• Quejarse

Masha Gessen - El hombre sin rostro: El sorprendente ascenso de Vladímir Putin

Aquí puedes leer online Masha Gessen - El hombre sin rostro: El sorprendente ascenso de Vladímir Putin texto completo del libro (historia completa) en español de forma gratuita. Descargue pdf y epub, obtenga significado, portada y reseñas sobre este libro electrónico. Año: 2012, Editor: Penguin Random House Grupo Editorial España, Género: Historia. Descripción de la obra, (prefacio), así como las revisiones están disponibles. La mejor biblioteca de literatura LitFox.es creado para los amantes de la buena lectura y ofrece una amplia selección de géneros:

Novela romántica Ciencia ficción Aventura Detective Ciencia Historia Hogar y familia Prosa Arte Política Ordenador No ficción Religión Negocios Niños

Elija una categoría favorita y encuentre realmente lee libros que valgan la pena. Disfrute de la inmersión en el mundo de la imaginación, sienta las emociones de los personajes o aprenda algo nuevo para usted, haga un descubrimiento fascinante.

Masha Gessen El hombre sin rostro: El sorprendente ascenso de Vladímir Putin
  • Libro:
    El hombre sin rostro: El sorprendente ascenso de Vladímir Putin
  • Autor:
  • Editor:
    Penguin Random House Grupo Editorial España
  • Genre:
  • Año:
    2012
  • Índice:
    5 / 5
  • Favoritos:
    Añadir a favoritos
  • Tu marca:
    • 100
    • 1
    • 2
    • 3
    • 4
    • 5

El hombre sin rostro: El sorprendente ascenso de Vladímir Putin: resumen, descripción y anotación

Ofrecemos leer una anotación, descripción, resumen o prefacio (depende de lo que el autor del libro "El hombre sin rostro: El sorprendente ascenso de Vladímir Putin" escribió él mismo). Si no ha encontrado la información necesaria sobre el libro — escribe en los comentarios, intentaremos encontrarlo.

La fascinante historia de cómo Vladímir Putin, un agente mediocre del KGB, llegó a la presidencia de Rusia, deshizo años de avances y convirtió a su país de nuevo en una amenaza para sus ciudadanos y para el mundo.

Masha Gessen ganó el National Book Award de No Ficción en 2017

Desde su llegada al poder en 1999, Vladímir Putin se ha hecho con el control de los medios de comunicación, sus rivales políticos han acabado encarcelados, exiliados o muertos, y el frágil sistema electoral ruso apenas se sostiene. Pese a las valientes manifestaciones de protesta por el fraude en las elecciones de diciembre de 2011, Putin continuó en el poder y Rusia volvió a ser una amenaza para sus ciudadanos y para elmundo entero.

Masha Gessen ha vivido esta historia de primera mano, con las amenazas, el asesinato, el exilio y las misteriosas desapariciones de muchos de sus amigos y colegas. A pesar de ello, volvió a Moscú para contar el asombroso ascenso de Putin, tras conversar con fuentes que nunca habrían hablado con periodistas. Su relato de cómo un hombre anónimo

se abrió camino hasta alcanzar un poder absoluto, y absolutamente corrupto, es ya un clásico de la narrativa de no ficción.

«A lo largo de los años noventa, mientras jóvenes como yo intentábamos salir adelante en un país nuevo, junto al nuestro existía un mundo paralelo. Yo había estado en muchas zonas de guerra, había trabajado bajo fuego de metralla, pero esta era la historia más aterradora que había tenido que escribir; nunca antes me había visto en la obligada necesidad de describir una realidad tan desprovista de emociones y tan cruel, tan patente y tan despiadada, tan corrupta y con una falta tan completa de remordimientos. En unos años, Rusia estaría viviendo en esa realidad. Cómo sucedió es la historia que contaré en este libro.»

Masha Gessen: otros libros del autor


¿Quién escribió El hombre sin rostro: El sorprendente ascenso de Vladímir Putin? Averigüe el apellido, el nombre del autor del libro y una lista de todas las obras del autor por series.

El hombre sin rostro: El sorprendente ascenso de Vladímir Putin — leer online gratis el libro completo

A continuación se muestra el texto del libro, dividido por páginas. Sistema guardar el lugar de la última página leída, le permite leer cómodamente el libro" El hombre sin rostro: El sorprendente ascenso de Vladímir Putin " online de forma gratuita, sin tener que buscar de nuevo cada vez donde lo dejaste. Poner un marcador, y puede ir a la página donde terminó de leer en cualquier momento.

