Maten a Duarte / Catalina de Elía. - 1a ed. - Ciudad Autónoma de Buenos Aires : Planeta, 2020.
1. Investigación Periodística. I. Título.
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PRÓLOGO
Me acerqué a la historia de Juan Duarte, el hermano de Evita y secretario privado de Juan Domingo Perón, en 2014. Había comenzado una investigación preliminar para un informe televisivo sobre aspectos no explorados sobre su muerte. Lo hice con el vértigo propio de la televisión y en términos muy generales. Pero la historia me atrapó y el germen de este libro quedó presente en mí. Intuí desde ese momento algo que después pude corroborar. No existe evidencia concreta de que haya sido un suicidio, porque hay muchos interrogantes que no respondió la Justicia, y tampoco la Historia. Los enigmas alrededor de la muerte de Duarte permanecen firmes.
El 9 de abril de 1953 encontraron a Duarte muerto de un disparo en la cabeza en su departamento, ubicado en Callao 1944, en Barrio Norte.
Había pasado poco tiempo después de que Perón le pidiera su renuncia por sospechas de corrupción en un «negociado de las carnes».
Había pasado casi un año desde la muerte de Evita y, además de la previsible angustia provocada por esta pérdida, Juan Duarte había perdido a su principal protectora. El contexto político y económico también había cambiado. El gobierno de Perón atravesaba una crisis económica y la lucha contra la corrupción desviaba la atención del público.
Militares cercanos a Perón iniciaron una investigación interna y citaron a Duarte a declarar el 9 de abril. Aunque sin nombrarlo, Perón le dedicó el día anterior (8 de abril) un duro discurso:
Cuando yo lo pueda comprobar, estén seguros de que van a la cárcel, así sea mi propio padre.
Su círculo íntimo lo había dejado afuera. La preocupación de su madre Juana Ibarguren debido a su estado de ánimo desde la muerte de Evita creció tras la renuncia forzada por el gobierno.
Las primeras preguntas que me formulé fueron las ya recurridas en el momento del hecho: ¿se suicidó o lo asesinaron? Me llamaba la atención el silencio del peronismo, la Justicia, los medios y los libros de Historia. ¿Por qué la muerte de un hombre que tuvo tanto poder quedó a un costado? Casualidad o no, el caso fue utilizado para defender o para acusar a Perón, y las verdaderas causas de la muerte de Duarte fueron postergadas.
En las fotos del primer gobierno peronista del Archivo General de la Nación (AGN) y de los diarios de la época (1946-1953) Juan Duarte aparece siempre detrás o a un costado de Perón, quien, como tantos dirigentes políticos, contaba con su círculo íntimo. Duarte era una de las principales espadas de ese grupo.
Para averiguar qué pasó, pensé que la mejor fuente se encontraba en el expediente judicial y decidí rastrear ahí. No fue una labor sencilla. Cuando empecé la búsqueda, creía que había un registro de causas judiciales y que bastaba con conseguir una autorización, colocar un nombre en el buscador y obtener los documentos. Me equivoqué. Por eso, antes de regresar a Tribunales, decidí ir a una biblioteca.
Hubo dos libros de la época que fueron mi punto de partida: La Justicia nacional resolvió el Caso Duarte escrito por el primer juez que intervino, Raúl Pizarro Miguens, y Caso Duarte de Aldo Luis Molinari, el capitán de fragata que presidió la Comisión 58 de la Policía Federal durante la Revolución Libertadora. En ambos figuraban el número de expediente y los nombres de los jueces y fiscales que habían intervenido. También había fragmentos del proceso, aunque eran verdades parciales y contrapuestas. Gracias a estos pude determinar que hubo tres expedientes. La ausencia de libros específicos sobre la muerte aumentó mi curiosidad. Los primeros textos estaban anclados en las miradas de los propios protagonistas de la historia.
El primer expediente contiene la investigación en la escena del crimen en 1953, realizada por el juez Raúl Pizarro Miguens, quien esa misma mañana concluyó que «fue un suicidio».
El segundo es de 1955. Después del derrocamiento de Perón, durante la Revolución Libertadora, se formó una comisión investigadora a cargo de los capitales Molinari y Gandhi, en el intento de probar que Duarte fue asesinado, que el gobierno de Perón había estado involucrado y que el juez Pizarro Miguens había formado parte de una supuesta maniobra de encubrimiento.
El tercero estuvo a cargo del juez Julián Franklin Kent, quien, ya con Arturo Frondizi en el poder, avaló el suicidio que había sostenido su par Pizarro Miguens, a quien sobreseyó del supuesto encubrimiento de la muerte de Duarte.
Tenía nuevas pistas para volver al edificio de los Tribunales ubicado en Talcahuano 550 de la ciudad de Buenos Aires. Con el número de los expedientes comencé un largo recorrido en la Justicia. En 2014 no había nada sobre la muerte de Duarte en el Archivo del Poder Judicial de la Nación. Tampoco en el AGN. Averigüé que el despacho del juez Julián Franklin Kent quedaba en el Palacio de Justicia. Era el Juzgado de Instrucción 4, Secretaría 113, y estaba a cargo del juez de instrucción Rodrigo Pagano Mata.
Cuando me acerqué al juzgado, no estaban al tanto de la historia de Juan Duarte. Tampoco de que uno de los jueces del caso había trabajado allí. Sin embargo, todos los empleados mostraron muy buena predisposición y al cabo de unas semanas me avisaron que el expediente había aparecido en una caja fuerte. Esto me mostró que gran parte de la historia del hermano de Evita y secretario privado de Perón había permanecido más de cincuenta años olvidada allí, sin que nadie la reclamara.
Este episodio quedó registrado en la nota que le envió el entonces titular del Juzgado 4 Rodrigo Pagano Mata al director del Archivo General del Palacio de Justicia:
Buenos Aires, 5 de agosto de 2014
Al Sr. Director del Archivo General del Palacio de Justicia:
Tengo el agrado de dirigirme a Ud. en mi carácter de Juez interinamente a cargo del Juzgado Nacional en lo Criminal de Instrucción nro. 4, Secretaría nro. 113 a cargo de la Dra. Lorena Lamas, a fin de remitirle para su guarda y a los fines pertinentes el expediente nro. 28.789 caratulado «Pizarro Miguens Raúl A.» pidiendo que se deje a salvo la actuación que le cupo en el sumario del Juzgado a su cargo en la muerte de Juan Duarte.
Sin embargo, el expediente no estaba completo. Lo que se había encontrado era la investigación del juez de Instrucción en lo Penal Julián Franklin Kent, para investigar la autodenuncia de su par Pizarro Miguens con el propósito de limpiar su nombre. Encontré, contacté y consulté a los hijos de los jueces: me respondieron que ellos no tenían las partes del expediente que faltaban.