Primera edición en esta colección: septiembre de 2016
© Cristina Tébar, 2016
© de la presente edición: Plataforma Editorial, 2016
Plataforma Editorial
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ISBN: 978-84-16820-11-5
Diseño de cubierta y composición: Grafime
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A mis hijos, mis maestros.
NOTA: A lo largo del libro voy a hablar de «padres» para referirme de forma genérica a aquellos adultos que habitualmente están a cargo de los niños, ya sean padres, madres, tíos, tías, abuelos, abuelas… Igualmente, voy a hablar de «el niño» para referirme de manera genérica a niños y niñas, tal como hacía Maria Montessori en sus escritos. Al hablar de «la guía» me estaré refiriendo en general a guías Montessori, tanto masculinos como femeninas.
¿Por qué Montessori
debería interesarme si no
soy docente?
Imagino que si tienes este libro entre tus manos ya tienes un cierto interés en lo que voy a contarte, pero aun así me gustaría empezar dándote dos motivos para terminar de convencerte: el primero es que Montessori es bueno para tus hijos y el segundo es que Montessori es bueno para el mundo.
¿Así? ¿Ya está? ¿Solo con esto pretendo convencerte de seguir leyendo?
Está bien, déjame que me explique con un poco más de detalle.
Montessori es bueno para tus hijos
Todos queremos tener un mundo mejor, pero también es cierto que lo que más nos importa en este mundo son nuestros hijos –es totalmente lícito, no tenemos que sentirnos egoístas por ello, en un momento te cuento por qué–, así que vamos a empezar por enumerar algunos de los valores y aptitudes que un niño puede desarrollar si le ofrecemos una educación Montessori:
- Capacidad de tomar decisiones.
- Capacidad de concentración.
- Capacidad de percepción.
- Independencia.
- Libertad.
- Sentido de la justicia.
- Capacidad de hacer juicios de valor.
- Racionalidad.
- Creatividad.
- Capacidad de ser feliz.
- Autodisciplina.
- Automotivación.
- Autocontrol (físico y mental).
- Amor por aprender.
- Respeto a los demás, al entorno y a sí mismo.
- Responsabilidad.
- Seguridad en sí mismo.
Si te fijas, todas estas características pueden suponer grandes ventajas para tus hijos, pero no solo para ellos, también para las personas con las que se relacionen a lo largo de su vida y para el entorno sobre el que tengan influencia. Si te sentías egoísta por pensar en el beneficio de tus hijos, ahora ves que ese beneficio van a compartirlo con el mundo, y esto nos lleva a mi segundo argumento: Montessori es bueno para el mundo.
Montessori es bueno para el mundo
El gran objetivo de Maria Montessori no era facilitar el aprendizaje de las matemáticas a través de materiales manipulativos, ni tampoco conseguir que los niños aprendan a leer y escribir por sí solos con un método que respeta sus ritmos y necesidades. Todo eso forma parte de Montessori, por supuesto, pero el objetivo principal, la base sobre la que se asienta todo lo demás es educar para la paz.
Maria Montessori vivió las dos guerras mundiales y también se vio afectada por la guerra civil española. Conoció a Mahatma Gandhi en 1931 en Londres y desde entonces mantuvieron el contacto, especialmente durante los años en que ella vivió en la India. Todo esto la marcó de una manera profunda y, unido a su inmensa fe en el potencial de los niños, le hizo volcar todas sus energías en divulgar la importancia de trabajar para la paz desde la educación.
Tanto Gandhi como Montessori tenían una fe absoluta en el potencial de los niños y en la importancia de su educación como camino hacia un futuro mejor para toda la humanidad. A veces a las personas que pensamos así nos tachan de soñadoras, visionarias e incluso de ingenuas, pero en eso consiste la fe, en confiar en algo sin tener hechos o datos que lo apoyen. Es evidente que vivimos tiempos convulsos y que como humanidad podemos tomar varios caminos; yo, al igual que muchos otros soñadores-visionarios (dejemos a un lado lo de ingenuos), tengo fe en que si confiamos en el inmenso potencial de los niños y acompañamos su desarrollo y su educación adecuadamente, estaremos eligiendo el mejor de los caminos.
Maria Montessori decía que «una educación capaz de salvar a la humanidad no es una empresa pequeña; implica el desarrollo espiritual del hombre, la mejora de su valor como individuo y la preparación de los jóvenes para entender los tiempos en que viven» (1998b), y creo que esa frase engloba a la perfección el objetivo de una educación Montessori.
Gandhi, por su parte, tenía una idea muy similar de cuál debía ser el camino para la paz: «Si queremos alcanzar una paz verdadera en este mundo y si vamos a llevar a cabo una verdadera guerra contra la guerra, tendremos que empezar con los niños, y si crecen en su inocencia natural, no tendremos la lucha […], sino que iremos del amor al amor y de la paz a la paz, hasta que por fin todos los rincones del mundo estén cubiertos con la paz y el amor de los que, consciente o inconscientemente, todo el mundo está hambriento» (1931).
Si estos dos motivos te han llegado y te han animado a seguir leyendo, te doy la enhorabuena, tienes en tus manos la capacidad de aportar tu granito de arena para conseguir ese mundo mejor del que te hablaba. Espero que este libro te sirva de ayuda e inspiración para trabajar en esta importante tarea.
Después de esta introducción, quiero aprovechar este primer capítulo para hablarte de la importancia de Montessori desde dos puntos de vista: el mío personal como madre y el de la ciencia.
1.1. Mi historia como «mamá Montessori»
Mi transformación en una «mamá Montessori» no fue de la noche a la mañana, ni ocurrió justo en el momento en que me convertí en madre; tras mis primeros meses como madre primeriza empecé a oír hablar del método Montessori y me pareció muy interesante; al ver que encajaba bastante con mis ideas sobre educación decidí indagar más sobre el tema.
Mis estudios anteriores tenían algo que ver con la educación, pero nada que ver con Montessori. Soy licenciada en Ciencias Ambientales y siempre me incliné hacia la rama de la Educación Ambiental, así que al terminar la carrera obtuve el Certificado de Aptitud Pedagógica con el objetivo de prepararme para ser profesora de secundaria, pero cuando entré en el mundo de las oposiciones vi que no encajaba conmigo y decidí continuar mi vida laboral por otro camino, que me llevó a pasar por dos trabajos que no tenían mucho que ver con la educación.
Pero es lo que tiene convertirse en madre… que nos pone el mundo patas arriba y nos hace replantearnos nuestras prioridades y reorganizar nuestra escala de valores. Al nacer mi primer hijo renació en mí el interés por la pedagogía y descubrí Montessori. Y me enganchó.