Luz

Tamaño de fuente:

Restablecer

Intervalo:

Marcador:

Hacer
El hombre sin rostro El sorprendente ascenso de Vladímir Putin - image 1
El hombre sin rostro
Masha Gessen

Traducción de

Juan Manuel Ibeas Delgado y Marcos Pérez Sánchez

El hombre sin rostro El sorprendente ascenso de Vladímir Putin - image 2

www.megustaleer.com

Índice

Prólogo

Me desperté porque alguien me estaba zarandeando. Kate estaba aterrorizada. «Dicen algo sobre Galina en la radio —dijo casi susurrando—. Y un arma. Creo… no lo entiendo.»

Salí de la cama y llegué a trompicones a la diminuta cocina, donde Kate había estado preparando el desayuno y escuchando Eco Moskvi, la mejor emisora de noticias y tertulias de la radio rusa. Era sábado por la mañana, un día excepcionalmente luminoso y despejado para noviembre en Moscú. Yo no estaba preocupada; por alguna razón, el miedo de Kate no me impresionó. Fuera lo que fuese lo que había oído —o, con su limitado ruso, creído oír—, podría ser el comienzo de otra gran historia. Como corresponsal jefe del periódico ruso más importante, Itogi, sentía que las grandes historias eran mi feudo. Y había muchas. En un país que se estaba inventando a sí mismo, cada ciudad, cada familia, incluso cada institución, era en cierto sentido un territorio por explorar. Era el año 1998. Desde principios de los años noventa, prácticamente todo lo que había escrito era algo que nadie había contado antes; pasé la mitad del tiempo fuera de Moscú, viajando a zonas en conflicto y minas de oro, orfanatos y universidades, aldeas abandonadas y florecientes pueblos petroleros, escribiendo sus historias. A cambio la revista, que era propiedad del mismo magnate que Eco Moskvi y era financiada por él, nunca cuestionó mi extravagante calendario de viajes y con frecuencia publicó mis historias en su portada.

Dicho de otro modo, yo era uno de esos jóvenes que lo habían conseguido todo en los años noventa. Mucha gente mayor o más joven que yo pagó un precio muy alto por la transición. La generación anterior perdió sus ahorros a causa de la hiperinflación y sus identidades tras la destrucción de todas las instituciones soviéticas. La generación posterior estaba creciendo a la sombra del miedo, y a menudo el fracaso, de sus padres. Pero yo tenía veinticuatro años cuando la Unión Soviética se hundió, y en los años noventa mis compañeros y yo nos habíamos dedicado a inventar nuestras carreras y lo que creíamos que eran las formas e instituciones de una nueva sociedad. Incluso cuando parecía que los delitos violentos se estaban convirtiendo en una epidemia en Rusia, nos sentíamos extrañamente seguros; observábamos y a veces describíamos el mundo del hampa sin llegar a sentir en ningún momento que pudiese afectarnos. Además, había ciertas cosas que solo podían ir a mejor: yo acababa de comprarme un antiguo apartamento comunal ruinoso en pleno centro de Moscú y lo estaba renovando antes de mudarme a él desde el piso que compartía con Kate, una editora británica que trabajaba para una publicación del sector petrolero. Me veía formando una familia en el nuevo apartamento. Y precisamente ese sábado tenía una cita con el contratista para ir a comprar material para el baño.

Kate gesticulaba frente al radiocasete como si se tratase de una fuente de toxinas y me miraba inquisitivamente. Galina Starovoitova, cuyo nombre el presentador no dejaba de repetir, era miembro de la cámara baja del Parlamento, una de las políticas rusas más conocidas y amiga nuestra. A finales de los años ochenta, cuando el imperio se tambaleaba al borde del colapso, Starovoitova, que era etnógrafa, se convirtió en una activista prodemocracia y en la portavoz más destacada de la población de Nagorno-Karabaj, un enclave armenio en Azerbaiyán envuelto en el primero de los muchos conflictos étnicos armados que marcarían la disolución del Bloque del Este. Como otros académicos que se habían pasado a la política, daba la impresión que había aparecido en escena de un día para otro. Aunque había vivido en Leningrado desde muy pequeña, el pueblo de Armenia la nombró su representante en el primer Sóviet Supremo cuya elección fue casi democrática y en 1989 fue elegida para el cargo por una amplia mayoría de los votantes. En el Sóviet Supremo lideró el Grupo Interregional, una facción minoritaria prodemocrática en cuya dirección también estaban Andréi Sájarov y Borís Yeltsin. Cuando Yeltsin fue elegido presidente de Rusia en 1990 —por aquel entonces un puesto eminentemente formal y de representación—, Galina pasó a ser su asesora más cercana, aconsejándole oficialmente sobre asuntos étnicos y extraoficialmente sobre todo lo demás, incluidos los nombramientos para el gobierno. En 1992 Yeltsin sopesó la posibilidad de nombrarla ministra de Defensa; un nombramiento así, de una civil cuyas opiniones bordeaban el pacifismo, habría supuesto un gran gesto en el estilo clásico del Yeltsin de principios de los años noventa, un mensaje de que nada volvería a ser lo mismo en Rusia, y quizá en el mundo.

