GUERRAS DE LA INFORMACIÓN
CÓMO PERDIMOS LA BATALLA GLOBAL CONTRA LA DESINFORMACIÓN Y QUÉ PODEMOS HACER EN EL FUTURO
Richard Stengel
EL CONOCIMIENTO ES PODER.
ÁRMESE USTED MISMO.
Durante los tres últimos años de la administración Obama, Richard Stengel, exeditor de la revista Time y subsecretario de Estado, estuvo en la primera línea de la nueva guerra de información global. En aquel momento, fue la única persona del Gobierno encargada de deshacer, negar y combatir tanto los mensajes de Estado Islámico como la desinformación rusa. Después, en el año 2016, con las elecciones presidenciales en marcha, Stengel observó cómo Donald Trump utilizó la desinformación a su favor aprovechándose de las quejas de los ciudadanos estadounidenses que se sentían excluidos por el sistema actual. De hecho, Stengel enseguida se dio cuenta de que las tres partes estaban utilizando la misma estrategia: Estado Islámico buscaba devolver al islam su grandeza; Putin intentaba que Rusia volviera a ser grande; y todos conocemos a Donald Trump.
Narrado como si de un thriller se tratara, Stengel se mueve por Rusia, Ucrania, Arabia Saudí e Irak e introduce personajes como Putin, Hillary Clinton, John Kerry o Mohamed bin Salmán para demostrar cómo la desinformación impacta en nuestra sociedad global.
Un libro necesario para nuestros tiempos, que demuestra que debemos encontrar el camino para combatir las crecientes amenazas contra la democracia.
ACERCA DEL AUTOR
Richard Stengel (2 de mayo de 1955) es exeditor de la revista Time y escritor. Fue también director del National Constitution Center y trabajó como subsecretario de Estado durante la administración Obama de 2014 a 2016. Ha escrito varios libros, entre los que destaca su colaboración con Nelson Mandela en su autobiografía. Guerras de la información es su último ensayo.
ACERCA DE LA OBRA
«Stengel nos entrega el primer reportaje desde la primera línea de las guerras de la desinformación libradas por Rusia y Estado Islámico. En el corazón del conflicto estuvo cómo las redes sociales permitieron a la gente exponer sus agravios, tal y como Donald Trump lo hizo en su campaña presidencial. Contar estos hechos es el reto más crucial para nuestra democracia. Stengel nos muestra cómo hemos fallado y qué podemos hacer en el futuro.»
W ALTER I SAACSON
«Stengel nos entrega un libro convincente y revelador al más alto nivel en la lucha contra la desinformación. Una lectura esencial.»
J ON M EACHAM
«Un relato fascinante para entender y combatir la nueva generación de amenazas a través de internet.»
M ADELEINE K. A LBRIGHT
Agradecimientos
S i este libro no les ha gustado, agradézcanselo a mi amigo Michael Beschloss. Durante una comida celebrada a los pocos meses de empezar en el cargo, le entretuve con anécdotas sobre el Departamento de Estado y fue el primero que me dijo: «¡Tienes que escribir un libro!». Es todo culpa suya.
Los escritores necesitan un lugar para trabajar. Cuando dejé el Departamento de Estado, no tenía uno. Mi viejo amigo Tom Goodman me ofreció generosamente un despacho perfecto en Goodman Media, además de su espléndido apoyo y entusiasmo. También quiero dar las gracias a Evan Spiegel por permitirme aprovechar las oficinas de Snap y por su infinita tolerancia con el tiempo que me he tomado para terminar este libro. Andy Lack y Phil Griffin me dieron un hogar en MSNBC y un lugar para expresar mi preocupación por lo que le ha estado pasando a este país.
Nunca me ha gustado la palabra «agente», y ni siquiera empieza a hacer justicia a mi querida amiga Joy Harris, que ha estado a mi lado a cada paso del camino, defendiendo este libro de principio a fin. Sospecho que estará casi tan contenta como yo de que esté acabado. ¿Cuántas veces habremos dicho que miraríamos atrás y nos reiríamos? Tengo una inmensa deuda con ella.
