Bartolomé Bistoletti, Miguel Alberto
Los viajes de Sol y Luna : El Ciclo de los Gemelos en Oaxaca, México y América del Sur [recurso electrónico] / Miguel Alberto Bartolomé Bistoletti ; pról. Alfredo López Austin. – México : Secretaría de Cultura, Instituto Nacional de Antropología e Historia, 2020.
1.4 MB : il., fotografías y mapas. – (Colec. Etnología y Antropología Social, Ser. Logos)
ISBN: 978-607-539-483-1
1. Gemelos – Mitología – Oaxaca (México) 2. Indios de América Central – Religión y mitología I. López Austin, Alfredo, pról. II. t. III. Ser.
F1435 B133
Primera edición: 2020
Producción:
Secretaría de Cultura
Instituto Nacional de Antropología e Historia
Imagen de portada: fragmento del llamado Lienzo de Yólox,
perteneciente a la Chinantla Alta (siglo xvi).
El original se encuentra en el museo de Hamburgo
y una copia en la fototeca del Centro inah Oaxaca
D. R. © 2020 Instituto Nacional de Antropología e Historia
Córdoba, 45; 06700 Ciudad de México
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ISBN: 978-607-539-483-1
Hecho en México
Para Alicia she rembirecó porá eté, como siempre.
A Carlos Bartolomé y su querida descendencia,
así como para Luna y Gurí, compañeros
con quienes compartimos el ypy,
el Tiempo Originario.
Éstos son en verdad los pensamientos de todos
los hombres en todos los lugares y épocas;
no son originales míos.
Si son menos tuyos que míos, son nada o casi nada.
Si no son el enigma y la solución del enigma, son nada.
Si no están cerca y lejos, son nada.
Walt Whitman, Hojas de hierba
Índice
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Alfredo López Austin
Prólogo. El vuelo del mito
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Cada modalidad narrativa posee características peculiares en su producción y consumo sociales. Se pueden contrastar, por ejemplo, las posibilidades de difusión en cuentos, chistes, leyendas o mitos cuando viajan a comunidades vecinas, a regiones próximas o, incluso, cuando se trasladan de su continente de origen a otro. Los chistes, por ejemplo, limitan su eficacia a aquellos nichos sociales que comparten tipos de personajes que son blanco de mofas, particularidades culturales de malicia, juegos lingüísticos de doble sentido, metáforas e incluso acontecimientos de historia cotidiana sujetos a una crítica burlesca. Así, un albur requerirá lengua común, y más la necesitará un calambur. Los cuentos y las leyendas, en cambio, tendrán una vía más amplia y menos accidentada, y de ello hay abundantes registros puntuales. Un claro ejemplo es el de los viejos cuentos de animales que derivaron del Panchatantra y caminaron de la India al imperio sasánida, donde fueron traducidos al iraní; después, en el siglo viii, ya en la Persia islámica, la colección fue traducida al árabe como Kalila wa-Dimna, honrando los nombres de dos chacales que aparecen en el texto como personajes de los relatos; de Persia y en lengua árabe llegaron al extremo occidental del Mediterráneo, y desde allí, gracias a su versión española del siglo xiii, hicieron su gran entrada a la cristiandad medieval europea. Otros ejemplos son más asombrosos, pues su territorialidad es enorme y su antigüedad es tanta que su presencia sólo puede detectarse por algunos chispazos testimoniales. Es el caso del cuento de la doncella que logra, gracias al hecho maravilloso y a su belleza, convertirse en cónyuge real; la joven es la Rhódopis o “Mejillas Rosadas” de la que hablara, entre otros, Estrabón (c. 64 a.C.-c. 24 d.C.) en el libro xvii de su Geografía: cuando la joven Rhódopis se bañaba, un águila descendió y le robó una de sus sandalias; el ave arrojó la prenda robada sobre el palacio de Menfis; la prenda cayó en el regazo del faraón; éste, intrigado, buscó a su propietaria; sus hombres la encontraron en la ciudad de Náucratis y el soberano convirtió a la joven en su esposa. Es, con otros episodios interesantes en la trama, la joven Yeh Shen o “Pies de Loto” que en un relato chino de la dinastía Tang es obligada a calzar estrechos zapatos que impiden el normal crecimiento de sus pies; su sandalia de oro, perdida, es hecha llegar al rey. Es la vietnamita “Arroz Partido”; es la “Cenicienta” europea. El cuento fluye gracias al ingenio de la trama, a la belleza de su forma. En algunas ocasiones basta cambiar el nombre de un personaje —el Barón de Munchausen se convierte en el Barón de la Castaña— o agregar episodios o matizar con detalles locales para que se considere propio.
Carece el mito de tan grande poder difusivo. Su transmisión es difícil y limitada. El mito está atado a concepciones propias y profundas de los miembros de la tradición que lo crea al enunciarlo. En cada versión —propiamente, cada vez que se enuncia— responde al presente de la historia colectiva. Los autores del mito son los constructores-usuarios, narradores y receptores del diálogo. El mito pertenece, así, a un radio histórico, a una cosmovisión; brota de panteones específicos que incluyen entre sus personajes a buena parte de sus seres divinos con sus nombres, personalidades y poderes propios; la trama del mito profundiza en los procesos que dan cuenta de la naturaleza de las cosas en tradiciones particulares y dan pie a creencias religiosas privativas de sus creadores; se imbrica en el acto ritual; más allá de los ámbitos de la religión, el mito invade otros campos de acción social para enraizar en modalidades de percepción, pautas de conducta y formas de acción características de sus usuarios. Es cierto que el relato mítico traspasa las fronteras culturales y puede ser aceptado ávidamente por extraños; pero el mito no llega en su condición de origen. El relato puede conservar su valor literario al ser recibido como otro tipo de narrativa: como cuento, como leyenda; pero el carácter mítico no radica en el mero producto narrativo: el mito es un proceso social que sólo se cumple durante la recepción de aquellos que pueden escucharlo imbuidos en la fe propia de los creadores-usuarios. Si acaso un mitopoeta contara un relato mítico ante un público culturalmente heterogéneo, su relación sería mítica sólo para los constructores-usuarios; en cambio, sería cuento o sería leyenda para los no pertenecientes a la sociedad creadora.
Una de las razones de la fuerte dependencia del mito a una cosmovisión particular es su desarrollo dentro de todo el contexto de comprensión que le es propio. Por regla general los complejos mitológicos se agrupan en torno al que puede considerarse un hipermito: creencia-narración que da pie y sentido a todo el conjunto de creencias-narraciones articuladas, si no dentro de una lógica histórica, sí en la lógica explicativa, coherente, de cómo se constituyó el mundo; de cómo cada elemento cósmico, cada sustancia sagrada o mundana, cada criatura, cada ley, cada institución, cada costumbre se fincaron en el tiempo-espacio limítrofe que unió los albores de este mundo con el otro espacio-tiempo, el que fue su origen y será su destino.