Que nada volviese a ser lo mismo era la principal prioridad de Galina, algo radical incluso para los activistas prodemocracia de principios de los años noventa. Como integrante de un reducido grupo de abogados y políticos, intentó sin éxito llevar a juicio al Partido Comunista de la Unión Soviética. Redactó un borrador de ley sobre la lustratsiya, de Yeltsin de agosto de 1991, que ilegalizó el Partido Comunista Ruso tras el fallido golpe de Estado. En un acto público en julio de 1992 se había enfrentado por este motivo a Yeltsin, que la despachó con malos modos, lo que marcó tanto el final de la carrera de Galina en la administración como el inicio de una postura cada vez más conciliatoria por parte de Yeltsin hacia los servicios secretos y los muchos comunistas recalcitrantes que aún permanecían en el poder o en sus alrededores. Destituida de la administración, Galina impulsó, sin éxito, la ley de lustración y después abandonó por completo la política rusa y se trasladó a Estados Unidos, primero al U.S. Institute for Peace, en Washington, y después como profesora a la Universidad de Brown.

La primera vez que me encontré con Galina no pude verla: me la ocultaban las cientos de miles de personas que se congregaron en la plaza Mayakovski de Moscú el 28 de marzo de 1991 para participar en una concentración a favor de Yeltsin. El presidente soviético Mijaíl Gorbachov había dirigido recientemente una reprimenda pública a Yeltsin; y también había aprobado un decreto por el que prohibía las manifestaciones en la ciudad durante ese mes. Esa mañana, los tanques se desplegaron por Moscú para dificultar al máximo que la gente llegase a la concentración prodemocracia no autorizada. Los organizadores, en respuesta, dividieron la concentración en dos, para que a la gente le resultase más fácil llegar al menos a uno de los lugares. Era mi primera visita a Moscú tras diez años fuera del país; se daba la circunstancia de que estaba alojada en el apartamento de mi abuela, cerca del punto de reunión de la plaza Mayakovski. Tras encontrarme cortada la avenida principal, Tverskaya, conseguí avanzar cruzando una serie de patios y atravesando un corredor abovedado, y de pronto me encontré en mitad de la multitud. No veía nada más allá de las nucas de la gente y una sucesión de abrigos de lana grises y negros casi idénticos, pero pude oír una voz de mujer que se elevaba sobre la multitud, hablando de la inviolabilidad del derecho constitucional de reunión. Me volví hacia el hombre que tenía al lado, que sostenía una bolsa de plástico amarilla en una mano y a un niño con la otra. «¿Quién habla?», le pregunté. «Starovoitova», contestó. En ese momento, la mujer empezó a animar a la gente en un canto de cinco sílabas que parecía reverberar por toda la ciudad: «¡Ros-si-ya! ¡Yel-tsin!». Menos de medio año después, la Unión Soviética se había hundido y Yeltsin se convertía en el líder de una nueva Rusia democrática. Mucha gente se dio cuenta de que esto era inevitable ese día de marzo, cuando el pueblo de Moscú desafió al gobierno comunista y sus tanques y exigió que se escuchase su voz en la plaza pública.

Página siguiente
Luz

Tamaño de fuente:

Restablecer

Intervalo:

Marcador:

Hacer

Libros similares «El hombre sin rostro: El sorprendente ascenso de Vladímir Putin»

Mira libros similares a El hombre sin rostro: El sorprendente ascenso de Vladímir Putin. Hemos seleccionado literatura similar en nombre y significado con la esperanza de proporcionar lectores con más opciones para encontrar obras nuevas, interesantes y aún no leídas.


Reseñas sobre «El hombre sin rostro: El sorprendente ascenso de Vladímir Putin»

Discusión, reseñas del libro El hombre sin rostro: El sorprendente ascenso de Vladímir Putin y solo las opiniones de los lectores. Deja tus comentarios, escribe lo que piensas sobre la obra, su significado o los personajes principales. Especifica exactamente lo que te gustó y lo que no te gustó, y por qué crees que sí.