Hace mucho que conozco a Morgan Entrekin (¡nunca digo cifras superiores a veinte años!), pero, hasta ahora, jamás había visto el extraordinario editor, pensador y estratega que es. Es el editor ideal para cualquier escritor. Su entusiasmo es contagioso. Como habrán visto en este libro, las organizaciones suelen empaparse del carácter de su líder, y todo el mundo en Grove Atlantic ha sido profesional, inteligente, «entusiasta». Ha sido placer trabajar con ellos.
Después de acabar mi trabajo en el departamento, pasé un semestre en el Shorenstein Center del Harvard Kennedy School, lo cual me ayudo a concebir y estructurar el libro. Quiero agradecer al exdirector del Shorenstein, Nicco Mele, por llevarme hasta allí y ayudarme a pensar en la idea de la guerra de información. Mi incansable ayudante de investigación en Harvard, Howard Cohen, deshizo muchos nudos y contribuyó con un trabajo de investigación que no tiene precio, además de ofrecerme orientación sobre qué hacer contra la desinformación a través de su propia tesis de máster.
Cuando escribo, suelo hacerme hermético y reservado, pero he contado con lectores tempranos. El principal fue mi antiguo editor y amigo íntimo, Bill Phillips, que leyó un primer borrador y me dio sabios consejos y apoyo en un momento crítico. Otra vieja amiga y exeditora, Alice Mayhew, utilizó su ojo siempre agudo para fortalecer el libro y ayudó a darle forma. Mi vecina del norte del estado, Ann Godoff, fue una lectora astuta cuyas ideas han dado en el clavo.
Dado que no siempre soy tan cuidadoso como debería apuntando mis fuentes, Alasdair Phillips-Robins ha sido un regalo divino. Su meticuloso trabajo de comprobación de datos y su hábil corrección ha mejorado mucho este libro.
Aunque parece que hiciera un siglo, sino fuese por estas tres personas de Time Inc., nunca habría llegado al Departamento de Estado. Mi jefe y querido amigo John Huey es un auténtico sabio y siempre me ha cuidado. Su sucesora, Martha Nelson, siguió esa magnífica tradición. Y mi brillante sucesora en Time, Nancy Gibbs, hizo que la transición fuera realmente feliz.
Me gustaría agradecer a mi grupo de viejos colegas, que han sido una fuente de apoyo (¡aunque no siempre lo supieran!): Walter Isaacson, Kurt Andersen, Lawrence O´Donnell, Richard Plepler, Michael Lynton, Gary Ginsberg, Robert Gibbs, David Michaelis, Jim Basker, Bob Harrison, Jim McGuire. Jeff Shell se ha convertido en un nuevo amigo, y trabajar con él no podría haber sido mejor. Mark y Deb D’Arcy me ofrecieron su hospitalidad y un hogar lejos de casa en el norte del estado.
A la gente del Atlantic Council, especialmente al laboratorio de análisis forense digital, siempre útil y servicial: mi viejo amigo Fred Kempe, Graham Bookie y Maks Czuperski.
Ahora, el Departamento de Estado. Para empezar, y por encima de todo, quiero dar las gracias a los hombres y mujeres del Servicio Exterior. He disfrutado de su dedicación, su experiencia y su coraje, que veía día tras día. Sé que he sido duro con el Servicio Exterior en el libro, pero es porque desempeñan un papel fundamental dirigiendo la política exterior de nuestro país y protegiendo nuestra seguridad nacional. Ahora más que nunca.
Fue un honor trabajar con John Kerry, que encarna lo mejor del servicio público, así como la idea del bien público, algo demasiado poco habitual últimamente. David Wade se mostró siempre servicial, alentador y sabio. Es una delicia trabajar con Jon Finer y este libro sería el doble de interesante si supiera la mitad de lo que sabe él sobre política exterior. Mi viejo amigo Bill Burns dejaba el Departamento cuando llegué yo, pero tuvo la gentileza de tomarse tiempo para entrenar a un novato.
A pesar de que es un personaje del libro, el retrato de Jen Stout infravalora drásticamente su papel y su importancia en esta historia. Ella fue mi guía infalible para entender el funcionamiento del Gobierno. Cualquier éxito que lograra se debió en gran parte a ella, pero los fracasos fueron cosa mía totalmente. Y esa orientación ha continuado en su ayuda con este libro y nuestra actual amistad.
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