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Rafael María de Labra - La emancipación de los esclavos en Estados Unidos

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Rafael María de Labra La emancipación de los esclavos en Estados Unidos
  • Libro:
    La emancipación de los esclavos en Estados Unidos
  • Autor:
  • Editor:
    Ediciones LAVP
  • Genre:
  • Año:
    2019
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La emancipación de los esclavos en Estados Unidos: resumen, descripción y anotación

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Porque, con efecto, nadie podrá prescindir de que los Estados-Unidos son una gran nación, para la cual el problema de la esclavitud llegó a ser el primer problema, mientras que nuestras Antillas son unas meras dependencias de España, preocupada, al par que de la cuestión social ultramarina, de otras no menos graves cuestiones entrañadas en la situación general del país.
De igual suerte, tampoco es posible pasar por alto que el problema de la abolición se complica en el Norte de América con la guerra civil y la cuestión de la separación de ciertos Estados, siendo de advertir que los poseedores de esclavos y los resistentes a la abolición son precisamente los separatistas, mientras que en nuestras colonias, o no hay guerra, como en Puerto Rico, o la lucha entre los insurrectos y el gobierno toma, como en Cuba, un carácter perfectamente distinto en su origen, su actualidad y su sentido, al de la contienda sostenida por los ejércitos de Lee y de Grant y los esfuerzos de Davis y Lincoln.
Por último, conviene no olvidar que las proporciones y la importancia que la esclavitud en sí misma tenía en los Estados Unidos, eran muy diversas a las que ofrece en nuestras islas de Cuba y Puerto Rico. Allí el número de esclavos llegaba a 3.953.760 al lado de 488.005 hombres de color libres y 27.003.224 blancos en una extensión de más de ocho millones de kilómetros cuadrados.
Aquí se trata de comarcas pequeñas, cuyos límites fija el mar y cuya población total, donde más, pasa difícilmente de millón y medio de almas.
Verdad es, sin embargo, que cuando de la esclavitud se habla es costumbre referir todas las observaciones a los trece Estados del Sur. Pero así y todo, sucede que siempre hay una diferencia inmensa entre esta vasta extensión de 2.000.000 de kilómetros, poblados por 11.830.000 almas (7.830.000 de blancos, 146.700 negros libres y 3.855.000 esclavos) y que representaba, sin comprender el valor de los siervos, las dos séptimas partes de la riqueza de toda la república, y el territorio y las condiciones de aislamiento y de vida mercantil de nuestras Antillas.

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La emancipación de los esclavos en Estados Unidos

Rafael María de Labra

La emancipación de los esclavos en Estados Unidos

© Rafael María de Labra

Advertencias

Antes de entrar en materia necesito hacer algunas advertencias. Es la primera, que el trabajo que ahora comienzo tiene un carácter muy modesto, pues que se refiere punto menos que exclusivamente al aspecto económico de la República norteamericana.

La segunda, que la experiencia intentada en los Estados Unidos aún no puede ser apreciada en su justo valor, porque habiendo comenzado en 1862, todavía no ha concluido su segundo período, ó sea el período de la convalecencia y la reparación.

Después hay que notar que, escribiéndose este capítulo con un fin político, y para que el lector haga las comparaciones pertinentes con nuestras Antillas, en realidad entre éstas y la grande República americana hay tales diferencias, que, rigorosamente hablando, toda analogía desaparece, aun tratándose solo del problema de la esclavitud.

Porque, con efecto, nadie podrá prescindir de que los Estados-Unidos son una gran nación, para la cual el problema de la esclavitud llegó a ser el primer problema, mientras que nuestras Antillas son unas meras dependencias de España, preocupada, al par que de la cuestión social ultramarina, de otras no menos graves cuestiones entrañadas en la situación general del país.

De igual suerte, tampoco es posible pasar por alto que el problema de la abolición se complica en el Norte de América con la guerra civil y la cuestión de la separación de ciertos Estados, siendo de advertir que los poseedores de esclavos y los resistentes a la abolición son precisamente los separatistas, mientras que en nuestras colonias, o no hay guerra, como en Puerto Rico, o la lucha entre los insurrectos y el gobierno toma, como en Cuba, un carácter perfectamente distinto en su origen, su actualidad y su sentido, al de la contienda sostenida por los ejércitos de Lee y de Grant y los esfuerzos de Davis y Lincoln.

Por último, conviene no olvidar que las proporciones y la importancia que la esclavitud en sí misma tenía en los Estados-Unidos, eran muy diversas a las que ofrece en nuestras islas de Cuba y Puerto Rico. Allí el número de esclavos llegaba a 3.953.760 al lado de 488.005 hombres de color libres y 27.003.224 blancos en una extensión de más de ocho millones de kilómetros cuadrados.

Aquí se trata de comarcas pequeñas, cuyos límites fija el mar y cuya población total, donde más, pasa difícilmente de millón y medio de almas.

Verdad es, sin embargo, que cuando de la esclavitud se habla es costumbre referir todas las observaciones a los trece Estados del Sur. Pero así y todo, sucede que siempre hay una diferencia inmensa entre esta vasta extensión de 2.000.000 de kilómetros, poblados por 11.830.000 almas (7.830.000 de blancos, 146.700 negros libres y 3.855.000 esclavos) y que representaba, sin comprender el valor de los siervos, las dos séptimas partes de la riqueza de toda la república, y el territorio y las condiciones de aislamiento y de vida mercantil de nuestras Antillas.

