Credibilidad del cristianismo
La fe en el horizonte de la modernidad
©Juan Noemi
©Ediciones Universidad Alberto Hurtado
Alameda 1 bull; Santiago de Chile
mgarciam@uahurtado.cl bull; 56-02-8897726
www.uahurtado.cl
Santiago de Chile
Mayo de 1
ISBN 978-956-8421-68-7
eISBN 978-956-9320-24-8
Registro de propiedad intelectual N° 11
Este texto fue sometido al sistema de referato ciego
Este es el octavo tomo de la colección TEOLOGíA DE LOS TIEMPOS
Colección Teología de los tiempos
Dirección Colección Teología de los tiempos: Carlos Schickendantz
Dirección editorial: Alejandra Stevenson Valdés
Editora ejecutiva: Beatriz García Huidobro
Diseño de la colección y diagramación interior: Alejandra Norambuena
Imagen de portada: Álvaro Hoppe
Con las debidas licencias. Todos los derechos reservados. Bajo las sanciones establecidas en las leyes, queda rigurosamente prohibida, sin autorización escrita de los titulares del copyright, la reproducción total o parcial de esta obra por cualquier medio o procedimiento, comprendidos la reprografía y el tratamiento informático, así como la distribución de ejemplares mediante alquiler o préstamos públicos.
CONTENIDO
CAPÍTULO I
¿POR QUÉ PENSAR LA FE?
CAPÍTULO II
CONDICIONES EXISTENCIALES
Y PRO-EXISTENCIALES DE CREDIBILIDAD
DEL CRISTIANISMO
CAPÍTULO III
ABSOLUTEZ Y RELATIVIDAD DEL CRISTIANISMO
CAPÍTULO IV
HORIZONTE HISTÓRICO-CONCRETO
Y ECLESIAL-UNIVERSAL DE UNA TEOLOGÍA
DE LOS SIGNOS DE LOS TIEMPOS
CAPÍTULO V
MUNDO E IGLESIA
ESPERANZA EN UNA COMUNIÓN CATÓLICA
CAPÍTULO VI
VIDA Y MUERTE:
UNA REFLEXIÓN TEOLÓGICO-FUNDAMENTAL
CAPÍTULO VII
FELICIDAD SEGÚN LA ESPERANZA
ANEXO 1
FORMACIÓN ACADÉMICA Y DINAMISMO
TEOLÓGICO DE LA CATOLICIDAD.
AGRADECIMIENTOS
ANEXO 2
PUBLICACIONES DE JUAN NOEMI
PRÓLOGO
El Centro Teológico Manuel Larraín tiene como tarea principal, en la pluralidad de sus iniciativas, la de ayudar a discernir los signos de los tiempos en América Latina. Una de esas iniciativas está constituida por un equipo de investigación que se ha hecho cargo de la invitación lanzada por el concilio Vaticano II: “escrutar a fondo los signos de los tiempos e interpretarlos a la luz del Evangelio” (GS ). Juan Noemi pertenece al Centro desde su constitución, en calidad de fundador del mismo. Pero la inclusión de sus trabajos en esta colección tiene una razón más honda. En su tarea como intelectual cristiano profundamente comprometido con su época, la temática de este Centro no es de ninguna manera marginal u ocasional en su biografía. Como él mismo reconoce, y es sencillo de verificar, esta perspectiva acompaña todo su itinerario intelectual, desde sus inicios, con su trabajo doctoral presentado en la década del setenta en la Universidad de Münster, Alemania. Este renovado punto de vista ha tenido enormes repercusiones en la historia de la teología latinoamericana del posconcilio. En ese marco, puede decirse que la biografía intelectual de J. Noemi, en su conjunto y con sus características particulares, constituye un momento en la recepción latinoamericana del evento conciliar, especialmente, en el decisivo pasaje de Gaudium et Spes citado. Un aspecto del signifcado que tiene esta afrmación quiero ponerlo de manifesto con la siguiente refexión.
