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Eugenio María de Hostos y Bonilla - Meditando

Aquí puedes leer online Eugenio María de Hostos y Bonilla - Meditando texto completo del libro (historia completa) en español de forma gratuita. Descargue pdf y epub, obtenga significado, portada y reseñas sobre este libro electrónico. Año: 2010, Editor: Red ediciones, Género: Historia. Descripción de la obra, (prefacio), así como las revisiones están disponibles. La mejor biblioteca de literatura LitFox.es creado para los amantes de la buena lectura y ofrece una amplia selección de géneros:

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Eugenio María de Hostos (1839-1903). Puerto Rico.Nació en Mayagüez en 1839 y murió en Santo Domingo en 1903. Hizo sus estudios primarios en San Juan y el bachillerato en España en la Universidad de Bilbao. Estudió además Leyes en la Universidad Central de Madrid. Siendo estudiante luchó en la prensa y en el Ateneo de Madrid por la autonomía y la libertad de los esclavos de Cuba y de Puerto Rico. Y por entonces publicó La peregrinación de Bayoán novela crítica con el régimen colonial de España en América.Entre 1871 a 1874 Hostos viajó por Colombia, Perú, Chile, Argentina y Brasil. En Chile publicó su Juicio crítico de Hamlet, abogó por la instrucción científica de la mujer y formó parte de la Academia de Bellas Letras de Santiago. En Argentina inició el proyecto de la construcción del ferrocarril trasandino.En 1874 dirigió con el escritor cubano Enrique Piñeyro la revista América Ilustrada y en 1875, en Puerto Plata de Santo Domingo, dirigió Las Tres Antillas, con la pretensión de fundar una Confederación Antillana.Hacia 1879 se estableció en Santo Domingo y allí redactó la Ley de Normales y en 1880 inició la Escuela Normal bajo su dirección. A su vez, dictaba las cátedras de Derecho Constitucional, Internacional y Penal y de Economía Política en el Instituto Profesional.Tras el cambio de soberanía de Puerto Rico en 1898 pretendió que el gobierno de Estados Unidos permitiera al pueblo de Puerto Rico decidir por sí mismo su suerte política en un plebiscito.Decepcionado volvió a Santo Domingo donde murió en 1903.

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Eugenio María de Hostos Meditando Barcelona 2023 Linkgua-edicionescom - photo 1

Eugenio María de Hostos

Meditando

Barcelona 2023

Linkgua-ediciones.com

Créditos

Título original: Meditando.

© 2023, Red ediciones S.L.

e-mail: info@linkgua.com

Diseño de cubierta: Michel Mallard.

ISBN rústica: 978-84-9953-336-0.

ISBN ebook: 978-84-9953-335-3.

Cualquier forma de reproducción, distribución, comunicación pública o transformación de esta obra solo puede ser realizada con la autorización de sus titulares, salvo excepción prevista por la ley. Diríjase a CEDRO (Centro Español de Derechos Reprográficos, www.cedro.org) si necesita fotocopiar, escanear o hacer copias digitales de algún fragmento de esta obra.

Sumario

Brevísima presentación

La vida

Eugenio María de Hostos (1839-1903). Puerto Rico.

Nació en Mayagüez en 1839 y murió en Santo Domingo en 1903. Hizo sus estudios primarios en San Juan y el bachillerato en España en la Universidad de Bilbao. Estudió además Leyes en la Universidad Central de Madrid. Siendo estudiante luchó en la prensa y en el Ateneo de Madrid por la autonomía y la libertad de los esclavos de Cuba y de Puerto Rico. Y por entonces publicó La peregrinación de Bayoán novela crítica con el régimen colonial de España en América.

Entre 1871 a 1874 Hostos viajó por Colombia, Perú, Chile, Argentina y Brasil. En Chile publicó su Juicio crítico de Hamlet, abogó por la instrucción científica de la mujer y formó parte de la Academia de Bellas Letras de Santiago. En Argentina inició el proyecto de la construcción del ferrocarril trasandino.

En 1874 dirigió con el escritor cubano Enrique Piñeyro la revista América Ilustrada y en 1875, en Puerto Plata de Santo Domingo, dirigió Las Tres Antillas, con la pretensión de fundar una Confederación Antillana.

Hacia 1879 se estableció en Santo Domingo y allí redactó la Ley de Normales y en 1880 inició la Escuela Normal bajo su dirección. A su vez, dictaba las cátedras de Derecho Constitucional , Internacional y Penal y de Economía Política en el Instituto Profesional.

Tras el cambio de soberanía de Puerto Rico en 1898 pretendió que el gobierno de Estados Unidos permitiera al pueblo de Puerto Rico decidir por sí mismo su suerte política en un plebiscito.

Decepcionado volvió a Santo Domingo donde murió en 1903.

Breve noticia

En prenda de gratitud, y como testimonio de rendida veneración a la memoria de DON EUGENIO MARÍA DE HOSTOS, damos a luz varios artículos publicados por él en diferentes revistas, cuando la suerte le brindaba con raros instantes de solaz y esparcimiento. El volumen que los encierra es el primero de la colección de escritores sur-americanos que, por sentimientos también de gratitud a la tierra en donde por primera vez se habló en América la lengua de Castilla, hemos denominado BIBLIOTECA QUISQUEYANA.

