Stefano Mayorca
EL TAROT
DE LOS
TEMPLARIOS
EDITORIAL DE VECCHI
A pesar de haber puesto el máximo cuidado en la redacción de esta obra, el autor o el editor no pueden en modo alguno responsabilizarse por las informaciones (fórmulas, recetas, técnicas, etc.) vertidas en el texto. Se aconseja, en el caso de problemas específicos —a menudo únicos— de cada lector en particular, que se consulte con una persona cualificada para obtener las informaciones más completas, más exactas y lo más actualizadas posible. EDITORIAL DE VECCHI, S. A. U.
Dedicado a Elixir, el nuevo Camino Iniciático, y a todos los que formamos parte del mismo.
Vaya mi agradecimiento a mi amigo fraterno Pier Luca Pierini R., gran conocedor de los símbolos y de los temas tratados, por su original y exhaustiva contribución introductoria, que ha convertido en aún más valioso este texto sobre las Hojas Templarias.
Un agradecimiento especial a la redactora Patrizia Petaccia, por el paciente trabajo de revisión, indispensable para el éxito de la obra.
Non nobis, Domine, non nobis sed Nomini Tuo ad Gloriam (Célebre lema de los Templarios, extraído del Libro de los Salmos)
Traducción de Parangona, Realització Editorial S.L.
Diseño gráfico de la cubierta: © YES.
Cartas diseñadas por Analiza y Marina Durante, siguiendo las indicaciones del autor sobre el simbolismo de los Templarios.
© Editorial De Vecchi, S. A. 2017
© [2017] Confidential Concepts International Ltd., Ireland
Subsidiary company of Confidential Concepts Inc, USA
ISBN: 978-1-68325-550-5
El Código Penal vigente dispone: «Será castigado con la pena de prisión de seis meses a dos años o de multa de seis a veinticuatro meses quien, con ánimo de lucro y en perjuicio de tercero, reproduzca, plagie, distribuya o comunique públicamente, en todo o en parte, una obra literaria, artística o científica, o su transformación, interpretación o ejecución artística fijada en cualquier tipo de soporte o comunicada a través de cualquier medio, sin la autorización de los titulares de los correspondientes derechos de propiedad intelectual o de sus cesionarios. La misma pena se impondrá a quien intencionadamente importe, exporte o almacene ejemplares de dichas obras o producciones o ejecuciones sin la referida autorización». (Artículo 270)
ÍNDICE
PRÓLOGO
«Invito a quien pueda que estudie el Tarot, ya sea desde el punto de vista filosófico o desde todas las distintas combinaciones resultantes de los colores y números en la disposición de las distintas series (...). El Tarot (y tras el Tarot, los naipes ordinarios) forma un libro sagrado con todas las ideas absolutas que contemplan la Cábala y las ciencias sacerdotales, y su estudio es una íntima y profunda consideración de las ideas absolutas y verdaderas; cada combinación del Tarot es un oráculo filosófico y numérico capaz de sacar a la luz las verdades más ocultas (...)».
Con estas palabras, extraídas de la histórica revista Il Mondo Secreto (1897-1899), el insigne maestro del hermetismo, Giuliano Kremmerz (1861-1930), animaba a los estudiosos y a los cultivadores del Gran Arte a afrontar y profundizar, más allá de las «simples» apariencias, el sentido y el significado más profundos del Tarot, de este maravilloso y sorprendente Mutus Liber figurado, o Libro de Imágenes sin palabras, que encierra los símbolos, o Arcanos, de todo el conocimiento de la Ciencia del Alma.
Actualmente, tras varios lustros del denominado revival de lo oculto, o despertar del interés y de la curiosidad por todo aquello que tiene el sabor de lo mágico y lo esotérico —sobre todo en el campo occidental—, puede parecer trivial, e incluso banal, hablar de la importancia del Tarot en nuestra cultura, desde la literatura a la poesía, del cine al teatro y al arte en todas sus manifestaciones, como así lo demuestran las obras de Guttuso, Dalí y Jodorowsky, o El Tarot de Italo Calvino, publicados por Franco Maria Ricci (1969), a los que podemos añadir unas auténticas obras de arte editorial como son el Duchesne (París, 1844) o el D’Allemagne (París, 1906).
Sin embargo, debe considerarse que, al menos hasta bien entrada la década de 1960, esta fascinante baraja, hoy en día ampliamente conocida y muy popular, era apreciada y se conocía sólo en el círculo elitista de raros apasionados y coleccionistas, o estaba circunscrita a zonas no demasiado pobladas de cartomantes capaces de conocer los significados y las técnicas adivinatorias.
