Raquel Morras Morena - Ciudades literarias del mundo

EUROPA

URUEÑA (España)

En un pueblito medieval llamado Urueña, situado en el interior de la comunidad autónoma de Castilla y León (España), ocurrieron unos hechos nunca narrados, pero sí conocidos por los habitantes del lugar.

Cuentan que allí pudo haberse hospedado el desconocido autor del Cantar de Mío Cid; pues ya en la época medieval, Urueña era un lugar de carácter especial. En esta villa, se alojaban gentes de todas las partes del mundo. Sus murallas protegían a la población de las luchas contra los musulmanes, a la vez que reunían a las personas más cultivadas y singulares del reino.

Con el paso de los años, la fortaleza de Urueña ha sido un emplazamiento de peregrinaje espiritual, un refugio militar, una prisión de princesas y galanes, un hogar de señores y de amantes de reyes, etc. Este paraje de cuento podría cautivar la inspiración de más de un escritor. Quizás el autor del Cid escribiera parte de sus cantares en este paraíso medieval; o quizás no. También podría ser que, en una de sus librerías actuales, aparezca algún día un manuscrito, un apócrifo… ¿Quién sabe? Lo que sí se sabe es que las librerías, que allí se encuentran, atesoran ejemplares de lo más remotos, variados e interesantes.

Asimismo, los museos abren sus puertas para mostrarnos la historia que esta fortaleza tiene y contiene. A día de hoy, son muchos los distintos perfiles de viajeros que, movidos por la curiosidad y afición por la lectura, deciden adentrarse y descubrir con sus propios sentidos esta oda a la cultura en forma de villa medieval.

BELLPRAT (España)

Vengo a Bellprat, al sudeste de la comarca de Ainoa en Barcelona, tras visitar Cervera en Lleida y Montblanc en Tarragona, La Pobla de Segur (Lleida) y L’Escala en Girona. Una ciudad literaria me ha llevado a la otra. Este pueblo es muy desconocido, aunque había ya poblamientos iberos en la edad de bronce. Me topo con las esculturas de San Esteban de Ferriols, rocas donde en la edad megalítica sacrificaban personas. Entre sus menhires he creído ser Asterix con un dolmen en brazos. Atravesando bosques y cultivos de la sierra llego al castillo de Queralt. Se remonta al año 960, un tal Borrel se lo vendió a Guitart, vizconde de Barcelona por 200 pesos y luego ha pasado de mano en mano, se llamaba entonces Santa Coloma.

Hago un esfuerzo de imaginación, esas ruinas fueron en su día cuartos de nobles. El pueblo creció en torno al castillo y la escuela románica de Santiago en el siglo XVI. Desde aquí se ve toda la cuenca. En 1425 construyeron la parroquia de San Salvador. El pueblo se dedicaba al trigo y uva, a la ganadería a orillas del río de Boix, pero ahora es la cultura el principal reclamo. Aquí nació la primera alcaldesa de Cataluña y España, Natividad Yarza. Dedican su plaza a este icono del feminismo. En 2008 la ciudad se convirtió en la primera Villa del libro en Cataluña. Espacios deprimidos se llenan de libros. En este ecosistema cultural este año ha firmado libros Carme Riera. La feria del libro se celebra aquí antes de la de Sant Jordi (una rosa y un libro). La propuesta se la debemos a la sociedad de amigos de la zona. Su relevo lo tomó el grupo Villa del libro Cat (Cataluña) que han regenerado el pueblo. Carme, Constanza, Enric Puy, Enric Bono, el Fulvio y Mireia fueron tomados como excéntricos cuando crearon este proyecto de la nada. Ahora son vistos como visionarios. Cada vez que tiran un libro al contenedor el pecho se nos llena de ansiedad y angustia. Menos mal que aquí hay un punto verde de reciclaje. Se tiran los libros que ya no volveremos a leer para que otras personas se los lleven gratis. ¿Por qué pagar 20 euros por un libro? ¿Por qué guardar libros que solo crean polvo en los estantes? Ningún libro es rechazado. Siempre habrá un roto para un descosido, decía mi abuela. En las librerías chillan a la vista los últimos Best Sellers, pero si tienes paciencia en buscar encontrarás a los libros olvidados. Son libros tímidos y llenos de modestia que duermen aletargados allá donde no los vemos. Se perdió esa magia de buscar libros raros por las librerías.