Conocidos son la tenacidad y el entusiasmo con que luchó durante toda la vida aquel hombre meritísimo en por de los dos ideales más hermosos del género humano: el de la libertad, que ennoblece y sublima hasta los más bajos instintos, y el de la educación que enseña a servirse de ese precioso don para bien de nuestros semejantes y perfeccionamiento del propio ser. Tampoco son ignoradas las ejemplares virtudes domésticas y patrióticas del fecundo publicista, ni desconocidos sus numerosos y variados estudios científicos y literarios que atestiguan con superabundancia el amor al trabajo y el culto ferviente a la verdad de que no dejó de dar prueba un solo día.

Nada más frecuente desde hace algunos años que las compilaciones de artículos llamados de crítica; pero nada más raro, tampoco, que los juicios hijos de madura reflexión y de verdadero análisis científico en dichas colecciones. Desnudas de originalidad, no obstante los pomposos nombres con que las engalanan sus autores, carecen de atractivo para el lector y por eso es tan precaria como infecunda su existencia. Fruto, por el contrario, de profunda meditación, los escritos de Hostos revisten tendencias docentes de elevado carácter y nobles propósitos, brindan al lector con ideas nuevas desarrolladas con sencillez y claridad, y no ofrecen aquel tono dogmático, regañón o irónico que malamente han dado en la flor de tomar algunos por indicio de capacidad científica.

Si la inteligencia del ilustre hijo de Puerto Rico merece considerarse, ora por las circunstancias y el medio en que se dio a conocer, ora por las dificultades que rodearon su adolescencia y su juventud, como raro don de la naturaleza; nos es grato afirmar que no menos privilegiado fue su corazón, pues si le ornaban la mente variados y profundos conocimientos, estimulaban su actividad generosa y gobernaban su voluntad los más puros y nobles afectos. No se circunscribieron las labores que le ocuparon toda la vida al suelo patrio y a las islas hermanas, sino que abrazando cuanto era americano, con igual ahínco daba a conocer los escritores de la República Argentina, de Chile, de Colombia o de cualquier otra nación suramericana como los propios literatos antillanos. Grande era su corazón para contenerlos a todos, y para no limitarse a defender únicamente con la palabra las causas por que luchaba. Con enérgica y perseverante acción sustento las doctrinas de la educación y de la libertad; por ellas afrontó las persecuciones y vivió y murió en honrosa pobreza.

Antes de que en Europa se hablase de abrir a la mujer las carreras científicas de la medicina y la jurisprudencia, el señor Hostos había persuadido al gobierno chileno de la importancia de esa medida, y las primeras señoritas que tomaron la borla de esas facultades le tributaron públicamente su reconocimiento. Fue también el primero en proclamar la importancia, en la República Argentina, de la construcción del Ferrocarril Trasandino, y así lo conmemoró agradecida la empresa dando el nombre de nuestro pensador a la primera locomotora que recorrió la celebre vía. En la República Dominicana redactó los principales proyectos de ley sobre enseñanza y dirigió durante nueve años la educación publica con éxito felicísimo; y para decirlo todo de una vez, por donde quiera que paso regó la fecunda semilla del bien y abogó por la causa del oprimido sin parar mientes en su origen ni creencias. Baste como ejemplo la campaña que durante permanencia en el Perú emprendió en favor de los chinos contra los despiadados logreros que los esquilmaban, y la manera cómo protegió los intereses de aquella República en el conocido asunto del Ferrocarril de la Oroya que no podemos dejar de referir.

Conociendo cuán poco podían las dádivas para hacer vacilar la honradez de Hostos, recurrió a poner asechanzas al ardoroso entusiasmo con que batallaba por la libertad de Cuba un artero contratista, ofreciéndole contribuir a ella con un millón de pesetas si le prestaba con su pluma el apoyo de que había menester para dar remate a sus negociaciones. A la sola luz de la conveniencia pública examinaba y discutía Hostos en La Patria las propuestas presentadas, de suerte que al llegar a la del astuto e insidioso negociante demostró sin vacilación ni flaqueza cuán desfavorable era en realidad a los intereses nacionales por más halagüeña que a primera vista pareciese.

La convicción que le animaba de que el hombre ha de ser un apóstol, en todas las circunstancias y estados de la vida, su incontrastable fe en la obra de la educación, y el sentido culto que profesaba a la mujer, le inspiraron conceptos dignos de los paladines feudales, que con placer verá el lector esparcidos por todas sus obras, y muy particularmente en el estudio profundo que hizo del Hamlet.

«De toda culpa de mujer (dice) es responsable un hombre, por injusto, por inepto o por liviano. De las culpas de mujeres como Gertrudis, es siempre autor un Claudio, por egoísta, por concupiscente o por malvado. La mujer vive del hombre como la Luna del Sol; y así como este da luz al astro que le está subordinado, así el hombre refleja su virtud y su vicio en la mujer. Educada por él es obra suya: obra buena si el autor es bueno; obra mala, si malo.»

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