Cataluña ensimismada
Juan Andrés Buedo García
Cataluña ensimismada
Juan Andrés Buedo García
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© Juan Andrés Buedo García, 2020
Diseño de la cubierta: Equipo de diseño de Universo de Letras
www.universodeletras.com
Primera edición: 2020
ISBN: 9788418233289
ISBN eBook: 9788418234651
Índice
Introducción
Sin colapsos ni fracturas
Capitulo uno.
La particularidad de Cataluña
Capítulo uno
La particularidad de Cataluña
Capitulo dos.
La gran quimera del procès
Capítulo dos
La gran quimera del procès
Capitulo tres.
Sentencia del procès y estado de derecho
Capítulo tres
Sentencia del procès y Estado de derecho
Capitulo cuatro.
La colisión de “Cataluña” con “España”
Capítulo cuatro
La colisión de «Cataluña» con «España»
Capitulo cinco.
Fractura social y enfrentamiento civil en Cataluña
Capítulo cinco
Fractura social y enfrentamiento civil en Cataluña
Capitulo seis.
Desenlace de la crisis catalana
Capítulo seis
Desenlace de la crisis catalana
Capítulo siete
Efluvios de un post- catalanismo integrador
Epílogo.
Cambio del alumbrado en el separatismo catalán
Epílogo
Cambio del alumbrado en el independentismo catalán
Notas al final
Introducción.
Sin colapsos ni fracturas
Introducción
Sin colapsos ni fracturas
La situación de Cataluña es grave porque hay alrededor de dos millones de ciudadanos, más o menos un tercio de la población, que siguen ciegamente a un Gobierno y a unos partidos que han ignorado los procedimientos democráticos para conseguir sus objetivos. El consenso democrático se resquebrajó con el inicio del proceso soberanista (el llamado procés ) el 11 de septiembre de 2012, y la deslealtad fue convertida en regla. En esa fecha el nacionalismo catalán asumió la ruptura con España y la construcción de un nuevo Estado como un propósito realizable a corto plazo.
Se generó de este modo una calamidad, un clima de indecisión en el que la perplejidad se prolonga con el hecho de que sigan las autoridades catalanas empecinadas con el fiasco de la unilateralidad. Descaminadas, continúan dando vueltas en un laberinto que ha devastado un país estable y razonablemente cohesionado —el famoso oasis catalán—, y del que no saben salir. Constituye una insolvencia evidente de la misma clase política, que, como suma de males mayores, ha engendrado una sociedad partida en dos —o más bien rota en mil pedazos— que hoy se prepara para una larga travesía en el desierto. Una especie de viaje al fin de la noche, cuya estructura han revelado un amplio conjunto de autores.
J. Coll, I. Molina y M. Arias Maldonado, Anatomía del procés , Barcelona, Debate, 2018.
Jordi Amat es uno de los ensayistas que con más extensión y profundidad ha trazado las líneas esenciales de este dilatado asunto. Su trabajo surgió de una colaboración en La Vanguardia , Matar al Cobi, momento en el que Amat tuvo la convicción de que el estallido del soberanismo significaba el final de un concepto de Cataluña, marcado por la alcaldía de Pasqual Maragall y por la Barcelona triunfal, cosmopolita y esnob de 1992. La urgencia de organizarlo como libro sobrevino cuando contempló los vídeos que siguieron a la Diada de 2012, en que un selecto grupo de universitarios e intelectuales catalanes flanqueaba a un político ambicioso y marrullero, Artur Mas, que regresaba con las manos vacías de Madrid y entregaba la gestión de la franquicia del soberanismo a dos «fuerzas cívicas» de orígenes distintos y programas elementales: la novedosa Assemblea Nacional Catalana y el ejercitado Òmnium Cultural, aquel que por tantos años los catalanistas de izquierda habían llamado «el Mòmium». «Ara és l’hora», se dijo, y nadie sabía muy bien de qué, pero los nacionalismos se instalan frecuentemente en la convicción hipnótica de las tautologías. Circunstancia que en este caso, además, importaba muy poco a los recién desembarcados en el carrusel de manifestaciones y banderas, al igual que a los que sintieron sus esperanzas intelectuales redimidas por la sensación de actuar (la «claudicació», escribe Amat), o de la misma manera que lamentablemente interesaba a la mayoría de los desorientados políticos del resto del Estado.
