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Cómo criar a los varones: Consejos prácticos para aquellos que están formando a la próxima generación de hombres
© 2022 por James Dobson. Todos los derechos reservados.
Originalmente publicado en inglés en el 2001 como Bringing Up Boys: Shaping the Next Generation of Men por Tyndale House Publishers, Inc. con ISBN 978-0-8423-6929-9.
Fotografía de la portada por Brian MacDonald, © Tyndale House Publishers. Todos los derechos reservados.
Diseño: Alberto C. Navata Jr.
Edición en inglés: Lisa A. Jackson
Traducción al español: Cecilia Romanenghi de De Francesco
Edición en español: Luis Marauri
Las citas bíblicas sin otra indicación han sido tomadas de la versión Reina-Valera 1960 ® © Sociedades Bíblicas en América Latina, 1960. Renovado © Sociedades Bíblicas Unidas, 1988. Usada con permiso. Reina-Valera 1960 ® es una marca registrada de las Sociedades Bíblicas Unidas y puede ser usada solo bajo licencia.
Las citas bíblicas indicadas con NVI han sido tomadas de la Santa Biblia, Nueva Versión Internacional ® , NVI ® . © 1999 por Biblica, Inc. ® Usada con permiso. Todos los derechos reservados mundialmente.
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ISBN 978-1-4964-6105-6
Build: 2022-07-12 08:56:17 EPUB 3.0
Le dedico cariñosamente este libro a mi hijo Ryan (cuya foto se encuentra en la contraportada), quien nos ha traído tanto gozo y felicidad a su madre y a mí.
De todos los títulos que me han dado, incluyendo el de psicólogo, escritor, profesor y presidente, el que más valoro es simplemente: «Papá».
Ser el padre de Ryan y de su hermana, Danae, ha sido lo más destacado de mi vida.
RECONOCIMIENTOS
E XPRESO MI GRATITUD a varios asistentes y compañeros de trabajo que han hecho una contribución significativa a la creación de este libro. El primero de ellos es Craig Osten, quien buscó incansablemente en la literatura profesional y en la prensa popular estudios relevantes y material, librándome de esa tarea. Fue inspirador observar su habilidad como investigador. Por ejemplo, un día le pedí que buscara una cita dudosa que recordaba vagamente de los escritos del filósofo ruso Alexander Solzhenitsyn. No podía recordar las palabras exactas, pero la idea era que la generación de Solzhenitsyn no sabía cuál era su significado. No recordaba el nombre del libro que contenía este pensamiento, el año en que se había escrito ni cualquier otro detalle que hubiera ayudado a identificar la fuente. Sin embargo, Craig salió en su búsqueda como un perro de caza persiguiendo a un convicto. A la mañana siguiente, me trajo la frase palabra por palabra y me dijo que el autor no era Solzhenitsyn, sino el doctor Francis Schaeffer, quien se encontraba en un polvoriento libro de 1972 titulado He Is There and He Is Not Silent (Él está presente y no está callado). La verdadera cita ahora aparece en el capítulo final de Cómo criar a los varones, y dice lo siguiente: «El dilema del hombre moderno es claro: no sabe por qué el hombre tiene significado en sí. [...] Esta es la condenación de nuestra generación, el meollo del problema del hombre moderno».
Gracias, Craig, por tu diligencia y competencia a lo largo de la ardua tarea de escribir este libro. El manuscrito final hubiera sido muy diferente y mucho menos completo sin tu contribución.
