PODAGRA
El último volumen de las obras de Luciano se abre con una increíble parodia. Bajo el título Podagra el autor esconde un ingenio y una animosidad crítica no por constatadas en obras previas menos sorprendente.
Un tipo, el adulto que sufre los ataques y achaques de la enfermedad que conocemos vulgarmente con el nombre de «gota», se ve aquí ridiculizado, caricaturizado, presentado en una situación límite. No falta un variado muestrario de personajes secundarios que introducen o rubrican los parlamentos que Luciano pone en boca de la propia enfermedad, la Gota, con mayúscula, que es la verdadera protagonista. Si desde el punto de vista del contenido se parodia una realidad del entorno cotidiano —lo típico de la comedia— desde el punto de vista formal se parodia justamente lo contrario, esto es, lo típico de la tragedia. Coro, corifeo, mensajeros, como personajes, esquemas métricos, partes cantadas que alternan con otras recitadas presentados todos ellos a través de un lenguaje altisonante con resonancias de tragedia, hacen que el lector no pueda por menos de mantener las carcajadas desde el primero al último verso. Pocas veces se juntan en tan reducido espacio tantos recursos cómicos que afectan tanto a la forma como al contenido. Hemos querido reflejar en la traducción toda la fuerza de la parodia manteniendo deliberadamente en verso las partes recitadas y hemos señalado en cursiva los pasajes cantados.
PODAGRO (DON GOTOSO) - CORO - GOTA - MENSAJERO MÉDICO - DOLORES
PODAGRO (DON GOTOSO)
¡Oh nombre abominable, aborrecido de los dioses,
Gota, plagada de gemidos, hija del Cocito,
a quien en los profundos antros del Tártaro
de su vientre parió la Erinis Megera
y amamantó a sus pechos, y a ti amargo retoño
a tus labios leche destiló Alecto!
¿Quién de los dioses te trajo a ti, demonio de nombre,
hasta la luz? Llegaste, azote para los hombres.
Pues si a mortales acompaña cuando mueren
pago por los errores que cometieron en la luz,
no debería haberse castigado en la mansión de Hades
a Tántalo con manjares, ni a Ixión con una rueda giratoria
ni a Sísifo con su roca
bastaba pura y simplemente con acoplar a todos los que males cometieron
a tus dolores articulados
como esta piltrafa pobre y miserable: mi cuerpo;
desde las puntas de las manos hasta las plantas de los pies
con un hilo de linfa y agrio flujo de bilis está inmovilizado,
después que un soplo violento obstruyera sus conductos,
y luego de obstruirlos, extiende los dolores.
Por las entrañas mismas corre dañina fiebre
abrasando mis carnes con hogueras de llamas
como cráter del Etna lleno de fuego
o estrecho siciliano con su paso de corriente marina
donde da vueltas torvo remolino de olas en las cavernas de las rocas.
Oh final difícil de prever para los hombres todos
¡qué en vano todos te vamos halagando
alimentándonos de vaciedades con vanas esperanzas!
CORO
Sobre el Díndimo monte de Cibeles
y por su tierno Atis
los frigios lanzan frenético lamento
y por las laderas del Tmolo
al son del corno frigio
los lidios gritan su canto festivo;
y golpeando con furia al ritmo cretense
sus panderos, a gritos entonan
un canto ritual los Coribantes.
Resuena la trompeta en grave son
haciendo vibrar el canto de guerra
en honor al violento Ares.
Nosotros, Gota, a ti
de primavera en las primeras horas
cual «mistas» iniciamos los lamentos
cuando todo prado está ya en flor
con hierbas y céspedes nacientes,
y cuando con las suaves del Céfiro brisas
se pueblan de pétalos las copas de los tallos;
presumen de sus hojas los árboles
y la golondrina de infausto matrimonio
se deja oír en los hogares de los hombres de voz articulada
y nochero por el bosque
llorando a Isis gime entre sollozos
Atis el ruiseñor.
