Jonathan Bloch & Laury André, 2017
Traducción: Laura Soler Pinson
Editor digital: Titivillus
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Este libro es una guía práctica y accesible para saber más sobre la Reforma protestante, que le aportará la información esencial y le permitirá ganar tiempo.
En tan solo 50 minutos usted podrá:
• Descubrir la situación de la Iglesia, sumergida en la corrupción en aquel momento, y de los principados europeos, que buscaban recursos económicos.
• Identificar a los iniciadores de este movimiento de crítica, con personajes tan importantes como Erasmo, Calvino o Lutero.
• Analizar las consecuencias de una época especialmente sangrienta, que acabó estableciendo una barrera imaginaria entre el norte y el sur del continente.
Jonathan Bloch & Laury André
La Reforma protestante
La respuesta a los abusos del catolicismo
En 50 minutos
Historia - 0
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Titivillus 29-04-2020
LA REFORMA
- ¿Cuándo? La Reforma protestante empieza en 1521 y se extiende durante todo el siglo XVI.
- ¿Dónde? En Alemania, en Benelux, en Francia, en Gran Bretaña, en Escandinavia y en Suiza.
- ¿Contexto? La corrupción de la Iglesia católica y el oportunismo de los príncipes favorecieron el auge de tres movimientos cristianos críticos (el luteranismo, el calvinismo y el anglicanismo), que rechazan la autoridad del papa y proponen una reforma del clero y una reorganización teológica del culto.
- ¿Principales protagonistas?
- Erasmo, canónigo agustino holandés, príncipe de los humanistas (1467-1536).
- Tomás Moro, canciller de Inglaterra (1478-1535).
- Martín Lutero, monje agustino alemán y teólogo de Wittenberg (1483-1546).
- Ulrico Zuinglio, capellán y predicador suizo (1484-1531).
- Juan Calvino, reformador francés (1509-1564).
- ¿Repercusiones? El auge del protestantismo provoca como respuesta un movimiento de Contrarreforma muy importante dentro de la Iglesia católica. Las repercusiones serán amplias y generarán sobre todo el desarrollo del movimiento laico en Europa.
Por lo general, los historiadores llaman Reforma protestante al nacimiento de tres movimientos religiosos cristianos (luteranismo, calvinismo y anglicanismo) que, en el siglo XVI, rechazan la autoridad del papa y proponen una profunda reorganización del clero y del culto cristiano. Esta reforma se implanta sobre todo en Alemania, en Benelux, en Francia, en Gran Bretaña, en Escandinavia y en Suiza. Las repercusiones de este acontecimiento serán a menudo dramáticas y sangrientas a causa de su dimensión política: de hecho, este período es conocido por ser el de las guerras de religión.
Ante las revueltas determinadas de los protestantes, la Iglesia católica inicia un gran proyecto de Contrarreforma tras el Concilio de Trento (1545-1563), pero es incapaz de volver a someter los feudos protestantes a su autoridad espiritual. Con todo, los principados germánicos y el reino de Francia amenazan con saltar en pedazos por sus tensiones religiosas internas. Finalmente, el emperador Carlos V (1500-1558) y el rey Enrique IV (1553-1610) se ven obligados a tomar decisiones drásticas para la época. Uno concluye la Paz de Augsburgo (1555), mientas que el otro promulga el edicto de Nantes (1598), con lo que ambos dan prioridad a la razón de Estado por encima de las obligaciones religiosas. Es un primer paso hacia la laicización del Estado, aunque sus respectivos sucesores darán marcha atrás con frecuencia, con unos resultados que a veces serán desastrosos.
CONTEXTO
Una cristiandad heterogénea
Tal y como han destacado en sus trabajos en las últimas décadas varios historiadores, en particular Simon Ditchfield y Jean Delumeau, debemos desterrar la idea de que Europa está constituida por una cristiandad unida y sólida en los albores de la Reforma protestante. Al contrario, se trata de un mundo heterogéneo, donde todavía están muy presentes los elementos paganos. A ambos lados del Loira y del Rin, el cristianismo se vive de manera diferente, según la región. En efecto, el folclore difiere sensiblemente. Así, en las ciudades, los laicos se asocian en gremios, y cada una de esas corporaciones está protegida por un santo. Además, cada asociación dispone de un calendario propio de fiestas y de procesiones, independiente del calendario litúrgico. Esta situación permite que el protestantismo se vaya implantando de forma progresiva, sin encontrar la resistencia que un catolicismo uniforme podría haber planteado.
La Reforma protestante es una sacudida eléctrica. Las élites, tanto católicas como protestantes, observan que las masas escapan a su control. Por consiguiente, aunque conocemos los relatos de grandes misioneros jesuitas y franciscanos de los siglos XVI y XVII que atraviesan océanos para evangelizar a las poblaciones de América y de Asia, lo cierto es que una parte importante del trabajo misionero se centra en Europa, donde se advierte un movimiento de resistencia frente a la desaparición del antiguo folclore pagano.
El malestar de la Iglesia católica
Antes de que Martín Lutero, fundador del luteranismo, y Juan Calvino, fundador del calvinismo, ideen sus doctrinas religiosas, critiquen las prácticas del clero y rechacen la autoridad pontifical, la Iglesia católica ya pisaba arenas movedizas. Por lo tanto, la lucha protestante no consistirá en enfrentarse a un coloso terrorífico, sino más bien en quitarle la cachava a un anciano.
En efecto, desde el siglo XIV, la Iglesia católica se hunde en el fango de la corrupción y de las disputas políticas, sin un impulso espiritual innovador que la aúpe. Se encuentra con una serie de luchas internas, tanto ideológicas como institucionales, de las que nunca sale vencedora. Uno tras otro, los teólogos John Wyclif (1320-1384) y Jan Hus (1370-1415) critican la corrupción del clero y se preguntan acerca de su verdadera utilidad espiritual. Además, de 1378 a 1417, y de 1439 a 1449, la Iglesia es el epicentro de una lucha entre varios papas rivales que se excomulgan mutuamente. Incluso la figura soberana del pontífice se pone en entredicho, y de 1417 a 1439, este se sitúa bajo la autoridad del concilio ecuménico de los obispos, que en teoría debe reunirse cada cinco años.
Mientras tanto, las herejías populares se multiplican. Los valdenses, cuyo movimiento se inició en el siglo XII, resisten en el norte de Italia antes de atrincherarse más profundamente en los Alpes, a partir de 1460. En Inglaterra, los lolardos provocan tumultos durante todo el siglo XV. Además, la Iglesia lanza una serie de cruzadas consecutivas (1417-1437) contra los husitas, discípulos de Jan Hus, en Bohemia (actual Chequia). Su levantamiento provoca agitaciones en toda la cristiandad. Para acabar, la lucha contra los paganos de Lituania se eterniza y la ciudad de Constantinopla cae en manos de los turcos (1453).
Múltiples movimientos populares
Los valdenses
Pedro Valdo, o Valdès (1140-1217), rico mercader nacido en Lyon, modifica drásticamente su tren de vida en 1175, tras una lectura personal de las Sagradas Escrituras. Vende sus riquezas, promueve que se traduzca la Biblia a la lengua popular y que todo el mundo la lea, y se convierte en el jefe de un movimiento laico de predicadores. Sin embargo, como en aquel momento se prohíbe a los laicos que prediquen o que lean el Evangelio, Pedro Valdo y sus discípulos, los valdenses, son excomulgados en el Concilio de Verona, en 1184. No obstante, su movimiento sobrevive y perdura a través de los siglos, a pesar de las violentas persecuciones a las que se enfrentan.