BHAGAVAD GITA
La joya máxima de la Sabiduría Suprema
Jaime Antonio Marizán, MDA
Tabla de contenido
Dedicado con amor al:
SER SUPREMO MÁS ALTO
Inmortal, imperecedero, eterno, omnisciente, omnipotente, omnipresente
BHAGAVAD GITA
La joya máxima de la Sabiduría Suprema
Jaime Antonio Marizán
© Crecem s.a.
Primera Edición
Abril 2020
Hecho el depósito que manda la Ley. Prohibida la reproducción digital, escrita o por cualquier medio, sin la autorización escrita de Crecem s.a.
Sabio Vyasa
El Sabio Vyasa es el escritor de los Vedas, las sagradas escrituras de la India. Es el autor del Mahabharata en donde se encuentra el Dialogo Divino denominado Canto Celestial o Bhagavat Gita, por lo que, aquellos que escribimos versiones del Bhagavat Gita siempre lo hacemos tomando como fuente al Señor Vyasa.
Muchos afirman que es una encarnación del mismo Señor Narayana, ya que es muy difícil que alguien pudiera escribir con tanta lucidez y maestría las historias del Señor si no fuera Él mismo.
Es importante señalar que estamos refiriéndonos a tiempos muy remotos en donde floreció una humanidad muy diferente a la actual. Los seres humanos vivían mucho más tiempo tal como se narra en la Biblia, por lo que podemos encontrar al Sabio Vyasa en muchos acontecimientos con cientos de años de intervalo.
Se considera al Sabio Vyasa como un Supremo Gurú (disipador de la ignorancia) debido a su extraordinaria labor en fomentar y dar a conocer las Sagradas Enseñanzas que pueden conducir al logro del objetivo del nacimiento humano: La Realización del Ser Supremo.
Introducción
La Voz del Cielo
Eran los tiempos en que gobernaba el Rey Kamsa, él tenía una hermana que se llamaba Devaki y a quien amaba entrañablemente. Era un momento feliz, pues Devaki estaba casándose con Vasudeva, un hombre valeroso, el cual tenía la extraña virtud de que siempre decía la verdad.
Cuando ya se había celebrado la boda, se preparó el cortejo nupcial, una extraordinaria procesión de carruajes de oro, elefantes y caballos. El Rey Kamsa, eufórico con el acontecimiento, desmontó al conductor del carruaje de Devaki y Vasudeva para conducirlo él mismo en señal de aprecio y complacencia con su hermana y cuñado.
Cuando todo marchaba como un evento propio de dioses y Kamsa conducía el carruaje, se escuchó una voz en el cielo que se dirigía al Rey diciéndole: “Eres un tonto, estás conduciendo el carruaje de la mujer cuyo octavo hijo te matará”. Hay que saber el espanto de Kamsa al escuchar esta voz, por lo que bruscamente se desmontó del carruaje y tomando a su hermana le dijo: “conque procrearás al enemigo que me matará, veremos si eso será posible”, y en ese momento sacó su espada para matar a su propia hermana.
Vasudeva, el esposo de Devaki, corrió desesperado hacia Kamsa y comenzó a hablarle en términos suaves y sabios acerca de lo terrible que sería para una persona matar a su propia hermana. Igualmente, le habló acerca de que lo importante es lo Eterno, el Atma, el Espíritu Inmortal que mora en cada Ser y que nadie realmente puede matar en el sentido exacto de la palabra.
Por último, Vasudeva le señaló a Kamsa que la voz no había profetizado que Devaki lo mataría, y al mismo tiempo le prometió que le entregaría todos los hijos que procreara su esposa, lo cual calmó la ira del tirano Rey. Sin embargo, a partir de ese instante, Kamsa se llenó de una gran ansiedad, su pensamiento giraba en torno a la muerte que le fue anunciada y lucubraba acerca de los planes que llevaría a cabo para impedirlo.
Los recién casados fueron encerrados en una celda fuertemente custodiada con la finalidad de que fuera cumplida la palabra dada por Vasudeva acerca de la entrega de todos sus hijos al despiadado Rey. Y así fue como cada hijo de Devaki le fue entregado al cruel Kamsa y éste los mataba a todos, creyendo que, aunque no fuera el octavo, podría haber algo en la profecía en la cual uno de esos hijos fuera su verdugo.