Jordi Amat, Largo proceso, amargo sueño , Barcelona, Tusquets Editores, 2018.
El profesor José-Carlos Mainer —respetado académico de la cultura de la democracia— en su reseña efectuada en Babelia del libro de Amat fabricó un nutrido comentario sobre la primera edición de éste, publicada en catalán en 2015 como El llarg procés. Cultura i política a la Catalunya contemporània (1937-2014), y le decidió a cambiar el título, que surge a raíz precisamente de la rúbrica de aquella opinión (enunciada como «Largo pro ceso , amargo sueño» ). Permutación que se produce al revisar esa edición, durante los días tensos del otoño catalán de 2017, un periodo de «desbordamiento institucional» soportado a partir del 6 de septiembre y con la culminación en el 1 de octubre. Son momentos de crisis y desconcierto que fuerzan al autor, tras pasar la obra —como él dice— por «la centrifugadora de la conjura de los irresponsables», que le mueven a eliminar capítulos, añadir algunos nuevos y a reescribir a fondo la mayoría.
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Se da cuenta de la necesaria revisión porque el largo pro ceso había mutado en esos casi tres años. La intervención le permite principalmente construir mejor la unidad del conjunto y presentarlo «como un análisis de cómo el pasado ha sido usado ideológicamente y de cómo las culturas políticas del catalanismo, a pesar de tener al Estado en contra, lograron reconstruirse durante la posguerra». Restablecimiento que acaba transmutando igualmente, al compás de las crisis europeas: primero, el hundimiento del bloque soviético, y la crisis económica después.
El valor del libro modificado se inquiere en su objetivo de explicar cómo y cuándo se pusieron los fundamentos de «un templo hoy en ruinas», estima Amat. Y, con esto, obtiene la pretensión de descubrir cómo se dio forma a una cultura política —el pujolism o —, con qué otras alternativas compitió y cómo se gestó el consenso catalanista de posguerra que fue el correlato de una determinada hegemonía. E integra, en conjunto, un ejercicio de compromiso con la regeneración del debate civil, de cara a sustituir el viejo templo del pasado por una ágora dinámica del tiempo presente y abierta a las transformación de un post-catalanismo edificado en favor de la prosperidad futura.
Lo más sobresaliente del estudio de Jordi Amat, a nuestros efectos, se extrae de la glosa realizada por Mainer cuando subraya que entre unos y otros, el «catalanismo progresista» hegemonizó la escena política desde 1962: a su conjuro salieron libros como Nosaltres els valencians , de Joan Fuster, o Els altres catalans , de Francisco Candel, como Poesia catalana del segle XX, la antología de Josep Maria Castellet y Joaquim Molas, y Catalanisme i revolució burguesa, el provocativo libro de Jordi Solé-Tura. Truchimán político-económico de todo el periodo fue un hábil gestor, con aura de mártir y nada de progresista: Jordi Pujol. Pero, desde 1980, su arribada al poder desmontó las bases ideológicas de aquel periodo y comenzó la construcción de otro en el que los buenos negocios convivieron con las venerandas tradiciones (incluida la parroquial), la imagen de la Barcelona avanzada se eclipsó frente a una Cataluña «profunda», más provinciana y doméstica, y la visión de la historia del país como conflicto moderno se abismó en la configuración escolar de la Historia de Cataluña como destino inmutable: ahora importaban la Marca Hispánica y el abolengo carolingio, las instituciones centenarias, el milenario de la nación, la «derrota» de 1714 y la nueva «derrota» de 1939, sin más matices. Fue la confrontación de dos mentalidades y pocas cosas lo hacen tan patente como lo que dijo Pujol a Joaquim Nadal (y que traduzco): «—Tu eres catalanista, pero Maragall, no. Maragall es hijo de la Institución Libre de Enseñanza, como su padre [Jordi Maragall i Noble]. No piensa como un catalanista». Años después, el propio Pujol, con motivo del centenario de Espriu, escribiría sin rebozo que el autor de La pell de brau, el soñador de Sefarad, no tenía razón. Tampoco era un verdadero catalanista, sin duda…, acaba rotundo Mainer, alabando el reconfortante esfuerzo realizado por Amat para «entender un problema que debiera regresar desde las banderas desplegadas a las palabras y las razones».