AGRADECIMIENTOS
La compilación de esta Enciclopedia Amazónica ha supuesto un largo viaje desde la Grecia Clásica a través de vastos territorios ignotos. La labor fue ardua pero gratificante y, como cualquier compendio de antiguos mitos y acontecimientos históricos, el libro resultante, este que el lector sostiene entre sus manos, se encuentra inacabado y sujeto a revisión. La emoción que se experimenta al descubrir las vidas y las historias de las amazonas, y de las mujeres que vivieron como amazonas en tantos y tan inesperados lugares, solo se atempera al comprender que nuestros conocimientos tan solo arañan la superficie de la historia. Innumerables aspectos de la materia aguardan a que los futuros investigadores profundicen en las antiguas historias de las mujeres guerreras.
Toda una serie de personas hicieron que este libro pudiera salir adelante. Comencé este proyecto gracias al Scholars Program de la Villa Getty, donde fui acogida como investigadora invitada residente entre agosto y septiembre de 2010 gracias a Peter Bonfitto, Mary Louise Hart, Kenneth Lapatin, Claire Lyons, David Saunder y Karol Wight. Me siento en deuda con mi editor Rob Tempio, único e incomparable; con los revisores anónimos de la editorial; con el director de ilustraciones, Dimitri Karetnikov; y con mi corrector favorito, Lauren Lepow. Expreso mi sincero reconocimiento a Sandy Dijkstra, Andrea Cavallaro y a todo el personal de la agencia literaria Sandra Dijkstra. Gracias a mis queridos amigos que leyeron y comentaron los primeros borradores (Kris Ellingsen, Deborah Gordon, Marcia Ober y Barry Strauss): vuestra ayuda fue crucial. Le estoy agradecida también a Betchen Barber por su revisión y sus reflexivas sugerencias. Atesoro también las honestas y perspicaces críticas de Michelle Maskiell y Josh Ober, quienes se leyeron todo el manuscrito no una, sino dos veces. Un agradecimiento especial también para Richard Martin y John Oakley, quienes a través de las décadas han soportado con una sonrisa un aluvión de preguntas sobre la mitología y el arte clásico. Henryk Jaronowski, Carla Nappi, Sarah Pines y Fred Porta me facilitaron las traducciones. Gracias a Paul Alexander por la verificación de los datos y a David Luljak por la indexación del libro. Me siento afortunada por poderme beneficiar de las dotes ilustradoras y los creativos mapas de Michele Angel y de la aguda corrección de galeradas de Barbara Mayor.
Muchos académicos y especialistas en diversas disciplinas han compartido generosamente conmigo su experto conocimiento y me han ayudado con las ilustraciones: Farid Alakbarli, Mustafa Bashir, Roberta Beene, John Boardman, Larissa Bonfante, Kathleen Braden, John Colarusso, Jeannine Davis-Kimball, Dan Diffendale, Ertekin M. Doksanalti, Piotr Dyczek, Lowell Edmunds, Jack Farrell, Debbie Felton, Michael Anthony Fowler, Matthew Funk, Laura Gill, N. S. Gill, Hans Goette, Mazen Haddad, Irene Hahn, William Hansen, Jenny Lando Herdman, Rebecca Hickman, Nino Kalandadze, Robin Lane Fox, Martin Lemke, Terrence Lockyer, Rossella Lorenzi, John Ma, Ruel Macaraeg, Kent Madin, Victor Mair, Justin Mansfield, Jody Maxmin, David Mazierski, David Meadows, Mete Mimiroglu, Maya Muratov, Michael Padgett, Svetlana Pankova, Michel Prieur, Richard Rawles, Ian Rutherford, David Salo, Uli Schamiloglu, Arthur Shippee, Stuart Tyson Smith, Ed Snible, Matthew Sommer, Helen South, Katie Stearns, Tatjana Stepanowa, Bob Sutton, Linda Svendsen, Jean Turfa, Peter van Alfen, James Vedder, Claudia Wagner, Christine Walter, Kirsten Wellman y Dianna Wuagneux. Mi sincero agradecimiento para la miríada de colegas eruditos y amigos de Mithradates Eupator en Facebook, por su investigación colectiva sobre toda una multitud de asuntos relacionados con las amazonas.
Este libro está dedicado a mi ahijada Sage, artífice de maravillosos cuchillos, y a la memoria de Sunny, otra rubia con espíritu de amazona. Josiah Ober, mi inquebrantable compañero, esta descripción antigua de la pareja nómada ideal expresa lo que siento en mi corazón: «Allá donde fueran, siempre estaban en casa si permanecían juntos».
