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El protagonismo y las aportaciones de las mujeres en el devenir de la historia han sido silenciados y ocultados secularmente. Con ello, se les ha negado el papel desempeñado en la consecución de derechos civiles, políticos y sociales así como sus contribuciones en todos los ámbitos del progreso, el conocimiento, la convivencia pacífica y, en general, el bienestar de la humanidad. Esa ocultación consciente ha sido resultado del androcentrismo social imperante y excluyente que, siglo tras siglo, ha pesado sobre el género femenino, proscribiendo sus talentos y aspiraciones y relegándolos al ostracismo.
Pero no se puede obviar, como afirma Shirin Ebadi, Premio Nobel de la Paz 2003, que las mujeres constituyen la mitad o más de la población en cada país y que «ignorarlas y excluirlas de la participación activa en la vida política, social, económica y cultural sería un hecho equivalente a privar a la población entera de cada sociedad de la mitad de sus capacidades».
En esta misma línea, resultan apropiadas las palabras de Ruth Bader Ginsburg, la jueza estadounidense que fue icono del progresismo y de la lucha legal por la igualdad de género: «las mujeres pertenecen a todos los lugares donde se toman decisiones».
Hace poco más de cincuenta años que esta injusticia histórica empezó a ser solventada. Y, aunque queda un largo camino por recorrer todavía, las mujeres están ocupando el lugar y obteniendo el reconocimiento que siempre han merecido por sus logros y contribuciones. Su presencia, empoderamiento e influencia, impulsados por sus propias iniciativas y avalados por los movimientos feministas de todo el mundo, están cobrando cada vez mayor relevancia en todas las esferas. Porque, como afirma la veterana y prestigiosa actriz británica Helen Mirren en sus conocidas cinco reglas para ser feliz, «no importa del sexo que seas. Sé feminista. En cada país y cultura que he visitado está muy claro que cuando se respeta a las mujeres y su capacidad y libertad de conseguir sus sueños y ambiciones personales, mejora la vida de todo el mundo. (…) Siempre creí en lo obvio: que las mujeres son tan capaces, enérgicas e inspiradoras como los hombres. Sin embargo, me he dado cuenta de que el feminismo no es una idea abstracta, sino una necesidad si queremos avanzar y no ir hacia atrás, hacia la ignorancia».
Este libro es un ejemplo de ello. La obra aborda el contexto vital y, sobre todo, las causas que abanderaron las diecisiete mujeres que, desde 1905 hasta 2018, han recibido el Premio Nobel de la Paz, con el propósito de motivarnos por el conocimiento de todas ellas, sus convicciones, su lucha y sus logros.
Mujeres procedentes de los entornos sociales, culturales, credos e ideologías más heterogéneos, representantes de diferentes formas de promover la paz, y ejemplos emblemáticos del gran potencial que las mujeres simbolizan en la defensa y reivindicación de la democracia, la no violencia, el desarme, el entendimiento entre los distintos pueblos y religiones, la resolución pacífica de conflictos, la justicia social, los derechos y libertades civiles, los derechos humanos, la igualdad entre hombres y mujeres, el medioambiente, la ayuda a los marginados, la educación universal de las niñas, la condena de los crímenes de lesa humanidad, la lucha contra el tráfico de personas y la no exclusión de las minorías étnicas y religiosas.
La escritora austríaca Bertha von Suttner (1905) inaugura la lista de este elenco de mujeres magníficas que incluye, además, a Jane Addams (1931), Emily Greene Balch (1946), Betty Williams y Mairead Corrigan (1976), la Madre Teresa de Calcuta (1979), Alva Myrdal (1982), Aung San Suu Kyi (1991), Rigoberta Menchú (1992), Jody Williams (1997), Shirin Ebadi (2003), Wangari Maathai (2004), las tres galardonadas en 2011, Leymah Gbowee, Ellen Johnson Sirleaf y Tawakkol Karman, Malala Yousafzai (2014) y Nadia Murad Basee (2018).
Cada una aporta una fascinante historia y todas comparten una base común: unos valores firmes y un encomiable coraje y determinación, basados en la certeza de que sus objetivos serían eventualmente alcanzados, que no les permitieron, ni les permiten, flaquear en la consecución de sus anhelos.
El conjunto de todos sus relatos ofrece un recorrido por algunos de los hechos históricos que han marcado el siglo XX y las primeras décadas del XXI : las dos guerras mundiales, el conflicto de Irlanda del Norte, la guerra civil de Guatemala, la carrera armamentística durante y después de la Guerra Fría, la férrea dictadura de Birmania, el genocidio contra la minoría musulmana de los rohinyás , la cruenta guerra de Liberia y los niños soldado, la situación de los derechos humanos en diferentes países, las minas antipersonas, la Revolución Islámica de Irán, las revueltas democratizadoras bautizadas como la «Primavera Árabe», la dramática guerra de Yemen, el terrorismo yihadista (Irak y Pakistán) y el tráfico y explotación sexual de mujeres como arma de guerra.
Acontecimientos en los que ellas han ejercido un papel decisivo al erigirse como altavoces para denunciarlos y darles visibilidad mundial, y por su capacidad para generar movilización social y adhesión a estas causas y tratar de lograr soluciones eficaces y perdurables en el tiempo.
Ellas son el mejor exponente del lema de Jody Williams, según el cual, «una mujer media normal puede hacer que algo extraordinario suceda». Las Mujeres Premio Nobel de la Paz constituyen, en definitiva, sólidos paradigmas de lo que el célebre escritor estadounidense Napoleon Hill, en su famoso libro Piense y hágase rico (1937), llamó «soñadores prácticos». Soñadoras prácticas, en este caso, capaces de materializar sus sueños «y que siempre han sido y serán guías y pilares de la civilización».
Prólogo original en inglés, enviado por Tawakkol Karman a la autora, que a continuación aparece traducido.
El Premio Nobel es ampliamente reconocido como el premio más prestigioso del mundo y, por lo tanto, ganarlo es un logro tanto personal como nacional y se considera una fuente de orgullo y estima para las personas y las naciones por igual. A medida que se acerca el anuncio de los ganadores, anualmente surge una polémica y debate al respecto, y se plantean interrogantes, por ejemplo, sobre por qué el premio va a X pero no a Z. En cualquier caso, los a favor y los en contra son conscientes de la importancia del Nobel y cómo puede contribuir a cambiar la vida de muchos de sus destinatarios.