También quiero agradecer a mi secretaria personal, Patty Watkins, y a sus tres colegas —Sherry Hoover, Joy Thompson y Mary Jo Steinke— por su ayuda constante. Este equipo junto a Bill Berger y Ron Reno está compuesto por gente eficiente que jamás se da por vencida. También estoy agradecido a Herb y Dona Fisher, y a Elsa Prince Broekhuizen, quienes me proporcionaron cómodos «escondites» donde podía ir a escribir a solas. También debo reconocer las contribuciones de los doctores Walt Larimore y Brad Beck, quienes revisaron y retocaron el capítulo que trata acerca de la fisiología y la neurología de la masculinidad, y al neurólogo Randall Bjork, doctor en medicina, quien proporcionó consultas adicionales. También me beneficié grandemente de las sugerencias que hizo el psicólogo Tim Irwin, y de las cartas incluidas en este manuscrito escritas por el reverendo Ren Broekhuizen, por el doctor C. H. McGowen, y por Karen Cotting. A cada uno de ustedes y a tantos otros, muchas gracias por su amabilidad y participación.
Finalmente, quiero expresar mi más profundo amor y aprecio a la dama más especial de mi vida. Después de casi cuarenta y un años de casados y más de veinte libros, Shirley sabe lo que significa tener un esposo que se «pierde» durante días en un manuscrito que parece no terminar jamás. En este caso, unos treinta meses se invirtieron en la creación de Cómo criar a los varones mientras seguimos dirigiendo una gran organización que se desarrolla con rapidez. Fue Shirley la que, en un principio, me alentó a referirme al tema de los varones y estuvo a mi lado cuando la tarea parecía abrumadora. No me sorprende. Ella ha sido mi inspiración, mi apoyo y mi pasión durante más de cuatro décadas. Y lo mejor todavía está por venir.
CAPÍTULO 1 : El maravilloso mundo de los varones
M IS SALUDOS A todos los hombres y las mujeres de este mundo que tienen la bendición de ser llamados padres. No hay privilegio mayor en la vida que traer a este mundo un pequeño ser humano, y tratar de criarlo correctamente durante los próximos dieciocho años. Hacer bien ese trabajo requiere de toda la inteligencia, la sabiduría y la determinación de la que usted pueda armarse. Y para los padres cuya familia incluye a uno o más muchachos, tal vez el mayor desafío sea tratar de mantenerlos vivos a través de la niñez y la adolescencia.
En nuestra familia, tenemos un simpático jovencito de cuatro años de edad, llamado Jeffrey, que es «todo un muchacho». Un día, la semana pasada, sus padres y abuelos estaban conversando en la sala cuando se dieron cuenta que hacía varios minutos que no habían visto al niño. Lo buscaron por todas partes de inmediato, pero no lo pudieron encontrar en ningún lugar. Cuatro adultos fueron por todo el vecindario, llamando: «¡Jeffrey! ¡Jeffrey!». Pero no tuvieron ninguna respuesta. Simplemente, el muchacho había desaparecido. Toda la familia se llenó de pánico, al pensar en todas las cosas terribles que pudieran haberle ocurrido. ¿Lo habrían secuestrado? ¿Se habría ido caminando lejos de la casa? ¿Estaría en peligro de muerte? Todos oraban entre dientes mientras iban de un lugar a otro. Después de quince minutos de puro terror, alguien sugirió llamar al 911. Mientras entraban de nuevo a la casa, el muchacho saltó delante de ellos, y le dijo a su abuelo: «¡Eh!». El pequeño Jeffrey, que Dios lo bendiga, se había escondido debajo de una cama mientras que el caos reinaba a su alrededor. Eso fue lo que se le ocurrió para hacerles una broma. Creyó que todos los demás pensarían también que aquello había sido cómico. Se sorprendió cuando se dio cuenta de que cuatro personas mayores estaban muy enojadas con él.
Jeffrey no es un muchacho malo o rebelde. Simplemente es un muchacho. Y en caso de que usted no se haya dado cuenta, los muchachos son diferentes de las muchachas. Las generaciones anteriores nunca dudaron de ese hecho. Sabían intuitivamente que cada sexo era «una raza distinta» y que los muchachos eran típicamente los más impredecibles de los dos. Los padres y los abuelos sabían que, por lo general, las niñas son dulces, cariñosas y tranquilas; pero los niños son activos, arriesgados y traviesos. «Los muchachos serán muchachos», decían a sabiendas. Y tenían razón.