Hay más osos polares que personas.
Es el lugar habitado más cercano al polo norte.
No está permitido nacer ni morir.
Svalbard es uno de los lugares favorecidos por la proyección Mercator. Al encontrarse tan cerca del polo norte —a unos 1100 kilómetros— en algunos planisferios puede parecer más grande de lo que es en realidad, algo similar a lo que ocurre con Groenlandia.
Este archipiélago tiene una superficie que supera los 60 000 kilómetros cuadrados. Y aunque no es tan extenso, supera a países como Costa Rica o Croacia, por lo que no se trata de unas islas minúsculas. No será tan pequeño, pero a Svalbard le quedan bien varios adjetivos. Es que se trata de un lugar único tanto por su geografía y sus condiciones climáticas como por su historia y su legislación.
Pertenece a Noruega y está a 800 kilómetros del territorio continental. Ny-Ålesund, con unos 30 habitantes permanentes, tiene el récord de ser el poblado civil más septentrional del planeta. Barentsburg, con medio millar de habitantes, y la capital, Longyearbyen, con más de 2000, son los otros asentamientos del archipiélago.
Se ubica entre los paralelos 74 y 81 norte. Para comprender lo extremo del entorno, vale la comparación con la península Antártica, que llega hasta el paralelo 63 sur. Es decir, está más lejos del polo que estas islas noruegas.
Svalbard significa “costa fría”, lo que no requiere demasiada explicación. De todos modos, las corrientes cálidas del Atlántico norte moderan las temperaturas y mantiene las aguas navegables durante la mayor parte del año. En invierno, los registros no suelen superar los -20 °C, y en verano se puede llegar sin problemas a los 5 o 7 °C. De hecho, otras regiones ubicadas a la misma latitud ofrecen climas más gélidos.
A PESAR DE SU UBICACIÓN EXTREMA, EN VERANO SE PUEDE LLEGAR A LOS 5 O 7 °C.
En 1596 se realizó el descubrimiento oficial de este lugar. Se trató de una expedición comandada por el neerlandés Willem Barents, quien perdería la vida pocos meses después, en el Ártico. A partir de allí comenzó a desarrollarse la industria ballenera, que se extendió durante cien años. A finales del siglo 19 se reavivó el interés por la zona gracias a la posibilidad de otra actividad económica, cuando el carbón atrajo a centenares de personas.
En 1920 Noruega logró la soberanía del territorio, que también pretendían rusos y británicos. Después de que se firmaran los acuerdos que pusieron fin a la Primera Guerra Mundial, 14 países firmaron el Tratado de Svalbard en París. Con posteriores ratificaciones, se llegó a 46 estados signatarios.
Pero el acuerdo impuso algunas condiciones a Noruega. Por ejemplo, no se puede favorecer a empresas nacionales y todos los países firmantes tienen la posibilidad de acceder a los recursos naturales. Por eso se han instalado en Svalbard compañías de varios países. La presencia rusa ha sido constante. Lo mismo sucede con las personas: cualquier ciudadano de un país firmante se puede instalar sin necesidad de un visado o de un permiso especial y tiene los mismos derechos que una persona nacida en Oslo.
Por otro lado, el tratado agrega que Noruega no puede cobrar impuestos que le otorguen un rédito económico, por lo que las imposiciones son bajas y solo alcanzan a cubrir el gobierno del lugar. También se prevé que sea una territorio libre de bases militares, lo que se mantiene hasta hoy.
Si recorremos el lugar en la actualidad, uno de los grandes atractivos es su fauna. Aquí viven 20 especies de mamíferos marinos, incluidas ballenas, delfines, focas y morsas. Pero el gran símbolo son los osos polares. En total son 3000, por lo que en Svalbard hay más osos polares que personas.
Si bien la mayoría de estos animales están protegidos, todo aquel que salga de su casa debe llevar un rifle para defenderse de un posible ataque o ir acompañado de un guía que esté armado. Habíamos advertido sobre legislaciones curiosas, y esta es una: es obligatorio salir a la calle con un arma de fuego. Pero habrá más.
En Svalbard también se encuentra la Bóveda Global de Semillas. Se construyó en 2008 para preservar la biodiversidad de cultivos ante una catástrofe, ya sea natural o humanitaria. Es un enorme almacén subterráneo que soporta terremotos, bombas nucleares y está a salvo de las consecuencias del calentamiento global. Su ubicación es ideal, ya que en caso de fallo eléctrico, el permafrost del exterior actuaría como refrigerante natural. Tiene espacio para 4,5 millones de semillas y ya hay un cuarto de esa capacidad ocupada.
TRATADO DE SVALBARD
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