Cien años de camino, una mirada sobre Schoenstatt
Presentación
El año 2014 es un momento sacramental único en la historia de la Familia de schoenstatt y en la de todos nosotros. todos estamos llamados, por ellos, a celebrarlo con una profunda y contagiosa alegría y gozo, sumándonos con entusiasmo a las celebraciones jubilares, disponiéndonos a cooperar para que sea una gran «Fiesta Jubilar», e invitar a muchos para que estas gracias se transformen en un nuevo aliento que marque los tiempos futuros.
El padre Carlos Padilla, asesor de matrimonios del Movimiento de schoenstatt en España, en este libro hace suya la pregunta que nuestro Padre y Fundador José Kentenich se hiciera en el año 1951: « ¿Qué quiere un año jubilar? ¡una nueva fundación!». a partir de esta afirmación pone de manifiesto desde las primeras páginas esta fundamental cuestión: « ¿Cómo se funda de nuevo Schoenstatt cuando cumplimos un siglo de historia?».
El camino que elige para responder a esta pregunta, es el difícil arte del saber mirar. así, desarrolla su reflexión en base a tres aspectos: una primera mirada sobre nuestro Padre y Fundador; una segunda, sobre el camino hecho de la mano de dios; y, por último, una mirada sobre nuestro camino de santidad.
Es un recorrido cargado de afecto y cariño por la historia del movimiento. lo hace con cuidado y delicadeza, desentrañando todos sus tesoros. así se adapta al lenguaje del corazón y del amor, con esta historia, semblanza que la hace suya. sin quedarse en lo anecdótico o externo, va entrando con respeto a todos sus rincones, detalles y pormenores, regalándonos una visión más amplia y serena de lo que ha sido schoenstatt desde su fundación.
Pero sin lugar a dudas, su reflexión es una mirada desde la fe, donde confiesa que dios ha irrumpido poderosamente en la historia de nuestro tiempo, haciendo posible desde sus santuarios, la mediación de la santísima Virgen y a través del Padre Fundador y de nuestra Familia de schoenstatt, la renovación de la iglesia y la evangelización del mundo. así es, como con una honda gratitud, reconoce las luces y sombras que ha habido en este camino recorrido, donde se alza como estrella luminosa la fidelidad de la santísima Virgen. En Ella vemos cuánto nos ha amado dios para elegirnos como instrumentos de la alianza para que Cristo nazca de nuevo.
El autor nos muestra que la fe elimina el miedo y cualquier sombra en nuestra mirada. sabemos lo difícil que es revisar la propia historia. se necesita valor y audacia para no eludir aquellos temas espinosos y «las preguntas abiertas» . Para no quedarnos en las querellas, y descubrir así el sentido de ella y sus fuentes de agua viva. la mirada de fe del padre Carlos nos orienta a observar en profundidad esta «historia mariana», regalándonos una verdad más grande que lo abarca todo; ayudándonos a dirigir nuestros ojos hacia adelante, hacia los nuevos horizontes, a peregrinar como sus colaboradores con el dios de la historia.
su contemplar creyente nos pone de manifiesto que schoenstatt nació como respuesta al tiempo que nos toca vivir, donde la mirada providencialista descubre el Espíritu de dios que forja la tierra y el cielo nuevo. todos sabemos que nos encontramos en un tiempo de profundos cambios de la historia. al revisarla desde las realidad de los tiempos, en diálogo con el dios providente, avanzamos en nuestro camino de peregrinación «con la mano en el pulso del tiempo y el oído en el corazón de dios» .
El padre Carlos no pretende en su reflexión dar una respuesta acabada, sino más bien quiere invitarnos a que cada uno haga el ejercicio de mirar, de contemplar. Para ello es que pedimos en este «año Jubilar» y unidos en la alianza de amor, poseer la mirada de Padre y Fundador, para que así, a partir de la originalidad de cada uno, adquiramos cada vez más unos ojos comúnes que nos ayuden a aprender de la historia, penetrar y plasmar el hoy que nos toca vivir; y, con fidelidad creadora, ser constructores de los hechos que están por venir.
