La batalla del Somme, un enfrentamiento que tiene lugar durante la Primera Guerra Mundial, es el símbolo de la costosa e inútil ofensiva ideada por los estrategas de este primer conflicto global. Ilustra a la perfección las deplorables condiciones de vida de los soldados, refugiados en trincheras inundadas y llenas de barro.
Las intenciones de Joseph Joffre cuando inicia «su» batalla son las mismas que las de Erich von Falkenhayn (general alemán, 1861-1922) cuando ataca Verdún en febrero de 1916: acabar con la guerra de posiciones que paraliza el frente desde 1914 para relanzar una guerra de movimientos que tendría la ventaja de romper el ejército alemán. De hecho, estas dos batallas están estrechamente ligadas, y no solo porque se desarrollan en paralelo, sino porque una, la del Somme, se produce debido a la otra, la de Verdún.
La batalla comienza el 1 de julio de 1916 en el sector del Somme en el que tenían que reunirse los ejércitos francés y británico, y termina cinco meses más tarde, en noviembre. La contienda carece de un verdadero vencedor, aunque le otorga una ligera ventaja a los Aliados, que logran avanzar un poco y asestan un duro golpe moral a las tropas alemanas. De hecho, los alemanes no solo fracasan en Verdún, sino que también sufren una guerra de desgaste.
Aunque Verdún ha borrado de la memoria de los franceses la batalla del Somme, esta última está grabada a fuego en la de los británicos y los alemanes debido al trauma que sufren sus ejércitos, como demuestran los numerosos monumentos conmemorativos y los cementerios militares del Somme.
Contexto político y social
La política exterior de Francia y el acercamiento a Gran Bretaña
En el plano diplomático, Francia se encuentra aislada tras su derrota en la guerra franco-alemana de 1870 y la pérdida de Alsacia y Lorena —anexionadas por Alemania—. Entre 1871 y 1914 intenta recuperarse en el plano militar y comienza a buscar aliados europeos preocupados por el poder alemán. Sin embargo, su principal objetivo es recuperar el territorio perdido.
Por su parte, Alemania —y su canciller Otto von Bismarck (1815-1898)— quiere aislar a Francia y, para lograrlo, establece una alianza con Austria-Hungría e Italia en 1882: la Triple Alianza. Al mismo tiempo, anima a Francia para que se lance a la aventura colonial con el fin de que los franceses descarten toda idea de venganza y se vean empujados a librar una guerra contra Gran Bretaña. Sin embargo, con la excepción de algunas crisis coloniales, ambos Estados se unen ante el auge del poder de Alemania a finales del siglo XIX.
Por otra parte, Francia también se acerca a Rusia al permitir que los inversores coloquen préstamos rusos en la Bolsa de París. Esto permite que ambas naciones firmen un acuerdo militar en 1892, que un año más tarde se convertirá en una alianza franco-rusa. Esta alianza secreta y defensiva supone el fin del aislamiento de Francia.
A partir de ese momento, Francia intenta concretizar su acercamiento a Gran Bretaña y obtiene en 1904 una serie de acuerdos bilaterales, apodados «la Entente Cordiale», que acaban con sus conflictos coloniales al definir zonas de influencia en el mundo. Se trata de una alianza defensiva. Tres años más tarde, Gran Bretaña y Rusia firman un tratado que delimita su esfera de influencia. Este tratado, la Entente anglo-rusa, constituye junto con la alianza franco-rusa de 1892 la base de la Triple Entente (cuyos miembros son llamados Aliados después del inicio de la guerra) y forma un fuerte contrapeso a la Triple Alianza.
La crisis de 1914: Europa entra en guerra
El año 1914 marca la cumbre de las tensiones entre los Estados europeos y, más en concreto, entre los países miembros de las dos alianzas. Esto se debe, sobre todo, a las discrepancias coloniales y a la presión que Alemania provoca sobre Francia y Gran Bretaña.
El estallido de la Primera Guerra Mundial se debe a un acontecimiento que, a primera vista, parece aislado en el contexto histórico global: el 28 de junio de 1914, el nacionalista serbio Gavrilo Princip (1894-1918) asesina en Sarajevo (Bosnia-Herzegovina) al archiduque Francisco Fernando de Habsburgo (1863-1914), heredero del emperador de Austria.
Asesinato del archiduque Francisco Fernando de Habsburgo, ilustración publicada en Le Petit Journal en julio de 1914.
Austria quiere aprovechar esta tensa situación para conquistar y anexionarse Serbia, y el 23 de julio lanza un ultimátum en el que exige el desarme de Serbia, pero esta lo rechaza defendiendo su soberanía. Entonces, el 28 de julio, Austria-Hungría le declara la guerra, consciente de que el único riesgo que corre es que Rusia apoye a Serbia en nombre del paneslavismo (doctrina política y cultural que pone de relieve la identidad común compartida por los pueblos eslavos y que preconiza su unión política). Alemania, por su parte, decide no desanimar a Austria-Hungría en su empresa y confía en que el conflicto se mantenga en los Balcanes y en que Rusia no intervenga.
Sin embargo, el 30 de julio, Rusia decreta la movilización general con la intención de intimidar a Austria-Hungría y disuadirla de atacar. Toda Europa tiembla y los Estados, conscientes de que la guerra es inminente, quieren estar preparados y también se movilizan. A partir de aquí, los acontecimientos se precipitan:
- Francia confirma su apoyo a Rusia porque teme perder su alianza;
- Gran Bretaña, a fecha de julio, no adopta una postura clara;
- Alemania, en nombre de su alianza con Austria-Hungría y con el fin de imponer sus intereses en Europa, le declara la guerra a Rusia el 1 de agosto. Dos días después, y tras darle un ultimátum a Francia —que esta rechaza— Alemania también le declara la guerra. Al día siguiente invade Bélgica, lo que hace que Gran Bretaña entre en acción: en nombre de la Triple Entente y como garante de la neutralidad belga, le declara la guerra a Alemania.
Ya desde el principio del conflicto, Francia, Gran Bretaña y Rusia acuerdan no firmar la paz separada con Alemania o Austria-Hungría y, por ello, los tres primeros estarán unidos hasta el final del conflicto.
Esta crisis lleva al primer conflicto mundial debido al juego de alianzas internacionales que, en realidad, no es más que una trampa en la que los Estados caen. La situación se vuelve incontrolable enseguida. Sin embargo, en 1914, todos los Estados están convencidos de que ganarán y, por ello, creen que la guerra durará poco.