PODRAGO (DON GOTOSO)
Ay de mí; de dolores ayuda, ay tercer pie,
bastón por el destino deparado, apoya
mi paso tembloroso y endereza mi senda,
para que plasme sólida huella sobre el suelo;
levanta, desdichado, los miembros de la cama
y abandona el techo cobijante del hogar.
Disipa de los ojos la inmensidad nocturna del cielo
viniendo hasta la puerta y ya a la luz del sol
aspira un aura despejada con brisa luminosa.
Han pasado diez soles y cinco además
desde que encerrado en tinieblas al margen del sol
consumo mi cuerpo en mi cama desecha;
mi ánimo y mi impulso es dar pasos lentos
tendiendo hacia la puerta,
mas mi cuerpo indolente no se somete a mis deseos.
Sin embargo, ¡arriba, corazón!, aún a sabiendas de
que un pobre enfermo de gota, si quiere pasear
y no puede, se cuenta ya entre el cupo de los muertos.
Pero ¡vamos!
¿Quiénes son éstos que con sus manos manejan bastones
con las cabezas coronadas de hojas de saúco?
¿A quién de las deidades llevan en procesión festiva?
¿Honran tu culto acaso, Febo Peán?
No, pues no son sus coronas hechas de hojas de laurel de Delfos
Mas ¿no será un himno a Baco el que se entona?
No, pues sobre sus melenas no se asienta el sello de la yedra.
¿Quiénes sois extrajeres, y de dónde habéis venido?
Hablad y explicaros con palabra franca;
decid, ¿quién es, amigos, aquel a quien con himnos celebráis?
CORO
¿Quién eres tú y de qué familia, que te diriges a nosotros?
Tu bastón y tu paso, no hay duda, te delatan,
y vemos en ti a un «mista» de la invencible diosa.
PODAGRO (DON GOTOSO)
¿Que soy yo uno de los «dignos» de la diosa?
CORO
A la cipria Afrodita
que de gotas del cielo cayó,
una belleza airosa entre marinas olas
le procuró Nereo.
Junto a las fuentes del Océano,
a la esposa de Zeus Olímpico,
a Hera de blancos brazos en su amplio regazo
amamantola Tetis.
y en la coronilla de su inmortal cabeza
el Cronida, el más excelso de los Olímpicos,
alumbró a una doncella de casta indomeñable,
a la alborotadora Atenea.
Y a nuestra diosa dichosa
entre sus brazos fornidos
la dio primero a luz el anciano Ofión;
cuando cesó el caos tenebroso
y se levantó la luminosa aurora
y el deslumbrante resplandor del sol,
entonces se dio a ver la fuerza de la Gota.
Cuando de sus entrañas te engendró Cloto
y te lavó la Moira,
se puso radiante con deslumbrante resplandor el cielo
y retumbó con trueno el firmamento despejado.
y la próspera Pluto la crió
entre sus pechos de rica leche.
PODAGRO (DON GOTOSO)
¿Y con qué ritos excita a sus devotos?
CORO
No derramamos sangre impetuosa por cortes de hierro;
no contonean nuestro cuello vaivenes de la melena suelta,
ni nuestra espalda es golpeada por huesos ruidosos,
ni nos alimentamos de carnes crudas de toros despiezados.
Cuando brota la tierna flor del olmo en primavera
y canta sobre las ramas el canoro mirlo,
entonces a los «mistas» nos traspasa aguda flecha por los miembros,
oculta, escondida, sumergida bajo lo más hondo de los miembros;
pie, rodilla, articulación, huesos, caderas, muslos,
manos, omóplatos, brazos, codos, frutos suyos… los
come, devora, abrasa, domina, enciende, debilita
hasta que la diosa ordena retirarse al dolor.
PODAGRO (DON GOTOSO)
¿Resulta, pues, que yo sin darme cuenta soy también uno
de los iniciados? Muéstrate entonces, diosa,
propicia a un suplicante, que yo junto a tus fieles
voy a entonar tus himnos cantando la canción de los gotosos.
CORO
Calle el firmamento y cese el viento,
guarde todo gotoso silencio religioso.