En este tiempo del Papa Francisco y en su espíritu, nuestra biografía apostólica se hace misión. Es por ello que hoy y siempre, nos volvemos hacia a la santísima Virgen y a nuestro Padre y Fundador, para comprometernos con esta historia, «escuela santa», que nos da identidad, carisma y misión, para seguir construyendo la gran historia de alianza junto a toda la iglesia.
PADRE MARIANO IRURETA
Enero 2014 P. Carlos Padilla Esteban
Al pensar en estos cien años de historia de la alianza de amor surge la pregunta fundamental: ¿Cómo se funda de nuevo Schoenstatt cuando cumplimos un siglo de historia? Queremos fundar Schoenstatt de nuevo siguiendo el lema que acompañó la celebración de los cincuenta años de historia: «Fiel al origen, funda de nuevo». Lo queremos hacer volviendo al origen, al comienzo de nuestra historia de alianza, a las raíces, a lo fundamental, a lo más sencillo y puro que estaba en germen desde el inicio. Fundar de nuevo respetando los principios, las bases que dieron origen a la primera alianza. Siendo fieles al P. Kentenich, a lo que Dios hizo en él. Por ello, sin ánimo de querer abarcarlo todo, voy a mencionar algunas intuiciones, vías de reflexión, preguntas abiertas, una mirada sobre la vida que nos permita pensar en lo que significa para cada uno que Schoenstatt cumpla sus cien años de historia. El Papa Francisco, cuando era obispo Bergoglio, les dijo a los Movimientos: « ¡Qué triste cuando un movimiento o una institución se enferma y en vez de ser pastores de pueblo, se convierten en ‘peinadores de ovejitas’ y se pasan todo el tiempo en las reuniones ‘maquillándose el alma’! ¡Cuidado! Cuidado con las élites. Las élites se cierran en la burbuja, pierden el horizonte misionero, pierden el empuje, pierden el coraje. Las instituciones y movimientos tienen que dar la herencia. Ustedes me preguntarán: ‘Padre, ¿dónde? ’. En la calle, en la calle. Allá donde se está jugando la vida de nuestra ciudad. Como obispo les pido: Por favor, no se guarden la herencia en la vitrina para mostrársela a las visitas. Llévenla a la calle, busquen horizontes misioneros, ‘juéguensela’ todas los días, que esta herencia, que tan gratuitamente hemos recibido, sea fermento de esta ciudad». Estas palabras del Papa Francisco, dichas hace un tiempo, hoy tienen especial fuerza. Sí, queremos sacar nuestro carisma de la vitrina, no queremos vivir peinando ovejas, no es nuestra misión. Queremos formarnos para salir a dar lo que hemos recibido. Queremos abrir las puertas y ofrecer a la Iglesia, al mundo, esa herencia que hemos recibido de forma gratuita. Estamos profundamente agradecidos por nuestra historia, por toda la vida que ha surgido de la fuente del Santuario. Nos asombramos siempre de nuevo. Dios es fiel, María siempre es fiel. Hemos recibido muchos dones y regalos y estamos alegres. Cumplir cien años es una ocasión para que cada uno se pregunte cómo es el Schoenstatt que está viviendo. Tal vez el paso de los años ha llenado de polvo los viejos sueños y anhelos. ¿Es joven ese Schoenstatt que vivimos? ¿Es un Schoenstatt alegre que penetra todas las esferas de nuestra vida? ¿Vivimos la radicalidad de la alianza hasta sus últimas consecuencias? ¿Somos hijos fieles en todo lo que el P. Kentenich nos dejó como legado? Esta reflexión me ha ayudado a volver al origen, a renovarme en mi amor a Schoenstatt, a no quedarme en la estructura y en las formas. El P. Kentenich no quiso fundar un movimiento internacional. Simplemente dijo que sí a Dios y a María, y lo demás vino por añadidura. Así suele ser la vida en Dios, cuando se lo damos todo sin guardarnos, Dios nos da lo inesperado.
Página siguiente