Para W.A.S.
Prólogo
Maria Montessori siempre se ha caracterizado por despertar tanto la exacerbada reprobación como la adulación acrítica. Ambas posturas pueden tener el mismo efecto negativo respecto a la difusión de ese enfoque educativo, ya que el entusiasmo acrítico, no solo obnubila el juicio de quien lo manifiesta, sino que despierta sospecha y supone un freno al interés de terceros interesados en comprender genuinamente el trasfondo de la propuesta.
El sistema educativo montessoriano, como cualquier otro sistema, es una combinación de unos métodos —una forma de hacer, unos materiales, un sistema, unas reglas para los educadores y los niños, etc.— y de unos principios que remiten a la filosofía, el espíritu, las creencias y la postura pedagógica de su autora respecto al niño. Por tanto, no es posible entender la obra montessoriana al margen de Maria Montessori, ni a Montessori al margen de su obra. Como dice Hélène Lubienska, una de sus primeras colaboradoras, el material desvinculado del espíritu del método y, por tanto, de la intención original de su autora, se convertiría en “ritualismo”. Invertir y confundir los fines con los medios en el ámbito educativo no solo es una tentación reciente.
Para evitar caer en las caricaturas pedagógicas que circulan en los ambientes montesomething (como las llaman cariñosamente algunos de los montessorianos más ortodoxos), los padres y educadores deseosos de entender su método pueden encontrar en las biografías de Montessori algunas llaves que les permiten descubrir nuevos horizontes educativos y alejarse de las simplificaciones y de las interpretaciones desafortunadas que caracterizan la pedagogía montessoriana desde sus inicios. Pero no cualquier biografía sirve para ello.
Existe hoy un enfoque muy difundido que consiste en disociar el autor de sus textos, analizando a ambos de forma independiente. En algunas biografías, se intenta rescribir la historia tratando de “redescubrir” cuáles fueron los verdaderos y profundos motivos escondidos por los que se actuó y se escribió, sin abarcar la obra entera del personaje estudiado, sin entrar a valorar el mérito de su propuesta y sin intentar comprender sus motivos en relación con el conjunto de sus obras. Así, se torturan los hechos hasta conseguir pistas que permiten “mistificar” al autor —si era un personaje corriente y banal— o “desmitificar” —si era un personaje fascinante—. Algunos de sus escritos se reinterpretan desde la sospecha y la distancia, a la luz de intenciones que responden demasiadas veces a modas contemporáneas al lector, pero ajenas a las circunstancias del autor. En definitiva, se hace un juicio de intención sin apelación —y al margen de los textos— hacia personas que, por desgracia, ya no están para poder defenderse. Para los autores que suscriben ese enfoque, todo lo que se sale de ese modelo entra en la categoría despectiva de biografía hagiográfica. Si no hay sospecha, análisis desde el escepticismo, se considera que el retrato histórico no está bien hecho.
En la biografía que usted tiene en sus manos, Rita Kramer presenta el resultado de un riguroso y largo trabajo de investigación que se aleja de ese enfoque, navegando con agilidad y elegancia entre el método, las obras de la autora y su vida. Rita Kramer conoce bien los escritos de Montessori y presenta la información sobre su vida en paralelo con el conjunto de su obra, con una visión realista. Esa forma de acercarse a la pedagoga la lleva a adoptar un tono, a veces, poco complaciente, y otras veces más empático, adentrándose poco a poco en su pensamiento más profundo. Pues, ¿qué sería una biografía que no hiciera el esfuerzo de ver el mundo desde los ojos de su protagonista?
En los Estados Unidos, Rita Kramer no precisa introducción, pues es la conocida autora de siete libros y de varios artículos en revistas de prestigio, como el New York Times Magazine y el Wall Street Journal , entre otros. Maria Montessori : a biography , inicialmente publicada en inglés en 1976, toma en cuenta fuentes documentales, testimonios de testigos contemporáneos, y tiene la peculiaridad de nutrirse del valioso testimonio de familiares cercanos, entre ellos Mario Montessori, el único hijo de Montessori, a quien su madre había hecho confidencias inéditas. Para escribir su libro, Rita Kramer tuvo acceso a los archivos de la AMI ( Association Montessori Internationale ), asociación fundada por la misma Montessori, y dirigida por ella hasta la fecha de su fallecimiento, con 82 años, en 1952. Sin embargo, no se trata de una biografía autorizada y se escribe desde la distancia del tiempo por una persona que no “defiende” el método o a su autor.
Con Montessori, hay material para llenar cientos de páginas sin aburrir al lector. Su vida es una verdadera cruzada a favor de la causa de la infancia, llena de guerras y de batallas sin treguas. Guerras en el sentido literal. Sufrió personalmente las consecuencias de la guerra en Italia, en España, en Alemania y en la India, donde estuvo durante años en arresto domiciliario por ser italiana (aun habiendo huido 25 años antes del régimen de Mussolini por discrepar con él).
Pero las batallas fueron también en el ámbito más personal. Los naturalistas y algunos pedagogos del siglo XX le reprocharon la rigidez y la artificialidad de su método, y su rechazo a la imaginación productiva y a la fantasía; los progresistas, la individualidad y el carácter coercitivo y dogmático del método; los modernos y los positivistas, su religiosidad; algunos la criticaron por adelantar los aprendizajes, otros, por lo contrario; unos la acusaron de no respetar la libertad del alumno, mientras otros le reprocharon lo contrario. Algunos de sus contemporáneos —prácticamente todos hombres— le reprocharon endiosarse, mientras ella rechazó la fama en varias ocasiones para mantener la integridad de su método, protegiéndolo de las distorsiones y las explotaciones. Los católicos la tacharon de laicista, naturalista, positivista, anticristiana y teósofa, mientras que los teósofos y los masones la definieron como “católica ferviente”.
En la cima de la fama, renunció a su puesto de docencia en la universidad de Roma para dedicarse a los niños pobres de las periferias deprimidas de Roma, y hablaba a menudo con lástima de las personas de clase alta. Por otro lado, siempre contó con el apoyo y el reconocimiento de personas influyentes en todos los ámbitos (político, empresarial, cultural, de la aristocracia, de la jerarquía de la Iglesia católica, etc.), como la reina Margarita de Italia, Graham Bell, Helen Keller, el millonario americano McClure, Gandhi, Rabindranath Tagore, la hija del presidente americano Woodrow Wilson, Sigmond Freud, el biólogo Hugo De Vries, la hija de León Tolstói y varios cardenales y papas, entre otros.
¿Cómo reconciliar tantos reproches y tantas críticas en tantos aspectos tan contradictorios? ¿Cómo pueden convivir tantas paradojas en una sola persona? ¿Cómo explicar esas contradicciones? ¿Quién es Maria Montessori? Hay tantas preguntas como personas que las formulan. Pero hemos de saber que solo hay una respuesta, y es la que se ajusta a la realidad. Obviamente, nadie puede llegar a describir a la perfección a esta pedagoga con un pensamiento tan original, un estilo literario tan enredado, tan compleja, y de la que Jérôme Bruner dijo que era una “curiosa mezcla de misticismo y de pragmatismo”. Pero Rita Kramer lo intentó como casi nadie, llegando a dedicar, para hacerlo, tres años de su vida a tiempo completo.
Sin embargo, a pesar de la vigencia de esta biografía, quisiéramos destacar tres temas sobre los que el lector podría ampliar y complementar su lectura, o actualizarla con datos nuevos de escritos inéditos que salieron a la luz desde su publicación: la relación de Montessori con el movimiento antimodernista, con la teosofía y con el movimiento de la Educación nueva del inicio del siglo XX .