Para Sage Adrianne.
Y en memoria de Sunny Lynn Bock
1952-1995,
espíritu de amazona.
Título original: The Amazons. Live & Legends of Warrior Women Across the Ancient World
Adrienne Mayor, 2014
Traducción: Jorge García Cardiel
Editor digital: Titivillus
ePub base r2.1
Notas
[1] Historia de Atalanta: Hesíodo, Teogonía 1287-1294; Catálogo de las mujeres (compendio del siglo VI a. C. atribuido a Hesíodo); Apolodoro 1.8.2-3; 1.9.16; 3.9.2; Apolonio de Rodas, Argonáutica 1.768-773 (voluntarios para la nave Argos); Higinio, Fábulas 185; Diodoro de Sicilia (en adelante, Diodoro) 4.34; 4.41-48; Eliano, Historias curiosas 13.1 («mirada fiera»); Ovidio, Metamorfosis 8.270; 10.560-707; Pausanias 8.45, entre otros. Tanto Arcadia como Beocia reivindican la figura de Atalanta: vid. Gantz 1993, 1: 331-339; Fowler 2013, 110 (regalo de la lanza a Jasón: escolio a Apolonio, Argonáutica) y 411. Variantes del mito de Atalanta en las fuentes y el arte grecorromanos: Boardman 1983; Barringer 1996; 2001; 2004.
[2] En algunas versiones, el joven que venció en la carrera contra Atalanta se llama Melanion. Jenofonte (Sobre la caza 1.7) sostiene en el siglo IV a. C. que el joven cortejó a Atalanta efectuando «grandes trabajos por amor». Por desgracia, las dos tragedias antiguas que trataban el tema, la Atalanta de Esquilo y el Meleagro de Sófocles, se han perdido. Para una interpretación estructuralista de la carrera: Barringer 1996, 71-75.
[3] Pausanias (8.45-46; 8.35.10; 3.18.15; 3.24.2; 5.19.1) describe numerosas obras de arte antiguas que representan a Atalanta; vid. Filóstrato, Imágenes 15. El «torso de amazona» de Atalanta y la cabeza del Jabalí de Calidón se conservan en el Museo Nacional de Atenas: Gardner 1906, fig. 170. La similitud entre Atalanta y las amazonas fue apuntada por Bennet (1912, 60, 75) y Tyrrell (1984, 73, 77, 83-84) y discutida en detalle por Barringer (1996; dedicación de colmillos: pág. 54, n. 26; 2001; 2004). Los inmensos colmillos exhibidos en Tegea posiblemente serían los de un mamut prehistórico, un tipo de fósil habitual en Grecia.
[4] Boardman 1983, 9-10. Barringer 1996, 51-66; 2001, 147-171.
[5] Escitas en la decoración vascular: Vos 1963, 40-52. Dowden 1997, 104. Braund 2005; Barringer 2004; Ivantchik 2006, 219-224. Atalanta vestida como una amazona: Barringer 1996, 55-56, 59-60 y 62-67. Primeros contactos, mestizaje y familiaridad: Braund 2005; Mayor, Colarusso y Saunders 2014. Escitas en la decoración vascular: Vos 1963, 40-52. Dowden 1997, 104. Braund 2005; Barringer 2004; Ivantchik 2006, 219-224. Atalanta vestida como una amazona: Barringer 1996, 55-56, 59-60 y 62-67. Primeros contactos, mestizaje y familiaridad: Braund 2005; Mayor, Colarusso y Saunders 2014.
[6] Minns 1913, 53. Blok 1995, 413, 26-30, 217-219. Algunos autores defienden que las vestimentas escitas en los vasos griegos arcaicos no implican una etnicidad foránea, sino que son una convención para referirse a arqueros griegos de bajo estatus. Esta teoría, sin embargo, obvia deliberadamente la cuestión de por qué las amazonas y la propia Atalanta aparecen representadas con ropajes escitas. Estos autores, en todo caso, defienden que los personajes vestidos a lo escita que acompañan a Atalanta en este vaso representan a Meleagro y a los otros jóvenes griegos, efebos o héroes «cadetes» por aquella época, revestidos con prendas al estilo escita-amazónico por razones rituales. Desde este punto de vista, la propia Atalanta ejercería en la escena el papel de un joven varón griego vestido a lo escita. Pero estas teorías no tienen en cuenta los atuendos heroicos y efébicos griegos convencionales que portan los demás jóvenes en estos mismos vasos, ni tampoco son fáciles de reconciliar con los demás elementos de la biografía de Atalanta.
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