CUENTOS FEOS DE LA REFORMA AGRARIA PERUANA
Serie: Perú Problema, 34
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ISBN Edición impresa: 978-9972-51-628-3
ISBN Edición digital: 978-9972-51-679-5
ISSN: 0079-1075
Primera edición en inglés Ugly Stories of the Peruvian Agrarian Reform.
Durham: Duke University Press 2009
Primera edición en español, julio de 2009
Segunda edición en español: mayo de 2017
Hecho el depósito legal
en la Biblioteca Nacional del Perú: 2017-05667
Registro del proyecto editorial
en la Biblioteca Nacional: 31501131700526
Prohibida la reproducción total o parcial del contenido y de las características gráficas de este libro por cualquier medio sin permiso de los editores.
MAYER, Enrique
Cuentos feos de la reforma agraria peruana. 2a. ed. Lima, IEP, 2017. (Perú Problema, 34)
1. REFORMA AGRARIA; 2. ESTRUCTURA AGRARIA; 3. TERRATENIENTES;
4. GOBIERNO REVOLUCIONARIO DE LAS FUERZAS ARMADAS; 5. CAMPESINOS;
6. COOPERATIVAS AGRARIAS; 7. COMUNIDADES CAMPESINAS;
8. ORGANIZACIONES CAMPESINAS; 9. PROPIEDAD DE LA TIERRA;
10. SINDICATOS; 11. MEMORIA; 12. PERU
W/02.04.01/P/34/2017
A la memoria de Héctor Martínez Arellano
ÍNDICE
PRÓLOGO A LA SEGUNDA EDICIÓN
E l éxito de la primera edición de Cuentos feos de la reforma agraria peruana (2009), coeditado por el Instituto de Estudios Peruanos, y el Centro Peruano de Estudios Sociales me impulsó a preparar una segunda edición corregida y ampliada que contiene un nuevo capítulo dedicado a las azucareras. La versión en inglés, que se publicó al mismo tiempo que la peruana (Mayer 2009a), ganó un premio de la Asociación Regional del Nordeste de los Estados Unidos (NECLAS) en 2010 con elogiosos comentarios de Aviva Chomski. Por ello, entre los años 2009 y 2011, aparecieron trece reseñas: en Perú, Béjar (2009), Chueca (2009), Hinojosa (2009), Vergara (2010)—; en Europa, Clarke (2011), Kay (2011), Mossbrucker (2011); y en Estados Unidos, Antrosio (2011), Feinberg (2010), La Serna (2010), Mitchell (2010), Salomon (2011) y Zaldívar (2010).
El momento es propicio para una segunda edición, porque se está gestando una nueva corriente de evaluación del gobierno revolucionario de los militares (1969-1980). Se avecinan nuevas publicaciones —como la de Paulo Drinot y Carlos Aguirre (editores)—.1 En junio de 2016 se llevó a cabo el simposio Nuevas miradas sobre el régimen militar de Velasco Alvarado, auspiciado por el Instituto Francés de Estudios Andinos, la Biblioteca Nacional y las Universidades Católica, San Marcos, Del Pacífico, Ricardo Palma y el Instituto de Estudios Peruanos sobre diversos aspectos de la era de Velasco (se espera que próximamente las ponencias estén disponibles). Después de varios años de silencio desde el mundo académico, el interés por re-pensar esa experiencia está muy presente entre jóvenes investigadores en las disciplinas de ciencias sociales. Parece que los años setenta y ochenta ya se han legitimado como apropiados para rigurosas investigaciones históricas y de campo. Se espera que se generen interesantes debates sobre los reales impactos que la reforma agraria tuvo en el Perú a corto, mediano y largo plazo con sus respectivas diferenciaciones regionales, organizaciones y ambientes ecológicos sobre la base de estos nuevos aportes. Pienso que la lectura de mi libro abre un camino metodológico y da pautas a otros investigadores para seguir adelante.
