionalidades interesados por los temas colombianos, como Daniel Pécaut, Malcolm Deas, Paul Oquist, David Bushnell, James Henderson y muchos otros, que han hecho significativos aportes a la historiografía colombiana.
En este contexto, un grupo de historiadores de formación más reciente ha colaborado con sus trabajos en la presente antología, que cubre el panorama desde la historia precolombina hasta el presente. El primer capítulo estuvo a cargo Luis Enrique Rodríguez Baquero, quien presenta una comprensión global de un tiempo histórico remoto sobre el cual aún falta mucho por investigar. El profesor Rodríguez Baquero enuncia como objetivo «plantear una serie de interrogantes acerca de las sociedades existentes en el período anterior al descubrimiento del actual territorio de Colombia y sobre la manera como tales sociedades han sido descritas». El primer interrogante se refiere al nombre de «prehispánico», que se ha dado a este período, y que cubre un lapso de apenas 200 años entre los más de 30.000 que, se supone, el continente ha estado habitado por seres humanos. En este sentido, se refiere al primer gran ordenamiento y periodización de tan amplio espectro cronológico realizado por el profesor Gerardo Reichel-Dolmatoff y publicado en 1978. El autor destaca el valor de esta investigación, pero a la vez cuestiona la forma como el modelo se toma al pie de la letra, sin realizar una crítica dinámica que aporte nuevas perspectivas y caracterizaciones en un período tan largo y poco conocido. Con una mirada muy amplia y general, la historia completa del territorio que hoy es Colombia podría dividirse en los períodos paleoindio, formativo, cacical, colonial y republicano, pero el autor plantea la necesidad de superar las fórmulas mecánicas y las periodizaciones tentativas, para estudiar en profundidad las distintas épocas y momentos singulares de la historia del país.
Este panorama global de la historia colombiana continúa con una caracterización de la Conquista y Colonia, desde 1492 hasta 1740, cuando se instituyó de un modo definitivo (hasta la Independencia) el virreinato de la Nueva Granada. En el segundo capítulo, escrito por Ana Luz Rodríguez, se analizan las principales instituciones de la monarquía española, desde el Consejo de Indias creado en 1518, y el sistema de capitulaciones con descubridores y colonos, un recurso utilizado por la corona para atraer capitales privados hacia la empresa de la conquista y colonización. Aquí se observa cómo fueron invadidos los pueblos de indios, diezmando su población, y cómo se crearon en ellos parroquias, después villas y por último municipios. Las villas que alcanzaban un cierto desarrollo o tenían una posición estratégica recibían el título de «noble y muy leal ciudad», para subrayar su dependencia, como ocurrió con Santa Fe de Bogotá cuando apenas era un caserío, pocos años después de su fundación. Una institución de gobierno como la Audiencia de Santa Fe fue creada en 1548, diez años después de haber sido fundada la ciudad, pero sólo se pudo instalar en 1550.
Pero en este capítulo no sólo se estudia el desarrollo de las instituciones, como la encomienda y el resguardo —temas que habían sido tratados en rigurosos trabajos por historiadores como Margarita González o Hermes Tovar Pinzón—, la fundación de ciudades, la consolidación de la conquista y el desarrollo de la colonización en la Nueva Granada. También se mencionan los principales acontecimientos de otras regiones del continente americano y la creación de los primeros virreinatos, el primero de los cuales fue México, seguido por el virreinato de Nueva España en 1535, y por el del Perú en 1543. Como muchas otras cosas que nos han llegado tarde, la Nueva Granada obtuvo esa condición mucho después, con un primer intento en 1517 que fracasó por deficiencias en su organización y por la corrupción administrativa, que ya desde entonces aparecía como un anticipo de este flagelo que se ha proyectado como una sombra a lo largo de nuestra historia tanto colonial como republicana. Al respecto, anota la autora del capítulo: