Hernán Cortés
Encuentro y conquista
Primera edición digital: agosto, 2020
D. R. © 2020, Juan Miguel Zunzunegui
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D. R. © Penguin Random House, por el diseño de portada
D. R. © Composición a partir de imágenes de iStock, por la imagen de portada
D. R. © Museo Nacional del Virreinato, por la imagen de Hernán Cortés
D. R. © Cortesía del autor, por la fotografía de Juan Miguel Zunzunegui
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ISBN: 978-607-319-509-6
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Conversión eBook:
Mutāre, Procesos Editoriales y de Comunicación
A Isis, Tonantzin, Guadalupe,
la diosa madre, la única, sin importar cuál sea su representación.
Por abrazar, cobijar y recibir;
por ser la tierra fértil de la que renace el sol;
por ese inmenso potencial creativo;
por la paz que viene de la aceptación;
por ser fuente de inspiración;
por dictar un libro;
por manifestarse humanamente como pluma preciosa;
por encarnar en mujer como mi diosa,
como quetzal divino,
como alma portentosa,
gracias.
A Quetzalli,
por ser divinidad celeste;
por ser viento de la noche;
por ser tierra sagrada.
Que seas místico encuentro,
que seas mi única conquista,
que seas toda mi historia,
mi paz, mi morir, mi renacer,
el fin de mis batallas,
mi diosa bendita,
el rostro de Dios.
AGRADECIMIENTOS
Hernán Cortés ha sido mi pasión de toda la vida, y estoy profundamente agradecido de finalmente haber creado este libro. Es un gozo para mí poder escribir, gracias antes que nada y que nadie a ti que me lees y haces posible mi pasión. Soy escritor gracias a ti.
Quiero externar mi profundo agradecimiento a Christian Duverger, un apasionado de México y de Hernán Cortés, que ha dedicado toda su vida al estudio de esas pasiones muy mías. Le agradezco por su trabajo y sus libros, pero ante todo por su gentileza y sencillez, y haberme dedicado tiempo para conversar sobre la vida y la mente de este maravilloso personaje. Gracias.
Crear es un proceso doloroso y difícil. Dice Quetzalli que cuando escribo son como mis dolores de parto. No soy una persona fácil cuando estoy en el proceso creativo, pero ella siempre está ahí, siempre comprende, siempre deja espacio, siempre respeta, siempre conversa, siempre motiva. Es mi tierra sagrada, mi luna, mi noche, mi estrella. Gracias, Quetzalli.
Gracias a mamá y papá, que me dieron libros, narrativa y libertad. Soy el fruto de su encuentro, soy todo lo que me dejaron y lo que he construido con eso. Soy mi cielo y mi tierra. Gracias.
Hay tanto que decir de sus proezas y ánimo invencible,
que de sólo ello se podría hacer un gran libro.
FRAY TORIBIO DE BENAVENTE, MOTOLINÍA
Hasta que Cortés no sea restituido al sitio
más alto de nuestra historia,
la patria no encontrará el camino de su redención.
JOSÉ VASCONCELOS
El odio a Cortés no es odio a España,
es odio a nosotros mismos.
OCTAVIO PAZ
Somos los que somos porque Hernán Cortés,
para bien y para mal, hizo lo que hizo.
CARLOS FUENTES
Si un mexicano odia lo español, se odia a sí mismo.
MIGUEL LEÓN-PORTILLA
PRÓLOGO:
EL JUICIO DE LA HISTORIA
No hay hechos, hay interpretaciones.
NIETZSCHE
¿Quién nos enseñó a odiarnos a nosotros mismos? Ésa es la pregunta más importante que debemos responder, pues es el origen de todas nuestras derrotas. Un día nos convencieron de odiarnos y quedamos inevitablemente aniquilados. No hay mayor derrota que pueda tenerse ante el adversario que permitirle dominar tus pasiones y tus miedos; dejar que el enemigo penetre en tu mente para controlar lo más profundo de tus convicciones y hacerte pensar que no aspiras a la grandeza, que tu origen está en la derrota, que no mereces el futuro, que tu llegada al mundo está basada en un lamentable pecado original, en una barbarie, en una conquista.
La conquista de México no está en los hechos, está en las interpretaciones. No es una serie de acontecimientos del pasado, sino una maraña de discursos y complejos del presente. No está en el ayer, sino eternamente presente. La condición de miseria de los pueblos indígenas del siglo XXI no tiene relación con la llamada conquista ni es culpa del virreinato, sino del Estado mexicano moderno, nacionalista, que nunca ha sabido cómo integrar a los pueblos indígenas, y encontró una excusa perfecta en el discurso de la conquista.
Las fuerzas de la historia encontraron a Europa y América, hace poco más de quinientos años, en un choque violento que sacudió cada rincón del que fue llamado Nuevo Mundo; pero lo que nació, evolucionó y existe hoy, en cada país de América, no es resultado de aquellos acontecimientos, sino de cómo se cuenta cada pueblo esa historia. Somos nuestra reacción al pasado.
Quiero contar una historia de Hernán Cortés. No existe la historia sino las historias; las versiones y visiones de todos y cada uno de los protagonistas y acontecimientos de la aventura humana en una interrelación infinita; las interpretaciones que hacemos; los juicios que dejamos caer, siempre con diferentes varas de medir; las emociones que depositamos, el valor simbólico que otorgamos. Todo eso es lo que nos influye en el presente mucho más que los hechos.
Quiero contar otra historia de Cortés porque México la necesita, porque quinientos años de conflicto debieran ser tiempo suficiente para tratar de reconciliar la historia; cinco siglos de camino en común crean la encrucijada perfecta para terminar de unir nuestras dos gloriosas raíces. Llevamos quinientos años ocupando el mismo espacio, y quizá ya sea el momento de crear algo nuevo. Ha llegado el momento de terminar la gestación y finalmente nacer, ha llegado el momento de despertar.
México está destinado a la grandeza, pero primero tiene que sanar las heridas de su pasado. Quiero contar una historia de Hernán Cortés justo para eso, para voltear a nuestro pasado y mirarlo con otros ojos, para darle un nuevo significado a lo que somos. Quiero contar un relato de la conquista porque es una historia sobre nuestro origen y nuestro destino, una historia de México y del mundo.