A pesar de haber puesto el máximo cuidado en la redacción de esta obra, el autor o el editor no pueden en modo alguno responsabilizarse por las informaciones (fórmulas, recetas, técnicas, etc.) vertidas en el texto. Se aconseja, en el caso de problemas específicos —a menudo únicos— de cada lector en particular, que se consulte con una persona cualificada para obtener las informaciones más completas, más exactas y lo más actualizadas posible. EDITORIAL DE VECCHI, S. A. U.
© Editorial De Vecchi, S. A. 2020
El Código Penal vigente dispone: «Será castigado con la pena de prisión de seis meses a dos años o de multa de seis a veinticuatro meses quien, con ánimo de lucro y en perjuicio de tercero, reproduzca, plagie, distribuya o comunique públicamente, en todo o en parte, una obra literaria, artística o científica, o su transformación, interpretación o ejecución artística fijada en cualquier tipo de soporte o comunicada a través de cualquier medio, sin la autorización de los titulares de los correspondientes derechos de propiedad intelectual o de sus cesionarios. La misma pena se impondrá a quien intencionadamente importe, exporte o almacene ejemplares de dichas obras o producciones o ejecuciones sin la referida autorización». (Artículo 270)
INTRODUCCIÓN
Todo empezó hace más de veinte años en un campo de lavanda de un pueblo de Burford, cuando mi tía Beth nos habló por primera vez, a mí y a Viviane, de la Antigua Madre. Nos preguntó si queríamos dedicar nuestra vida a este antiquísimo culto, practicado ya por los druidas, hombres que habían firmado un pacto de alianza con el «Todo».
Desde entonces, aun viviendo separados y lejos uno del otro, mi unión espiritual con Viviane no se ha debilitado: ambos caminamos libres por la misma Tierra y respiramos el mismo aire.
Ahora, desde hace muchos años, me dedico al druidismo, y cuando, con Viviane, he percibido en las conciencias que tal vez asoma la idea de un posible retorno a las antiguas tradiciones «paganas», reunidas bajo el nombre de Wicca, hemos decidido elaborar un conjunto de prácticas con el fin de trasmitir las enseñanzas que se nos habían impartido.
Me he convertido en wiccano siguiendo las normas codificadas por Viviane y las enseñanzas aquí descritas, así como los rituales, las fórmulas y todo lo referente a la práctica de la Wicca que conciernen a esta visión particular, codificada durante años por esta mujer, de quien me siento honrado de ser amigo y discípulo.
La Wicca es una forma religiosa libre, y en teoría cualquier persona es capaz de elaborar una interpretación propia o, como la definimos nosotros, una «tradición». Seguramente esto puede generar cierta confusión en quien esté acostumbrado a confiar en un guía espiritual, en alguien que fomente sus intentos de acercamiento a lo sagrado y que pueda darle apoyo en los momentos de debilidad, ofreciéndole una muleta en la que sujetarse.
En este libro encontrará las indicaciones fundamentales que le permitirán dar unos primeros pasos solo por el camino de la Wicca, si bien es muy importante el contacto con una o más personas.
Todos nosotros, que crecimos bajo el ala protectora de una religión institucionalizada, nos sentimos, sobre todo al inicio, bastante asustados ante la responsabilidad de gestionar nosotros mismos una búsqueda interior.
Formar parte de una comunidad, delegar en alguien la difícil elección entre el «bien» y el «mal», así como la función de indicarnos en cualquier circunstancia qué acciones debemos emprender para actuar «con justicia», nos proporciona una cómoda justificación tras la cual escondernos para evitar «conocernos» realmente.
No todo el mundo está dispuesto a enfrentarse solo a la difícil tarea de convertirse en personas íntegras y de intentar mejorar, con el riesgo incluso de alguna dolorosa caída, pero la satisfacción que puede ofrecer este trayecto es impagable.
A diferencia de las religiones conocidas, la Wicca no posee textos sagrados, no cuenta con maestros investidos de un gran poder, no se basa en jerarquías y no impone ninguna obligación, más que la siguiente: «Mientras no hagas daño a nadie, puedes hacer lo que quieras».
En este breve principio se podría concentrar el único mandamiento de nuestra «religión», que se basa en el gran respeto que todos tenemos que sentir por nosotros mismos y por nuestro prójimo. La libertad es nuestra única ley, pero nosotros la vivimos con la conciencia de que se termina donde empieza la de los demás, que es tan sagrada como la nuestra y debe ser respetada y protegida.
En la tradición a la que me honra pertenecer no se da excesiva importancia al aspecto exterior de los rituales, como tampoco a los objetos ni a los gestos. En cambio, es fundamental el propio camino interior, la búsqueda de un perfeccionamiento de los propios talentos naturales; en una palabra: lo que el psicoanálisis de Jung define como «individualización». Sólo como individuos completos, seguros de nosotros mismos, abiertos al encuentro con el otro, fuertes y valerosos, podremos decir que vivimos una vida plenamente llena.
LA WICCA
El nombre de Wicca parece proceder de la grafía de la antigua forma inglesa del término witchcraft, «brujería», aunque no todo el mundo está de acuerdo con esta hipótesis.
Como hemos avanzado en el prefacio, este libro hace referencia especialmente a la tradición, y se basa en la interpretación ofrecida por Viviane de la antigua sabiduría druídica.
Generalmente, los wiccanos, aun definiéndose «paganos», no veneran una multitud de dioses. En realidad, consideran que existe una figura que reúne en sí todos los aspectos de lo sagrado: la Gran Diosa Madre Tierra. Para ellos, esta comprende el principio y el fin de todas las cosas: la naturaleza, el universo y sus leyes.
A Ella, y a las formas con las que se expresa en el mundo, sus seguidores rinden un culto que hunde sus raíces en la noche de los tiempos.
Las diferentes «tradiciones»
Existen diversas corrientes en el interior de la Wicca entendida como forma religiosa. Algunas son, por decirlo de algún modo, clásicas, y están enfocadas hacia los maestros que la mayoría reconoce como fundadores de este culto; otras, en cambio, más jóvenes e innovadoras, tienden a asumir los fundamentos particulares de la Wicca clásica, pero agilizan el aparato ritualista y tienden a personalizarlo, como hace, por ejemplo, la tradición de Viviane.
En Estados Unidos, donde la Wicca es una realidad que cuenta con miles de seguidores, han aparecido muchísimas «tradiciones», como por ejemplo la fundada en California por George Patterson, conocida como Wicca georgiana, o la que ha creado el Covenant of the Goddess (COG), una federación de covens (congregaciones).
En el mundo inglés, un exponente destacado ha sido Scott Cunningham, quien, divulgando las ideas de la Wicca a través de varios escritos, ha abierto nuevos horizontes a las muchísimas personas que buscaban una forma alternativa de vivir su propia espiritualidad, sin entrar a formar parte de grupos o congregaciones que habrían limitado su libertad.