Ningún razonamiento que, justamente, ponga de relieve lo inadecuado de una “hermenéutica de la discontinuidad y de la ruptura” en la interpretación del Vaticano II, podrá desconocer el salto cualitativo que representó este documento emblemático, Gaudium et Spes; constituyó claramente a los ojos de los mismos padres conciliares una “nueva clase de doctrina conciliar”, según las autorizadas palabras del entonces cardenal de Viena, F. König, en los intensos debates que tuvieron lugar en las semanas fnales del Concilio.
Es posible verifcar que esta nueva forma de pensar se ha plasmado, en cierta medida, en la misma Constitución y, de esta manera, ha indicado el camino a recorrer. Pongo de relieve aquí dos ámbitos: el primero, referido a la antropología; el segundo, a la comprensión de la Iglesia en su relación con el mundo. Analizando el capítulo primero de la primera parte, sobre “la dignidad de la persona humana” (GS 1-), P. Hünermann formula esta observación: “Si comparamos todo esto con antropologías teológicas anteriores, nos sorprenderá el impresionante avance logrado aquí en la imagen que se ofrece del ser humano. Anteriormente había sido habitual el desarrollar una antropología sobre la base de principios teológicos y flosófcos, pero aquí los principios y los aspectos empíricos de la persona se hallan combinados en una nueva unidad. Como resultado, la teología adquiere una profundidad enteramente nueva”. Un análisis de la manera concreta cómo el texto afronta temas diversos e importantes, como la libertad, el pecado, la conciencia moral o el fenómeno de la muerte permitiría verifcar lo afrmado.
Una segunda indicación de un camino a recorrer puede advertirse cuando, en el marco del capítulo cuarto de la primera parte, en GS se refexiona sobre la “ayuda que la Iglesia recibe del mundo moderno”. Se trata de un pasaje importante para una renovada concepción de la Iglesia en medio de la sociedad, para su misma credibilidad, para una nueva forma pensar. Allí se afrma que “La Iglesia, por disponer de una estructura social visible… puede enriquecerse, y de hecho se enriquece también, con la evolución de la vida social humana, no porque le falte en la constitución que Cristo le dio elemento alguno, sino para conocer con mayor profundidad (profundius cognoscendam) esta misma constitución, para expresarla de forma más perfecta (meliusexprimendam) y para adaptarla con mayor acierto (felicius accommodandam) a nuestros tiempos”. Se advierte aquí que la historia, esto es, “la evolución de la vida social humana”, no es presentada como destinataria o benefciaria de la acción eclesial. Por el contrario, emerge claramente, la sociedad, es percibida como “lugar teológico”, como instancia o fuente a partir de la cual se produce un conocimiento teológico, una profundización en la verdad manifestada en el evangelio de Jesús. Por otra, podría apreciarse que, pocos años después del Vaticano II, la Conferencia latinoamericana de Medellín (1) concretó un paso adelante, al menos desde el punto de vista de la explicitación, al afrmar que “los ‘signos de los tiempos’… constituyen un ‘lugar teológico’ e interpelaciones de Dios” (VII, 1).
Con todas las limitaciones que puedan advertirse, el “topos” sociedad aludido en GS adquirió visibilidad y relevancia en el posconcilio tanto en la teología política europea como en la teología de la liberación latinoamericana. La obediencia a la autoridad de los que sufren, las víctimas, en la primera, y la irrupción del pobre y su correlativa opción preferencial, en la segunda, constituyen lugares, sujetos emergentes y comunidades lingüísticas concretas, desde donde fuye una lucidez, una determinada capacidad de ver, que, conforme a la providencia de Dios, no proviene de otra fuente; dichas perspectivas, una vez asumidas, capacitan para pensar de otra manera. Es la fuerza “subversiva”, subversora también del ver y del pensar, que proviene del sufrimiento evocado.