Seguramente el Tarot ha vivido en el pasado momentos de mayor esplendor, sobre todo desde la segunda mitad del siglo XIX hasta los primeros decenios del XX , gracias sobre todo a las aportaciones determinantes de ocultistas eruditos que le han devuelto dignidad y valor a materias todavía recubiertas por una pátina de prejuicios, supersticiones, ostracismo y persecuciones. Podemos atribuir a personalidades de primera línea como Eliphas Lévi, Stanislas de Guaita, Papus, Wirth, Picard, Van Rijnberk, Mathers, Waite, Zanne, Marteau y muchos otros, el indudable mérito de haber devuelto al Tarot el esplendor de una luz iniciática que parecía apagada y oscurecida por el humo de la ignorancia y de las siniestras hogueras de los siglos oscuros.
Anteriormente, según afirma Eliphas Lévi (que de todas formas basa sus deducciones en elementos bastante discutidos) se habían distinguido filósofos de relieve, como Ramón Llull (Ars Magna) y Guillaume Postel, con su obra Absconditorum a constitutione Mundi Clavis de 1546 (cuya reedición en Amsterdam de 1646 lleva una «Clave», o tabla simbólica, que según Lévi proviene del conocimiento que el autor tenía del Tarot); o como Court de Gébelin, perteneciente a la orden de los Elegidos de Coën, discípulo de L. C. de Saint-Martin y maestro de Fabre d’Olivet, que a finales del siglo XVIII dedicó buena parte del primer volumen del monumental Monde primitif (París, 1775-1784, 9 vols.) al examen del Tarot, descrito como «el libro más antiguo del mundo, de origen egipcio, cuya paternidad debe atribuirse a Hermes Trismegisto o Thot».
Además, no puede ignorarse la influencia de personajes pintorescos como la célebre cartomante Lenormand, o el curioso Alliette, conocido como «Etteilla», que se hizo muy famoso poco antes de la Revolución Francesa gracias a una gestión capilar y astuta de su propia imagen y debido a una serie de predicciones fantásticas, apoyadas con la publicación de textos basados en una interpretación decididamente personal del Tarot y de las «altas ciencias», derivada sin embargo de las teorías de Court de Gébelin.
Sin embargo, tras el último conflicto mundial, también el Tarot, junto con otros sectores relacionados con las denominadas «ciencias ocultas», cayó en un relativo olvido, dejado en el baúl de los recuerdos (no por mucho tiempo). De hecho, tras retomarlo y revalorizarlo como nunca en todos sus posibles aspectos y variantes, reapareció unos veinte años más tarde, contemporáneamente a aquella primavera de interesantes fermentos espiritualistas a la que siguió una oleada de renovación y de apasionantes investigaciones alternativas en las dimensiones del alma, que asumió en poco tiempo los rasgos marcados de un verdadero fenómeno de costumbres y expresión de un nuevo estilo de vida, interpretado por muchos como la llegada de la Edad de Acuario. Esta imponente corriente de pensamiento de carácter filosófico, artístico, cultural y seguramente esotérico, en el sentido más amplio del término, se ha traducido posteriormente en la difusión del movimiento New Age, en cuyo seno cabe resaltar, entre otros, el redescubrimiento y la valorización del legendario y controvertido, pero siempre actual, Tarot.
Alguien podría con toda razón preguntarse: «¿Por qué definir controvertido este libro alegórico de conocimientos arcanos?». Por una serie casi infinita de motivos, cuya enunciación requeriría un libro aparte. En realidad, desde que hacia finales del siglo XIV nuestra misteriosa baraja ha subido a la escena de los muchos enigmas de la historia, en su clásica forma orgánica (correspondiente más o menos al modelo que conocemos hoy en día, con excepción de algunas variantes a lo largo del tiempo), ha sido siempre objeto de innumerables intentos de interpretación: desde los análisis más sugerentes de su caleidoscópico simbolismo a las babélicas explicaciones de sus arquetipos, de los acrobáticos vuelos en los cielos pindáricos de las investigaciones mistéricas hasta las más atrevidas elucubraciones en los laberintos fantásticos y surreales de un imaginario sin límites —no es casualidad si una de las definiciones más felices y razonadas es precisamente «máquina de imaginar»— contribuyendo a veces a transmitir o perpetuar una imagen incomprensible de un mosaico irreal, en el que, a fin de cuentas, se puede «leer» de todo y lo contrario de todo, con el riesgo evidente de perder la ineludible huella sagrada y el código interpretativo original, es decir, la «doble llave» de una «puerta secreta».
Página siguiente