Juan Gil-Albert (Alcoy, 1906 - Valencia, 1994) Escritor y ensayista español. Poeta minoritario y de expresión depurada, su obra es una suma de intelectualismo clasicista y paganismo mediterráneo. Se dio a conocer a los veintiún años con dos libros en prosa, La fascinación de lo irreal y Vibración de estío, ambos publicados en 1927. Estos textos primerizos, situados en la estela del modernismo, revelan su admiración por Ramón del Valle-Inclán y Gabriel Miró, a quienes consideraba sus maestros.
A partir de aquí evolucionó hacia una estética vanguardista, como lo demuestran las nuevas prosas de Cómo pudieron ser (1929), sobre algunos de los más célebres retratos del Museo del Prado, y Crónicas para servir al estudio de nuestro tiempo (1932), de expresión atrevida, fresca e imaginativa. Sin embargo, el volumen de versos que inaugura su trayectoria poética, Misteriosa presencia (1936), está compuesto por 36 sonetos gongorinos de contenido erótico escritos según un canon absolutamente clasicista.
Al mismo tiempo apareció Candente horror (1936), en el que el autor exploraba otros cauces formales, en este caso surrealistas, para abordar temas inspirados por una actitud política comprometida con el antifascismo. En estos años conoció a Luis Cernuda y Federico García Lorca y colaboró en la fundación de la revista Hora de España, que entre 1936 y 1938 fue el órgano de los escritores republicanos. Resultado de su toma de conciencia social fue el volumen de poemas Son nombres ignorados (1938), donde la contemplación de la naturaleza contrasta con la experiencia de la guerra y da lugar a un testimonio lúcido y dramático del conflicto.
Exiliado en México, Juan Gil-Albert participó en diversas empresas editoriales de los emigrados y publicó Las ilusiones (1945), que supone una vuelta al clasicismo. Este libro, escrito en endecasílabos, posee una tonalidad elegíaca que entronca con el espíritu y la forma de los himnos grecolatinos: el poeta desengañado busca renovarse a través de la evocación de la Antigüedad, sus cultos y sus mitos paganos.
De regreso a España (1947), Gil-Albert se dispuso a proseguir su labor literaria en soledad cultivando un culteranismo intimista en el que conviven en fértil reunión los elementos líricos, estéticos y moralizantes. A este período corresponden los sonetos de Concertar es amor (1951), que recorren el universo interior con alusiones a la familia, el amor y la religión, sin que falten las referencias simplemente anecdóticas. Su obra alcanzó un tardío pero definitivo reconocimiento con la publicación de la antología Fuentes de la constancia (1972), libro al que siguieron La metafísica (1974), Homenajes e in promptus (1976) y Variaciones sobre un tema inextinguible (1981).
A su labor como memorialista corresponden algunos de sus mejores títulos: Los días están contados (1974), Crónica general (1974) y Memorabilia (1975). La evocación a menudo se remansa en reflexiones o se vuelve imperceptiblemente fábula, de forma que en su caso es impreciso el límite de los géneros. Dentro del ensayo destacaremos Heracles (1975), exposición en cierto modo afín al Corydon de André Gide sobre la homosexualidad, Drama patrio (1977) y un extenso dietario bajo el título de Breviarium vitae (1979).
Su mejor novela es sin duda Valentín (Homenaje a Shakespeare) (1974), confesión amorosa en la cárcel de Richard tras haber estrangulado en escena, durante una representación de Otelo, a Valentín. Otros títulos narrativos son Razonamiento inagotable (1979), Los arcángeles (1981) y Retrato oval (1977). En sus últimos años procuró mantenerse alejado de los ambientes políticos a causa de su avanzada edad, pero también debido a cierta decepción por la situación española; aún así, en 1986 fue nombrado presidente del Consejo de Cultura de la Generalitat Valenciana. Su último libro, Tobeyo o el amor (1989), es un homenaje al país donde se exilió al terminar la guerra civil española: México. Póstumamente, en 1996, apareció la recopilación Primera obra poética 1936-1938.
Coscienza fusca
o della propria o dell’altrui vergogna
pur sentirá la tua parola brusca.
Ma non di men, rimossa ogni menzogna,
tutta tua vision fa manifesta,
e lascia pur grattar dov’é la rogna;
chè si la voce tua sarà molesta
nel primo gusto, vital nutrimento
lascerà poi quando sarà digesta.
Dante
(Paradiso Canto XVII)
(La conciencia manchada
por su propia vergüenza o por la ajena
encontrará aspereza en tus palabras.
Pero rechaza en ti toda mentira,
haz manifiesta toda tu visión
y que rasque su sarna el que la tenga;
que si tu voz salobre, a quien la prueba,
es por primera vez, nutricia luego
resultará al que logre digerirla.)
Juan Gil-Albert, 1977
Editor digital: Titivillus
ePub base r2.1
Juan Gil-Albert regresó a España tras el exilio forzoso, en 1947, permaneciendo hasta hace tres años —cuando su obra empezó finalmente a publicarse y leerse en todo el país— en ese otro exilio, no menos penoso, que el de sentirse extraño en su propia tierra. Desde aquel silencio pudo observar —y vivir— con apasionada, si bien contenida indignación, día a día, la experiencia del período más lúgubre del franquismo hasta la celebración de sus «25 años de paz» en 1964, año en que Juan Gil-Albert decide escribir Drama patrio, destinado, no obstante, en aquellos y otros muchos años todavía, a sumirse en el fondo de un cajón. Hoy sale finalmente a la luz, ya no como un grito en medio de la oscuridad sino como un testimonio implacable y un lúcida reflexión. «No es éste un informe imparcial sobre España —sobre su guerra civil—, tampoco parcial». (…) «yo he pretendido presentar la verdad, vivida en su existencia pasional. No es una interpretación personal, es más que eso, me expresa a mí, naturalmente, pero en cuanto coincido con el hombre de la calle (…), la opinión». (…) «El tono que he querido darle, el que se me ha impuesto, es en cierto modo, panfletario». (…) «Es decir, lo que he querido rescatar del panfleto es su clima, su decisión, su eficacia». Difícilmente un autor podría definir su propia obra con mayor precisión y acierto.
Juan Gil-Albert
Drama patrio
Testimonio 1964 seguido de 3 poemas de circunstancia
ePub r1.0
Titivillus 15.10.2022
Tríptico
Este tríptico resulta ser el mejor exponente, en el tiempo que fue concebido, no tanto de mi pensamiento como de lo que yo llamaría de mi estado, traducible, en su complejidad, al lenguaje poético, más bien espontáneo, aunque un tanto, en algunos puntos, para mí mismo, críptico, de lo que me pasaba y que conserva, por tanto, si se quiere, su oscuridad, pero que considero muy significativa, muy reveladora, de la ocasión en que cristalizó. Creo que completa bien, a otro nivel, subterráneo en este caso —el demonio interior dostoievskiano—, el panorama enteramente lógico y lo más despersonalizado que me fue posible ofrecer, de la prosa delatora del que llamo Drama patrio. Por eso he querido unirlos como muestra, repito, externa e íntima o, con lenguaje menos modesto, dialéctica y óntica, de lo que vi, sentí, soporté y se me alambicó, en el tiempo, no por alejado menos real y sufrido, de mi reincorporación a España.