Para estar más dentro de lo juicioso, sería preciso fijarse aisladamente en cada uno de aquellos Estados conocidos por esclavistas; en el de Virginia, por ejemplo, que tenía 1.596.318 habitantes (de ellos sobre 490.000 esclavos) en una extensión de 61.352 millas cuadradas, o en el de la Luisiana, que tenía 331.000 esclavos al lado de unos 600.000 habitantes libres; pero sobre que esto no sería aún exacto, pues que las medidas tomadas para la abolición en los Estados Unidos nunca respondieron a un interés local, ni revistieron, por tanto, el carácter particular que aquel interés supone, no tengo inconveniente en declarar que carezco de la mayor parte de los documentos que incompletos han publicado en estos últimos años y para fines especiales los gobiernos de los Estados aludidos.

Por esto, pues, he de limitar mis ligeras apreciaciones a los Estados del Sur, y si de algún Estado particular hablo, entiéndase que lo hago con todas las reservas y salvedades que la falta de datos precisos y oficiales imponen como necesarias.

Y después de esto y para abordar la cuestión, me permitiré traer a la memoria del lector algunas noticias históricas y geográficas, referentes a los Estados Unidos. Perdóneseme si ofendo alguna susceptibilidad científica, pero no se olvide el carácter especial de este modestísimo trabajo.

I. Los Estados del Sur en 1860.

Compónese la República, como es notorio, de 34 Estados y 8 territorios, amén del terreno ocupado por los indios. Junto todo el dominio de la Confederación norteamericana, comprende nada menos de 8.526.124 kilómetros.

De esta vastísima extensión solo la cuarta parte (2.117.334 km ) constituía la república en sus comienzos, en el último cuarto del siglo XVIII.

De entonces acá verificáronse las anexiones de la Luisiana (1808), la Florida (1819) y Tejas (1845).

La costumbre, autorizada por la historia de las disensiones políticas y económicas de los Estados-Unidos, tenía establecida la división de la república en Estados del Norte y del Sur, sin que fuera dado fundar verdaderamente semejante división en aquellas condiciones físicas y naturales, que de ordinario se estiman para hacer las divisiones de tierras y las clasificaciones de comarcas, en los tratados de geografía.

De esta manera, los Estados del Norte, que eran veintiuno (Maine, Vermont, Nuevo Hampshire, Nueva-York, Massachussetts, Connecticut, Pensilvania, Ohio, Maryland, Nueva Jersey, Rhode-Island, Delaware, Indiana, Illinois, Michigan, Wisconsin, Yowa, Minnesota, California, Oregon y Kansas), estaban caracterizados por su espíritu radicalmente democrático—y en este concepto los Estados del Noroeste. eran los que más se distinguían, por su opinión cada vez más acentuada contra la esclavitud, por su sentido unificador, por el predominio de las ideas proteccionistas en el orden económico, y, en fin, por la importancia de sus intereses esencialmente fabriles,—aparte de los que suponía la explotación de minas y la cría de ganados a que se dedicaban muy particularmente las comarcas del Oeste.

Por el contrario, los 13 Estados del Sur (Virginia, las dos Carolinas, Kentucky, Tennessee, Missouri, Missisipí, Luisiana, Florida, Texas, Alabama, Georgia y Arkansas), se distinguían por su espíritu oligárquico, su apego a la esclavitud, sus tendencias libre-cambistas y sus intereses esencialmente agrícolas y mercantiles.

Nótese, empero, que algunos Estados de ambos grupos venían a representar un sentido de mayor conciliación y más suavidad en sus aspiraciones políticas, económicas y sobre todo sociales. En este caso se hallaban los llamados Border States, osean Virginia, Kentucky, Missouri, Delaware y Maryland. En los tres primeros tenían cierta importancia los farmers o poseedores de menos de cinco esclavos y el elemento trabajador conocido, en las colonias francesas, con el nombre de petits blancs, y en las nuestras con el de guajiros y jíbaros.

En cuanto a los segundos, a pesar de ser colocados generalmente entre los Estados libres, poseían esclavos, llegando éstos a 87.189 en Maryland y 1.758 en Delaware; si bien la superioridad numérica del elemento libre era en aquellos paises verdaderamente excepcional.

Aun dentro de los Border States había sus diferencias, pues que no eran ni podían representar absolutamente lo mismo Estados como Virginia, donde tenía asiento la gran industria de la cría y fomento de esclavos, que aquellos otros que, como Missouri y Kentucky, después de algunas dudas, se negaron a seguir a los separatistas del Sur en la guerra civil, y más aun los que como Delaware y Maryland, desde el primer momento estuvieron del lado de la Union.

A estas comarcas había que unir—para formar exacto juicio de la importancia, extensión y población de la república—el distrito de Colombia (donde residían los poderes centrales), los llamados, en el lenguaje oficial de la Confederación norteamericana, territorios (Colorado, Utah, Washington, Nueva Méjico, Nebraska, Nevada y Dacotah), y, por último, la parte habitada por los indios.

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