Esta matanza de los hijos de Devaki se debió a que, como un lila (juego) del Señor Narayana, el rey fue visitado por Nárada, un ferviente devoto del Señor, con la misión de revelarle quién sería el que nacería del vientre de Devaki. Nárada se dedicó a encender el fuego del miedo en el corazón de Kamsa quien desarrolló una obsesión con el Señor Narayana que lo llevó a pensar día y noche en Él. Extrañamente, esta actitud mental sería un aliciente en el momento de su muerte.
Cuando Devaki quedó embarazada de su séptimo hijo, el Señor Narayana, Vishnú, decidió que el tiempo había llegado para realizar Su intervención divina. Ese séptimo hijo debía ser preservado, ya que aparecería en el mundo como su hermano Balarama. Entonces, el Señor ordenó a la deidad conocida como Yogamaya (Madre Durga en la India) que interviniera y transfiriera el hijo de Devaki a Rohini, quien era otra esposa de Vasudeva, y la cual se encontraba viviendo en la casa de Nanda y Yashoda, en la aldea de Gokula, en donde más tarde el Señor Krishna desarrollaría sus juegos divinos siendo un niño.
Y así fue, Yogamaya, por instrucciones de Su Señor transfirió el bebé de Devaki a Rohini y, por lo tanto, se corrió la noticia de que el séptimo hijo de Devaki se había perdido, aunque éste se desarrollaba sano y salvo con Rohini. Más tarde, la misma Yogamaya nacería como hija de Yashoda para ser parte de un intercambio milagroso que sería la consumación del niño divino como hijo adoptivo de Nanda y Yashoda.
El nacimiento del Señor Krishna
El cruel Rey Kamsa estaba sumamente preocupado, extraños acontecimientos estaban ocurriendo en el Palacio y en la celda en la cual se encontraba Devaki. Una extraña luz resplandecía de todo su cuerpo, y aunque estaba privada de comodidades su belleza era extraordinaria, por lo que sus temores crecían acerca de que el mismo Señor Narayana se estaba gestando en el vientre de su hermana.
Su gran deseo hubiera sido matarla, pero comenzó a pensar en las consecuencias futuras que tendría asesinar a una mujer y más en estado de gestación. Kamsa poseía conocimiento de las escrituras sagradas, de las tradiciones y, por tanto, sabía muy bien las desgracias que caerían sobre él y su nombre si cometía tal crimen. Por esa razón, decidió no matar a Devaki y esperar el momento preciso para aniquilar al niño cuando naciera.
Era tal la ansiedad de Kamsa que comenzó a tener alucinaciones. Veía al niño cuando comía, cuando descansaba, en todas partes decía a sus sirvientes: “ahí está, miren, ahí está el niño”. Su mente se perturbó con los acontecimientos, su miedo se incrementó a un nivel que se convirtió en una gran ansiedad, caracterizada por la visión del niño a cada paso que daba.
Llegó el tiempo del Nacimiento Divino y todos los seres celestiales descendieron a la celda de Devaki a rendir honores al Señor. Ellos cantaban loores a esta manifestación Divina y señalaban las anteriores encarnaciones que el Señor Narayana tuvo desde tiempos ancestrales, todas ellas con el objetivo de proteger el mundo de la maldad y la aniquilación.
Estos seres celestiales le dijeron a Devaki: “Eres la gran Madre afortunada que dará a luz al Salvador del Mundo, el Señor Narayana, deja ir todos tus temores, los días de Kamsa están contados”.
Entonces, llegó el auspicioso momento, el más extraordinario evento que puede tener lugar en el mundo: el Advenimiento de Dios con forma humana.
Vasudeva contempló al pequeño, pero el Señor Narayana quiso darle su Darshan (visión divina) y se mostró con todos sus ornamentos y armas, llenando el corazón de aquel padre con inmenso gozo. La visión divina continuó y el Señor Narayana habló a Devaki resaltando sus virtudes como madre e informándole acerca de cómo había podido lograr la gran bendición de ser Su progenitora.