ALBERTO CALZADÍAZ BARRERA
Primera edición, 2019
[Primera edición en libro electrónico, 2020]
Coordinador de la colección: Luis Arturo Salmerón Sanginés
Diseño de portada: Teresa Guzmán Romero
Ilustración de portada: Ángel Boliver, La toma de Zacatecas, acrílico sobre madera, 1965.
Museo Nacional de Historia-Secretaría de Cultura, INAH.
D. R. © 2019, Fondo de Cultura Económica
Carretera Picacho-Ajusco, 227; 14738 Ciudad de México
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ISBN 978-607-16-6490-7 (mobi)
ISBN 978-607-16-6328-3 (rústico)
Hecho en México - Made in Mexico
LOS FEDERALES SE HALLABAN FORTIFICADOS en la plaza de Zacatecas en número de más de 12 000 hombres, entre soldados federales y orozquistas; los primeros a las órdenes del general Medina Barrón y los segundos al mando del aguerrido general Benjamín Argumedo, con abundantes municiones y cañones; decididos no sólo a detener a Francisco Villa, sino a destruirlo.
La victoria sobre las fuerzas huertistas que defendían dicha plaza significaba el tiro de gracia para el gobierno de la usurpación. El general Villa así lo comprendía, y el general Victoriano Huerta lo sabía, que allí se iba a jugar sus mejores y últimas cartas.
Desde la primera semana de junio los exploradores villistas ya habían llegado hasta la estación La Mancha, de donde se activaban los trabajos de reparación de la vía férrea hasta la estación La Colorada.
El día 15 de junio sale de Torreón la cabeza de la División del Norte, la brigada Cuauhtémoc, del valiente Trinidad Rodríguez. Llegan a estación Calera y los trenes se detienen entre Calera y Pimienta, el 17 de junio. Al siguiente día, las tropas del coronel Rafael Licón hacen contacto con el enemigo —avanzadas al mando del general Argumedo, según las declaraciones de unos prisioneros, que exploraban y que fueron los que se encontraron con el general Felipe Ángeles, quien hacía un reconocimiento del terreno, acompañado de unos oficiales de Natera y una pequeña escolta—. Al ser atacado por los huertistas, lo auxilian las tropas de Trinidad Rodríguez, que eran los del regimiento del coronel Licón (de Camargo, Chih.). Se libró dicho encuentro en el rancho de San Vicente.
Las brigadas fueron llegando una tras otra a estación Calera, donde se estableció el cuartel general, bajo el mando accidental del general Tomás Urbina, mientras llegaba Villa.
El plan de operaciones fue trazado por el general Urbina, ligeramente modificado por el general Ángeles y aprobado por el general Villa.
Desde el día 18 se empezó a combatir entre las avanzadas de ambos lados, a medida que los constitucionalistas se iban acercando a las posiciones del enemigo, avanzando del norte y extendiéndose por el poniente y oriente hasta cercar, cerrando el cerco, con las fuerzas del general Natera que avanzaban del lado oriente —al sur de la mina de San Cristóbal y el cerro del Padre—. Natera empezó su avance con sus fuerzas desde un punto entre la hacienda del Visitado y El Orito.
Las fuerzas de la División del Norte fueron avanzando y combatiendo con las avanzadas de los federales y poco a poco se iban acercando a las posiciones del enemigo, al cual tuvo que combatir constantemente, pues éste no se resignaba a dejarse sitiar y de continuo trataba de romper el cerco que se le estaba poniendo.
Las brigadas, Zaragoza, comandada por el general Raúl Madero; la Ceniceros, al mando del general Severino Ceniceros, Pedro Fabela, Santos Sánchez, Maclovio Sánchez, Lorenzo Ávalos y Bernabé González; la brigada Robles, mandada por el general Eugenio Aguirre Benavides, por estar herido José Isabel Robles, Sixto Ugalde, Margarito Salinas, Eugenio Padilla, Canuto Reyes y Félix Guzmán; la Morelos, comandada personalmente por el general Tomás Urbina, Faustino Borunda, Petronilo Hernández y Mateo Almansa, y la Guerrero, al mando del general Agustín Estrada, Julián Granados, Cruz Domínguez, Julio Acosta y Pablo Rodríguez, el Serrano, cubrieron el sector noroeste.
Tropas federales de artillería preparándose a cargar sus cañones, 1914. © 64427 Fototeca Nacional, Secretaría de Cultura, INAH.
Las brigadas, Villa, comandada por el general José E. Rodríguez, con los coroneles Saúl Navarro, Andrés U. Vargas, Abel Serratos, José Torres Day; la Cuauhtémoc, al mando del general Trinidad Rodríguez recién ascendido, con el coronel Isaac Arroyo, tenientes coroneles Manuel Tarango, Rafael Castro, Juan Pedrosa, Macedonio Aldama, Rafael Licón, Mercedes Luján, Liborio Pedrosa, Miguel L. Montes y con los capitanes Francisco Montoya Meléndez, Rito E. Rodríguez, Miguel García, Francisco Armendáriz, Eustaquio Quintana, Tomás Quintana, José Rodríguez —sobrino de Trini—; los tenientes coroneles Samuel Rodríguez y Fortunato Casavantes, y el famoso Árabe, etc.; la brigada del general Rosalío Hernández, gente de Camargo, Chih., con Práxedes Giner Durán, Francisco y Domingo Bustamante, Manuel Licón, Miguel Medina, etc. Estas fuerzas hacían contacto con las de Mateo Almansa y las de Servín por el extremo derecho noroeste y éstas, a su vez, con las de la brigada González Ortega, las de Maclovio Herrera y las de la brigada Chao, las cuales se unían en su derecha sureste con las de Pánfilo Natera, Santos Bañuelos, José T. Cervantes; Rafael y Pedro Caloca seguían a la derecha sur y sureste. Las fuerzas de Durango, de Arrieta y Carrillo, más las de Martín Triana, quedaron de reserva, haciendo contacto en su derecha con las fuerzas de Urbina, Ceniceros, Zaragoza, de Raúl Madero y el regimiento de Herón González, Gonzalitos. Con el general Chao iban los coroneles López Payán y Sóstenes Garza. Con Maclovio Herrera iban su hermano Luis, Enrique Colunga, Federico Chapoy, Alfredo Artalejo, Pedro Sosa, Ernesto García, Apolonio Cano, Eulogio Ortiz y José Ballestero, yendo como jefe de la escolta Miguel Orozco.
Francisco Villa pasa revista a sus tropas, John Davidson Wheelan, 1914. Mutual Films Collection, Biblioteca del Congreso, Washington, D. C.
“La brigada González Ortega, que comandaba el general Toribio Ortega participaba en aquella batalla con el total de sus efectivos al mando del coronel Porfirio Ornelas, porque sucedió lo siguiente —rememora el capitán Matilde Flores.