El librero de antaño amaba los libros y sabía todo de sus vidas. Ahora se limita a buscarte en el catálogo digital: “no, lo siento, nadie reedita eso, está descatalogado”. Lo que lloré al enterarme de que los libros devueltos a la editorial son quemados como en piras del nazismo. Este pueblo es como esos libros que se esconden vergonzosos. Pero gracias a esta iniciativa, los libros resucitan, adquieren nueva vida en manos de mejor lector. Los libros creen en la reencarnación. Da igual tu edad, tus gustos, tu ocupación, seguro que encuentras tu libro amigo. Platón decía que al nacer nos separan de nuestra media naranja y nos condenan a buscarla en la tierra. Busquemos aquí esos libros escritos para nosotros. En este pueblo viven 100 habitantes y en invierno 20 personas, pero también viven 20 mil libros. Quiere decir que a cada persona del pueblo le corresponderían mil libros. No sé si una vida da para leer tanto. Los libros han envejecido igual que este pueblo desconocido, pero vuelven a nacer cada vez que alguien los acaricia. Hasta el hotel en que me hospedo dedica cada habitación doble a una novela, he dormido en el cuarto Pepe Carvalho (el inmortal detective de Montalbán) y hay cuartos de novela negra o histórica. También vienen escritores a crear. Aquí se inspiró Imma Cabré para “los señores del Poder”, premio editorial Gregal en 2013. Termino la noche en un bar donde me sirven un gin-tonic mientras rebusco en las baldas. Nos dividen en grupos de diez para participar en una cata literaria.

Un show-cooking: ver un espectáculo, comer y beber productos locales, a la vez que eliges novelas o conversas con escritores. Los niños escuchan al cuentacuentos o buscan libros escondidos por el pueblo, participan en talleres creativos de manualidades o talleres literarios y ven teatro de guiñoles. Libros en la naturaleza, lejos del ruido y del cemento urbano. Paseos literarios donde cada parada en un punto es buena excusa para escribir. En lo que va de proyecto, se han presentado 80 novedades de 50 editoriales y han venido más de 100 escritores. Hay 6 librerías de viejo y libros hasta en los bajos de las casas, además de un mercado en el cobertizo del pueblo. ¿Cómo puede caber tanta literatura en un pueblo tan pequeño?

MONTBLANC (España)

Montblanc es la capital de la comarca de la cuenca de Barberá en Tarragona. Villa ducal desde 1387. Está al sur, en la depresión de los ríos Anguera y Francolí, a los pies del monte Plà de Santa Bárbara y las montañas de Prades en las sierras Prenafeta, Miramar y las tierras bajas. Lo baña el río Riout y sus cascadas con puentes y molinos. Estas sierras están en el plan de espacios del plan de Interés Natural (PEIN), 7 pedanías (siendo esta la principal). Su nombre significa “monte infértil”, no monte nevado sino “blanco” o “sin vegetación”. Tiene 7300 habitantes. Hay rastros del arte levantino paleolítico, de esa pintura esquemática-abstracta neolítica. Veo pinturas rupestres en las cuevas de Creus. Lo llaman “el portal de las letras” a este monumento de la prehistoria, patrimonio de la Unesco desde el 98. Por aquí pasaron los elefantes de Aníbal antes de llegar a Roma.

A este pueblo de Duesaigües en 1163 un conde Berenguer lo rebautiza como Villa salva, “la villa sin impuestos”. El rey Alfonso I concedió exenciones fiscales en las tasas de leña o concesiones para ferias de ganado, fueros y cortes propias. Era un pueblo agrícola de vides y gremial (artesanos, herreros y tejedores), formado en torno al castillo amurallado (31 torres, 5 puertas) y a la iglesia de Santa María, “la catedral de la montaña”. Pedro el Grande construyó en 1284 las Escribanías Reales, el estudio Mayor. La iglesia de San Miguel es ahora salón de actos. La judería y sus sinagogas ocupan la calle de Manuel Ribé. San Francisco de Asís durmió en 1212 en el convento que le dedicaron. En él estudiaron los hijos de Jaume II (el mejor rey de la villa) o creció el teólogo Turmeda. Lo ampliaron con una capilla barroca, la del santo sepulcro, y ahora es oficina de turismo. Se construyeron hospitales (con el nombre de los santos Marcial, Bartolomé y Magdalena), santuarios (la merced, Prats y la Virgen de la Sierra, convento gótico de hermanas clarisas del XIII,) y las ermitas de San José, Santa Ana, y San Juan. Este casco antiguo es conjunto monumental histórico artístico desde el 48. Hay dos museos de arte (Marés y Ferré), y de molinos, de ciencias, un archivo municipal... Los condes de Aragón veraneaban en su palacio real y visito también las mansiones de los Villa, Castlá, Josa, Alenya, los Desclergue… o la vieja prisión. Muchos nobles de esta villa participaron en la reconquista de Valencia con Jaime el Conquistador. Los tiempos de la gran quemada fueron 300 años de epidemias, pestes, malas cosechas. Le afectó la guerra catalana y la de los segadores, quemaron archivos y destruyeron la muralla. Bombardear iglesias, saqueos e incendios estaban a la orden del día en las desamortizaciones. Tras la guerra de sucesión (liberales carlistas) y de la independencia, la ciudad perdió sus privilegios. Llegó el tren y las carreteras. La ciudad se industrializó, pero la filoxera provocó otra gran crisis en el franquismo.