La controversia sobre la reforma agraria de Velasco sigue siendo actual. Pero las posiciones a favor o en contra se han endurecido. Abundan, agresivamente, los comentarios negativos; aunque también están presentes opiniones que intentan contrarrestarlos en tonos más mesurados. Velasco es presentado como un cuco. Su imagen adusta y malhumorada es usada para asustar a los electores contra los peligros de volver a un comunismo retrasado, caduco, inútil que, se dice, ha hecho mucho daño al país. Mi libro se caracteriza por tratar de mediar esta brecha ideologizada estableciendo con claridad lo bueno, lo malo y lo feo de dicha reforma. Lo hace desde una perspectiva que se acerca a la metodología de la historia oral y local, y privilegia las memorias y las opiniones de los actores involucrados. Toma en cuenta el largo proceso que significó la reforma en cada una de sus fases: expropiación, adjudicación, cooperativización y descolectivización de la tierra. Mi estudio se expande más allá del gobierno de Velasco para abarcar lo que sucedió en los gobiernos que siguieron a los militares hasta el de Alberto Fujimori. Analiza también el impacto de los movimientos campesinos y la toma de tierras, que son el contrapunto a la acción estatal porque estos movimientos jugaron un papel fundamental en la recuperación y distribución de la tierra otrora expropiada por las acciones de la Oficina de Reforma Agraria. Resulta importante recordar que no solo Velasco es responsable por los efectos de la reforma agraria, ni antes ni después.
Por su propia naturaleza, una reforma agraria es un asunto primordialmente local porque cada hacienda está situada en una determinada región geográfica con sus linderos y sus colindantes. La hacienda constituía un mundo aparte y muy particular que se caracterizaba por sus lazos familiares, sus relaciones de poder, sus vínculos laborales y sus intercambios comerciales con el mercado agropecuario. Todos muy específicos, con sus relaciones de conflicto y solidaridad que se violentaron, deshicieron y reconfiguraron a lo largo del tiempo. Es difícil generalizar, hacia niveles más abstractos, lo que en la localidad sigue siendo un punto de quiebre importante para la creación de un entendimiento más cabal de qué es lo que verdaderamente aconteció en cada lugar. Si los campesinos quechuahablantes distinguen el hacinda timpu del actual quiere decir que eso es fundamental para desde allí empezar a construir una visión más real y aleccionadora sobre la importancia de esa aventura política que fue la reforma agraria y lo que ella significó para la historia del siglo XX en el Perú.
Este libro reúne una colección de aportes y será lanzado por la Universidad de Texas en Austin.
AGRADECIMIENTOS
E n julio de 1969, cuando tenía 25 años, viajé a bordo de un barco chileno de regreso al Perú tras una década de estudios en las universidades de Londres y Cornell. El barco se detuvo en el puerto de Talara. Bajé a tierra, tomé un ómnibus local que me llevó hasta una playa al final de su recorrido y allí observé a algunos pescadores descargando su pesca en el fuerte oleaje del océano Pacífico. Compré algunos pescados y una mujer se ofreció a cocinarlos para mí. Me sentí feliz de haber regresado al terruño. Observaba el vuelo de unas aves marinas y comía los más deliciosos pescados fritos de mi vida. Allí me enteré que, unas semanas antes, el gobierno militar había expropiado los complejos azucareros; el ejército fue el encargado de tomar esas instalaciones, las empresas agrícolas privadas más ricas y más productivas del país. Quedé atónito. Treinta y dos años más tarde, en el 2001, me encontraba caminando con mi esposa, Lidia Santos, en otra playa. En este caso fue en East Haven, Connecticut. Le mencioné que estaba escribiendo un libro sobre la reforma agraria de manera tal que los lectores peruanos se reconocieran a sí mismos, o a otros, a través de los cuentos que se iban a narrar acerca de la trascendental reforma agraria que yo había vivido desde el momento en que desembarqué en el Perú, y que he seguido durante toda mi vida profesional. Sorprendida, Lidia me miró y me dijo: “Entonces, ¿por qué estás escribiendo este libro en inglés?”.
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